Capítulo 33: Hermanos Freed

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Narra Justin/Drew.

Mis manos estaban en la cintura de Mía disfrutando de cada uno de sus suaves movimientos, la música en este punto de la isla era suave y el género que se tocaba era romántico.

Había estado de forma amorosa sólo con dos chicas en mi vida, cuando cumplí dieciséis con una risueña y atrevida castaña de pestañas largas, pero luego de que no resultara, la chica de marcados labios y gruesas cejas fue la siguiente, a pesar de que llegué a sentir mucho por ellas no era lo que buscaba realmente, dentro de mi tenía la esperanza de encontrar a Mia, quizás podría parecer absurdo pero siempre fue ella.

Me permití observarla entre mis brazos, cerraba los ojos y sonreía, tenía una expresión tan bonita que me hizo sentir una paz indescriptible. El vaivén de su cuerpo era rítmico, pero de pronto se detuvo.

— ¿Pasa algo?

— Tengo dudas, Drew—. Susurró sin mirarme.

Eso me descolocó en cierta manera. Sabía a qué se refería, pero habían cosas que me eran imposible compartirle, al menos por ahora.

— Lo sé, sé que hay muchas cosas que quieres saber, y créeme que tengo la intención de responder a todas tus preguntas, pero no ahora por favor.

Había dado en el punto exacto. Un sonoro suspiro hizo subir y bajar su pecho. Con resignación asintió, su semblante era un poco triste, y no me gustaba lo que eso me hacía sentir.

— Te aseguro que nunca haría algo para lastimarte, confía en mi, te prometo que todo estará bien.

Una tierna pero débil sonrisa adornó su rostro.
De alguna manera me perturbaba la idea de arruinar todo justo ahora, y la confesión de lo que Matt había hecho me dejaba con un sabor amargo en la boca.

Era claro que debía tomar una decisión, y precisamente de eso dependía mi relación con Mía. Tenía que aclarar todo antes de que las cosas salieran de mis manos.

La música cambió a un ritmo más movido y acelerado, así que decidimos ir a comer algo. Me hacía gracia el hecho de que Mia disfrutara de comer tanto como yo lo hacía, sobre todo porque no se acomplejaba ni un poco al momento de decir libremente lo que le gusta y lo que no.

Me tarde más de lo que planeaba mientras estaba comprando, Mia me esperaba unos metros por detrás. Cuando finalmente había logrado alejarme de la muchedumbre hambrienta que seguían en el puesto de comida rápida, caminé de regreso con las cosas en una pequeña bolsa ecológica hacía donde Mía se encontraba, pero ya no estaba sola.

Una chica y un chico conversaban animadamente a su lado con ella, pero algo en su mirada me decía que el sentimiento no era mutuo. Al acercarme más escuché las voces de los extraños.

— ¿Y la problemática de tu hermana está por aquí?

— Ya olvídalo, JJ.

Cuando me acerqué lo suficiente como para que me viera un atisbo de sosiego inundó su mirada.  En seguida se despidió pero fue en vano.

Distinguí unos imponentes ojos color aguamarina en la chica que se encontraba ahí. Sin embargo fue su sonrisa burlesca lo que llamó mi atención, era tan parecida a las que solía tener Matt.

— ¿Quién es este bombón, Mía?—. La exageración en la voz de la chica casi me provoca hacer una mueca.

De reojo veo a Mía abrir la boca y volverla a cerrar, como si meditara sus palabras. No hace falta conocerla demasiado para darse cuenta de lo incomoda que se siente. En seguida me doy cuenta de que sea quien sea esta chica no es precisamente una de sus mejores amigas.

— Soy Drew, el novio de Mía.

Intenté sonar serio e inaccesible, no quería bajo ninguna circunstancias hacerle pasar un mal momento a Mia, al parecer ya estaba teniendo suficiente. La chica tenía los labios entreabiertos, como si no pudiera creer lo que ven sus ojos.

— Vaya, un gusto, debo suponer que Rossi también tiene novio, ¿o...?

El chico frente a nosotros parecía demasiado interesado, dejó la frase a medias a esperas de que pudiéramos darle la información. Me reí para mis adentros y lo ignoré completamente.

— Lamento no poder estar aquí por más tiempo, pero debemos irnos—. Respondió Mía saliendo de lo que parecía un trance. Dedicó una última sonrisa de labios apretados y ambos empezamos a caminar alejándonos de ahí.

Caminamos por unos minutos en absoluto silencio, no saber que estaba pasando por su cabeza me ponía un poco nervioso porque el cambio de su semblante fue instantáneo.

— ¿Todo en orden, Mía?

Me detuve parándome frente a ella. Sus ojos iban a cualquier parte menos a los míos. A unos metros de nosotros habían unas rocas, la música había disminuido sólo un poco y la luz que iluminaba era la de alguna que otra fogata cerca. Insistí sin obtener respuesta.

Me acerqué a ella dejando las cosas en una de las rocas. Tomé sus manos entre las mías y la obligué a mirarme levantando con uno de mis dedos su barbilla.

— ¿Qué ocurre, preciosa?

Traté de que mis palabras fueran suaves, su mirada estaba llena enojo y por momentos parecía ir en aumento.

— Esos chicos eran Denisse Freed y su hermano Damián, son un par de idiotas, se pasan gran parte de sus vidas molestando a las personas, son crueles y buscan la forma de ir por delante de quien se les aparezca cueste lo que cueste. No los tolero.

Su ceño fruncido y mirada llena de oscuridad me hizo gracia. Según lo que dijo aquellos chicos en verdad eran una escoria, ¿que demonios tratan de conseguir con esa actitud?

— Para serte sincero si tienen pinta de ratas —. Me burlé, ella en seguida pareció relajarse y se unió a mi.

No suelo ser de muchas palabras, me gusta tomarme la vida con algo de calma, pero comprender los sentimientos que Mia solía mostrar a flor de piel me hacía sentir bastante bien, así que daba igual lo que pasara, ella en verdad parecía feliz a mi lado, y yo estaba feliz con eso.

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