Capítulo 40: Estoy decidida

3.5K 282 7
                                    

Narra Rossi.

─Aún podemos arrepentirnos─. Dijo Mara caminando detrás de nosotras, sus pasos eran lentos y temerosos.

─Ya deja los miedos─. Dice Mía chillando un poco por la emoción.

El agua del mar es cristalina, el sol está en su punto más alto y el clima es perfecto. Un cosquilleo recorre mi cuerpo, esto será increíble. Observo a Matt a mi lado, él ya me estaba mirando.

─¡Vaya, que emoción!─. Vuelve a chillar Mía.

Diego se aleja para hablar con el tipo encargado de dar las indicaciones para hacer esta actividad, segundos después se acerca, su cara no tiene la misma emoción de antes.

─Todo está en orden pero vamos a tener que esperar.

─¿Por qué?─. Pregunta Mía con desilusión, Drew está junto a ella y sus facciones están serias, su vista sobre los chicos que miran descaradamente a Mía.

─No lo sé, creo que deben de asegurarse de algunas cosas antes de que podamos nadar entre tiburones─. Ríe un poco Diego y abraza a su novia por la cintura.

─Que mal, chicos─. Mara finge estar apenada─. Lo mejor será que hagamos otra cosa...

Ajá, que astuta.

─¿Cuánto debemos esperar?─. Matt pregunta acercándose a mí, sus manos deslizándose por mi cintura desnuda, mi piel se eriza.

─Quizas unos cuarenta minutos.

─Bien, nos vemos aquí en cuarenta minutos─. Responde Matt y sin más me arrastra con él hacia quien se donde.

─Oye, espera espera─. Le digo cuando estamos ya bastante alejados de todos y todo─. ¿Qué ocurre?

─Me está matando verte así─. Dice con franqueza y sus ojos me recorren cuando nos detenemos.

Sólo llevo puesto un bikini, no es muy provocativo pero no evito avergonzarme, mucho menos al sentir la intensa mirada de Matt sobre mi.

─No digas esas cosas─.Respondo mientras siento como mis mejillas empiezan a ponerse rojas.

Matt no vuelve a hablar, sólo me observa, me siento pequeña ante su demandante mirada y debo bajar la cabeza

— No no, mirame, Rossi—. Inquiere y levanta mi rostro con su mano, mis ojos chocando con los de él.

— Esto es muy vergonzoso—. Susurro.

— ¿Preferirías estar en la habitación?

— Sí—. Respondo sin pensar.

Una sonrisa traviesa y divertida pasándose en su rostro. Si me mira así me va a dar algo. No soy para nada tímida, pero esta tensión que hemos creado en los últimos días va en aumento y aunque quiera no puedo contra eso.

─No soy un pervertido, Rossi, lo que pasa es que tu estás demasiado buena─. Suelta con simpleza ante mi reciente reclamos. Mis ojos se achinan.

─Controla tus hormonas Matt, y ya volvamos con los chicos─. Respondo volviendo a caminar dejandolo atrás.

No evito pensar que en realidad estoy en un simple bikini y aunque no es del tipo que muestra todo, no deja de ser un bikini. Quizás y no se la estoy poniendo fácil.

─¡Necesito que uses ahora una camisa o algo más de ropa!─. Su petición o exigencia me sorprende y veo sus puños apretados mientras mira hacía todos lados a la defensiva, su mirada fulminante directo para dos chicos parados a unos metros de nosotros.

Me acerco a él y tomo sus manos abriendo los puños y juntandolas con las mías. Su mirada busca mis ojos y parece calmarse.

─En serio hay veces que no te entiendo─. Susurro en sus boca con una sonrisa. Haciendo un esfuerzo y poniendome de puntillas beso sus labios─. Vamos a la habitación por un vestido.

Asiente y vuelve a besarme, esta vez con algo más de posesión. Niego divertida y nos dirijímos a la habitación. Cuando entramos me dirijo a buscar un vestido, un short o alguna polera lo suficiente larga como para que cubra lo indicado. Encuentro un perfecto camison blanco y me lo pongo, pero antes de que esté como debe, Matt se encuntra detrás de mi, una mano en mi cadera y la otra tocando ahí donde los niños no deben tocar. 

─¡Matt!─. Gimoteo sosteniendo mi cuerpo del lugar estable más cercano. Sus labios entre mi oreja y mi cuello.

─¡Sshh!─. Susurra en mi oído y su mano empieza a tocar y a moverse con más insistencia─. Tranquila.

Mi corazón late con fuerza y se acelera aún más cuando Matt muerde levemente mi cuello y el lóbulo de mi oreja.

─Matt... detente─. Gemí, pero fue el inicio. Otro gemido y otro gemido salió con fuerza, y entonces me dí cuenta de que con presición su dedo había ido más allá, y santa madre, estaba en el cielo. Mi cuerpo se encontraba en el punto medio que separa el cielo y el infierno, malditos ángeles y malditos demonios, amo como se siente.

Voltee mi cuerpo encontrándome directamente con los labios de Matt, mis ojos conectaron con los suyos.

— Te amo—. Susurré.

Un silencio indescifrable reinó, sus manos agarraron mi rostro y besaron mis labios con desespero, gemí ante el fuerte contacto y seguí el beso. Con sus manos rodeando mi cintura e impulsandome a él rodee con mis piernas su cadera. Un gran bulto era evidente. Estaba decidida. Frote levemente mi cadera contra la suya.

— ¿Estás segura?—. Preguntó con la voz como un hilo y jadendo.

Mis ojos conectaron con los suyos y el deseo subió.

— Quiero que me tomes ahora, Matt.

DESTINOS © ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora