Me sumergí en un vacío rodeado de oscuridad del que no podía despertar, mis ojos parecían no recibir la orden y sentí que pasaron horas hasta que mis párpados pudieron moverse otra vez pero muy lentamente. Tenía la boca seca y la sudadera humedecida a causa del sudor, estaba recostada pero aún no sabía dónde ni en qué.
-Ella estará bien.- La voz de Dinah se filtró por mis oídos haciéndome fruncir el ceño.
-Si no lo está y sufre por mi culpa no me lo perdonaré jamás.- Lauren parecía dolida y preocupada, sólo eso bastó para que me incorporase mirando a mi alrededor. Pero me encontraba sola en la habitación de la Alpha, ¿Qué demonios?
Más sonidos comenzaron a invadirme, voces, una puerta cerrándose y hasta el agua que salía de un grifo. Froté mis ojos para asegurarme de que no era el sueño que provocaba ese efecto en mí, estaba desesperándome mientras tapada mis oídos con ambas manos tratando de ahogar los sonidos. La puerta de la habitación de abrió y vi a Lauren de pie en el umbral de ésta apresurándose a entrar y llegando junto a mí.
-Hey, tranquila.
-¿Qué está pasando?.- Susurré aún cubriéndome los oídos- Quiero que se detenga.
-Concéntrate en mi voz nena. Sólo escúchame.- Asentí y me enfoqué en sus palabras. Quitó mis manos de los costado de mi cabeza y dio caricias sobre ellas antes de besar mi frente.
-¿Qué fue todo eso?.- Pregunté luego de unos segundos en los que sólo se dedicó a susurrarme cosas al oído.
Me miró y detalle la angustia que la recorría, tomó mi brazo y subió la manga de la sudadera que traía puesta dejando a la vista la marca que parecía haber sido hecha con tinta. Pero había algo más, la cicatriz de una mordida la rodeaba encerrándola.
-De verdad no sabes cuánto lo siento.- La escuché decir entre dientes cabizbaja- Pero estabas muriendo.
-¿Qué?.- Tenía un hilo de voz.
-¿No recuerdas?
-Lo último que recuerdo es haber ido al hospital en busca de la curandera.- Dije mientras las imágenes pasaban rápido por mi mente.
-Te desmayaste y ella te trajo hasta aquí. Estaba muy asustada, jamás había tenido tanto miedo.- Contó- Te llevé con mi abuelo en un intento desesperado de buscar otra salida pero era tarde. Estabas muriendo, tuve que hacerlo. Estuviste inconsciente dos días Camila.
-No puede ser posible.
Me quedé sin palabras. Tan sólo pude examinarme con la mirada, nada parecía estar fuera de lo normal. Hasta que me fijé en su tacto y en que percibía con mi olfato todos sus sentimientos e inquietudes.
-Tenemos la misma temperatura.
-Estás arrepentida y tienes miedo.- Afirmé mirándola directo a sus ojos verdes y ella soltó una carcajada sin gracia
-Eres como yo en éste momento y....¿Lo que te preocupa es como me siento? No sé si me acostumbraré a que tengas mis mismas habilidades.- Dijo con una apagada sonrisa en su rostro mientras negaba con la cabeza.
-Podré sobrellevarlo. Te lo aseguro.
-Estoy segura de ello también. Pero llevará tiempo y será difícil.- El miedo me recorrió. Esto era algo nuevo para mí.
-Tengo miedo.- Admití, aunque seguramente ella ya lo había notado porque su mano acariciaba mi mejilla con ternura.
-No temas. Estaré aquí siempre aún si no lo quieres así.- Dijo decidida antes de acercarse a mi rostro y besarme con necesidad y dulzura.