Era una sensación extraña la de ser un animal por completo, tenía pelaje por todas partes y no podía hablar con palabras sino que podía comunicarme con los demás a través de mis pensamientos. Habíamos vuelto a la manada una vez que el altercado con los cazadores acabó, y había traído a Camila conmigo ya que no estaba dispuesta a dejarla ir aún. Emily estaba bien y mi padre me agradeció por haberla llevado de vuelta sin ningún rasguño, aunque no supiese toda la historia que no estaba dispuesta a contarle todavía. La cálida mano de la morena estaba entrelazada con la mía y eso me llenaba por completo, ella parecía cómoda con mi repentina necesidad de coger su mano. Ninguna de las dos decía nada, tan sólo me dedicaba a acariciar el dorso de su mano con mi pulgar, ella tenía su cabeza recostada en mi hombro sentada junto a mí en la sala de la gran casa. Era casi media noche por lo que muy pocos merodeaban por la casa.
-Haz decidido ser mi mate.- Susurré- Te ataste a mí de por vida, ¿Estás consciente de eso, Camz?.- Mi voz estaba cargada de inseguridad y preocupación, ella se incorporó para mirarme a los ojos.
-No sabía lo que debía hacer pero las circunstancias me dijeron que aquello era lo correcto. No me interesa lo que ocurra mañana, sólo quiero enfocarme en el presente y......en ti.
Esas palabras me cortaron el aliento y las increíbles ganas de besarla eran más fuertes cada vez. Inclinándome un poco hacia adelante la invité a imitarme y lo hizo sorprendiéndome cada vez más, y es que la noche en que le dije todo estaba convencida de que la perdería y de que sería rechazada. Pero eso no llegó a suceder y ahora me encontraba a punto de besarla por segunda vez.
Sus labios estaban fríos y eran suaves a la vez, parecían hechos para los míos encajando a la perfección en el beso.
Su mano libre fue a parar a mi mejilla y yo continué con mis caricias en el dorso de la otra, tuvimos que separarnos por la falta oxígeno y recargué mi frente con la suya sin querer abrir los ojos por miedo a que fuese sólo un sueño.-Prometo que voy a cuidar muy bien de ti y te haré feliz, mate.- Ella soltó un suspiro.
-¡Lauren!.- La voz de Max resonó por toda la casa asustándonos un poco, Camila se separó inmediatamente de mí cuando vio a mi padre bajando los dos escalones en el umbral de entrada- Perdón, no sabía que estabas acompañada.
Le dirigió una rápida mirada a Camila y ella se ruborizó ligeramente poniéndose de pie.
-Soy Camila, mucho gusto señor Jauregui.- Ella le tendió su mano y mi padre no tardó en estrecharla.
-Bueno...Yo soy Max Jauregui. Y veo que ya haz conocido a parte de mi manada.- Me dirigió ahora una mirada rápida e interrogativa a la cual sólo asentí.
-Si, ella ya lo sabe.- Agregué a mi asentimiento mirándolo fijamente- ¿Puedes esperar en mi habitación?.- Camila asintió sin hacer ninguna pregunta y nos dejó a solas.
-Creí haber dejado claro que ella no podía volver aquí, Lauren. Es por su bien, no pertenece a este mundo y debe irse.- Su tono era tajante y parecía molesto.
-¿Qué hay de malo en ello? Ella no dirá nada a nadie y yo puedo protegerla papá.- Pude notar la vena en su cuello tensarse, le estaba desobedeciendo y la idea no le gustaba. Siempre se hacía lo que el Alpha decía pero ahora yo también era uno y seguiría mis propias órdenes.
-No sabes los riesgos que corre, tanto ella como la manada. Duncan a estado acercándose, tú te haz encontrado a Aaron merodeando por allí. Sabes lo que hicieron con otras manadas.
-Lo siento, pero ella se quedará conmigo y deberás acostumbrarte a verla seguido por aquí.- Lo desafíe con la mirada pero él pareció sorprendido por algo.