-Muy bien niños quiero que se comporten ¿Si?.- Pregunté soltando sus manos y poniéndome de cuclillas enfrente de ellos.
-No más peleas.- Aseguró Nick antes de darme una tierna sonrisa con falta de algunos dientes.
-Eso espero. Un beso a mamá.- Dije sonriendo y ambos se acercaron para depositar un beso en cada una de mis mejillas- Ahora vayan adentro.
Y sin más los observé correr hasta el interior de la escuela en compañía de algunos amigos. Pero entonces noté que no era la única que los veía, y logré divisar a la distancia a un hombre vestido de negro quien observaba a mis hijos con interés desde su lugar. Fruncí el ceño y me incorporé para comenzar a dar pasos en su dirección, él se percató de mi mirada y se dio media vuelta para comenzar a alejarse escabulléndose entre los peatones sin mirar atrás.
...
El trabajo en el taller no estaba siendo muy duro y mi padre estaba aquí para ayudar el día de hoy. Max atendía unas cuantas llamadas, Adam parecía muy concentrado en la reparación del motor de un coche y yo revisaba todo los repuestos que nos habían traído los proveedores hace unos días para verificar que todo estuviese en orden.
-¡Estúpido auto!.- Escuché que mi primo gruñía entre dientes lanzando una llave inglesa directo al piso de concreto provocando un fuerte ruido en el lugar.
-Estoy segura de que el coche no tiene la culpa.- Comenté dejando de lado el portafolios que tenía entre manos para dirigirme a él- ¿A qué se debe tu mal humor?
-No es nada.- Dijo buscando un trapo para limpiar sus manos y recogiendo la herramienta que había tirado.
-Puedo oler tu molestia Adam.- Me reí oyéndolo bufar.
-Es Leah.
-Aquí vamos.- Susurré un tanto divertida- ¿Las cosas no van bien entre ustedes?
-No después de que le dije acerca de la increíble propuesta que recibí para formar parte de los Chicago Bears.- Abrí los ojos sorprendida.
Adam había destacado en la universidad local por su gran desempeño en el deporte y luego de terminar la universidad había estado recibiendo solicitudes por parte de muchos equipos que lo querían entre sus filas.
-¡Eso es genial!.- Exclamé emocionada pero callé al ver su expresión neutra y su mirada perdida- ¿A ella no le agradó la idea?
-Para nada. Asegura que necesita estabilidad y un compromiso serio, ¿Qué espera de mí?.- Preguntó exasperado y yo enarqué las cejas porque sabía perfectamente cuál era la respuesta.
- Que pongas una sortija en su dedo.- Se giró para verme algo espantado.
-Pero ya estoy imprimado de ella, ¿Eso no es suficiente?
-Pues al parecer no.- Hice una mueca de lastima.
-Pero aún somos jóvenes. Sólo tenemos veinticuatro y veintiocho años.- Explicó.
-Te olvidas de eso amigo. Ella es mucho más madura que tú, y tal vez, sólo tal vez busque no lo sé......¿Formar una familia?.- Su expresión fue de aún más espanto y su respiración se volvió algo más irregular que la anterior.
-No lo había pensado de esa forma.- Murmuró afligido.
- Eso es porque de cierta manera le temes al compromiso.
-Eso creo.
-Debes hablar con ella acerca de esto, tal vez no sea necesario olvidar el compromiso por una carrera cuando puedes hacer que ambas formen parte de tu vida.