El día era agradable y no había mucho trabajo en el taller, Liam trataba de reparar el motor de un viejo Mustang y los gemelos ordenaban algunos repuestos que habían llegado la semana pasada. Por otro lado, yo estaba revisando algunas facturas de las últimas compras e ingresos que ha tenido el taller. Distraída y sentada detrás del escritorio en la pequeña oficina del lugar me sumí en aquellos papeles, hasta que golpes en la puerta llamaron mi atención.
-Adelante.
-Lauren, el oficial Cabello está aquí.- Dijo Ethan adentrando un poco su cuerpo en la habitación.
-¿Qué pasa? ¿Es algo sobre Camila?.- Me puse de pie un tanto preocupada caminando en dirección a la salida.
-No, pero si de su patrulla.
La patrulla policiaca de Alec estaba aparcada en mitad del taller obstruyendo un poco el paso de los demás. Él estaba apoyado contra la puerta del piloto examinando todo a su alrededor, al notar que me acercaba adoptó una postura derecha y relajó su semblante un poco.
-Hola Lauren.- Saludó y extendió su mano para que la estrechara en forma de saludo.
-Oficial Cabello, ¿Qué lo trae por aquí?
-Por favor, sólo llámame Alec. No voy a ser tan estricto contigo a pesar de que sales con mi hija.- Bromeó pero lo último lo dijo en un tono más serio.
-Está bien Alec.- Sonreí un tanto incómoda- ¿Qué sucede con el coche?.- Pregunté haciendo una seña con mi cabeza en dirección de la patrulla.
-Creo que necesita un cambio de aceite. ¿Crees poder encargarte?.- Se cruzó de brazos alzando las cejas.
-Por supuesto. Yo misma lo haré enseguida.- Dije caminando hasta el auto para abrir el capo.
Quité el tapón del líquido espeso y busqué el tipo de aceite que el coche utilizaba en una de la estanterías cogiendo también un trapo para poder limpiar la grasa que quedaba en mis manos. Mientras hacía mi trabajo pude detallar que Alec miraba atento cada uno de mis movimientos sin perderse detalle alguno.
-Debo admitir que no me hizo mucha gracia saber que salías con mi hija. Nada personal, tan sólo es ese instinto de padre sobre protector.- Decidió romper el hielo.
-No tengo malas intenciones con Camila. La quiero.- Murmuré sin quitar los ojos del coche.
-Lo sé. Confió en que eso es así y espero no me des razones para encerrarte.- Reí ante el comentario pero callé de inmediato al ver que no bromeaba- Mucho menos cuando Camila tenga que regresar a Nueva York.
Fruncí el ceño mientras limpiaba mis manos luego de haber puesto el tapón al terminar, tragué con fuerza antes de preguntar a que se refería exactamente.
-¿Qué quiere decir?
-Pues que no quiero que le rompas el corazón mientras está lejos. Ella regresará a la universidad en unas semanas y esperó sepan sobrellevar una relación a distancia.- Lo había olvidado por completo. Camila tenía que terminar sus estudios, y se alejaría de mi por un tiempo prolongado.
¡Dios! Con tan sólo pensar en tenerla a kilómetros de distancia me estremecía por completo y la molestia mezclada con algo de impotencia me recorrían las venas. Nos separaríamos, ya no la podría ver todos los días ni tampoco podría dormir con ella por las noche.
-Ya está.- Hice referencia al cambio de aceite que acababa de hacer pasando por alto lo que había dicho minutos atrás- Necesitará un chequeo en el motor, pienso que podría fundirse en cualquier momento.