Pasé los canales de televisión sin mucho interés mientras buscaba algo que lograse mantenerme atenta. El invierno estaba llegando y junto a él la época navideña, sería la primera Navidad de Emily y Camila quería vivirla al máximo. Los niños estaban pasando el día junto a los padres de la morena y Maia, así que no había mucho que hacer por aquí, sin ellos cerca la casa se sumía en una tranquilidad perturbadora. Sólo podían oírse los balbuceos de Mily quien estaba sentada sobre su colorida alfombra de juegos prestando especial atención a los legos esparcidos a su alrededor como si fuese lo más interesante del mundo.
-Se supone que no se los lleve a la boca, Lauren.- Camila regresó desde a la sala con una caja entre sus brazos y se arrodilló junto a la niña dejando la caja en el suelo mientras quitaba algunos bloques llenos de saliva de entre sus regordetas manos.
-Lo siento cariño. Me he distraído tan sólo unos segundos.- Me disculpé incorporándome un poco en mi lugar para poner ojo en mis mujeres favoritas- A ella le gusta saborear los bloques ¿No es así princesa?.- Emily sabía perfectamente que estaba hablándole a ella y me miro sonriendo con sus rosadas encías con apenas dos pequeños dientes.
-Creo que es su manera de decir que si.- Dijo la morena soltando una risita mientras recibía entre sus manos los bloques que nuestra hija le tendía torpemente- Es fuerte.- Murmuró cuando la niña tomó uno de sus dedos entre sus pequeñas manos dándole un apretón.
-¿Qué esperabas? Es una Delta. Hablando de eso ¿A qué hora regresan mis chicos? Comienzo a extrañarlos.- Hice una mueca y Camila rió negando.
-Lo que tu extrañas es estar haciendo travesuras junto a ellos como una niña más.- Me acusó devolviendo su atención a la caja junto a ella.
-¿Tienes los adornos navideños?.- Ella asintió distraída por todo lo que había al interior de la caja.
Mily no tardó en dejar de lado sus juguetes y gateo hasta estar junto a su madre para husmear al interior de la caja también. Reí cuando la pequeña se aferró al cartón y se puso de pie con algo de dificultad intentando tener un mayor acceso a lo que había en el interior de aquel llamativo cubo de cartón en el que su madre estaba hurgando.
-Eso es mi sol. Tienes el espíritu navideño de un Jauregui.- Comenté mientras me movía hasta estar sentada sobre la alfombra junto a Camila y Emily quien sostenía un gorro de santa entre sus manos.
-A ella le encantará la Navidad tanto como a mí. Y aún no ha visto la nieve que se acumula afuera.- Camila aplaudió emocionada y yo no pude evitar besar sonoramente su mejilla ante lo adorable que lucía.
-Ya habrá tiempo para eso. Estoy segura de que Nick y Nigel se encargarán de demostrarle lo entretenido que puede ser estar allá afuera con toda esa nieve a su alrededor.
Acaricié el castaño cabello de mi hija y ella me miró tendiéndome un adorno de un lindo y brillante ángel dorado. Nos pasamos la tarde entre adornos navideños y divertidas anécdotas acerca de cada uno de ellos, la primera navidad de los gemelos como a mi mente, aquel fue un día muy especial y quería hacerlo tan especial para Emily también.
-¿Qué tienes allí pequeña?.- Pregunté observando atenta lo que mi hija tenía entre sus manos.
Un desgastado ramillete de muérdago del cual recordaba perfectamente la historia. Fue en nuestra primera navidad como casadas, luego de la gran cena familiar en la casa Jauregui.
-¿Por qué estamos aquí fuera?.- Preguntó Camila mientras llegaba junto a mi bajo en porche trasero de la casa.
-Porque sé cuanto te gusta ver la nieve caer.- Murmuré regalándole una sonrisa- Además quiero pase tiempo a solas contigo sin tanto bullicio.
