-¡Ya basta Lauren!.- Grité en un susurro cuando ella había comenzado a hacerme cosquillas provocando que me revolviese entre las mantas.
-Que aburrida eres.- Se quejó haciendo un puchero.
-No soy aburrida, te estoy salvando de prisión y un posible asesinato. A mi padre no le gustará saber que hemos dormido juntas.- Murmuré divertida acariciando su mejilla.
-Si no le gusta que estemos dormidas, no quiero ni imaginar que sería de mí si se entera de que tú y yo....
-¡Lauren!.- La corté en un grito ahogado sintiendo el ardor recorrer mis mejillas. Ella rió antes de dejar un beso en mi nariz.
-No te avergüences amor.- Dijo sin dejar de sonreír, mi corazón se aceleró y trate de pensar en si había oído bien.
-¿Me has llamado amor?.- Pregunté un tanto sorprendida y pude notar pánico en su rostro.
-¡Dios! ¿Fue muy pronto? De seguro lo he arruinado, yo....- La besé cortándola mientras me acercaba más a ella.
-Me encanta.
-Eso es genial...amor.- Reí viéndola fijamente a los ojos. Una de mis manos fue a parar a su nuca para dejar caricias en aquel lugar.
-Te amo.
-Yo te amo mucho más Camz.- Aseguró con determinación antes de besarme otra vez. Pero golpes en la puerta de mi habitación nos hicieron abrir los ojos de golpe.
-¿Mila?.- La voz de mi madre se escuchó desde el otro lado de la madera.
-¿S-si?.- Pregunté nerviosa y Lauren tuvo que morder su lengua para no reír por mi repentino cambio.
-Tu padre se ha marchado un poco antes. Ahora tienen algo de tiempo para vestirse y bajar para tomar el desayuno.- Lauren lanzó aquella risotada que había contenido segundos atrás.
-¿Pero cómo....?.- Quise saber confundida.
-Soy tu madre Camila. Tengo un increíble sexto sentido.- Aseguró la mujer antes de oyésemos sus pasos alejarse por el pasillo.
-Adoro a tu madre Camz.- Susurró divertida contra mi mejilla.
Tomamos una ducha y bajamos al piso inferior que ya estaba cubierto de un intenso olor a panqueques, tocino y huevos. Mi madre estaba la cocina sirviendo el apetitoso desayuno y al vernos de pie en el umbral nos hizo entrar y sentarnos en la mesa.
-Esto está delicioso Sierra.- Halagó mi novia refiriéndose al desayuno mientras le sonreía a mi madre sentada frente a nosotras.
-Gracias querida.- Murmuró mirándonos por algunos segundos con una expresión divertida que no logré descifrar.
-Mamá respecto a lo de hoy en la mañana, Lauren y yo sólo dormíamos.- Expliqué entre balbuceos.
-No hay problema. Después de todo eso es lo que harán cuando se vayan juntas a Nueva York, tu padre ya lo superará.- Comentó despreocupada tomando un poco más de su café.
Miré a la Alpha sentada junto a mí quien reprimía una sonrisa mirándome de reojo. No entendí aquello muy bien pero lo dejé pasar sin darle más vueltas al asunto. Estaba a sólo tres días de volver a mi cotidiana vida en Nueva York atada por un último año a la universidad, Lauren y yo habíamos discutido muy poco el tema desde aquella vez que insinuó querer irse conmigo. Ninguna de las dos había hecho referencia a aquello, tan sólo nos habíamos encargado de disfrutar nuestra última semana juntas