No sé muy bien cómo pero en cuestión de segundos estaba arrodillada junto a ella.
-¡No, tú no por favor! ¡No cierres tus ojos, Em!.- Rogué sintiendo las lágrimas mojar mis mejillas.
-Lo sien....to.- Susurró con esfuerzo dándome una leve sonrisa. Tomé su rostro entre mis manos en un intento desesperado por mantenerla conmigo.
-¡Quédate conmigo!.- Exclamé con angustiada pero sus ojos comenzaron a cerrarse sin esfuerzo- ¿Em? ¡¿Emily?!.- Sentí su cuerpo relajarse y también su último suspiro- ¡No! ¡No!.- Grité abrazándola contra mi pecho y escondiendo mi rostro en su cabello.
-¡Emily!.- Mi pecho se contrajo al escuchar el sollozo de mi madre cuando se acercó tomando a mi hermana por los hombros- ¡No nos dejes hija, por favor!
-No hay nada que hacer.- Max abrazó a Clarke por los hombros para consolarla intentando oprimir su propio dolor.
Apreté los puños a mis costados poniéndome de pie, la ira me recorría y no tenía el control de mí. Busqué rápidamente a Jim quien estaba herido a tan sólo unos metros presenciando la escena sorprendido por la acción de su padre. Estaba dispuesta a provocar el mismo o aún más dolor a Mike sin importarte nada, entonces con un sólo movimiento me transforme por segunda vez en aquel lobo de pelaje negro y blanco. Y cómo si de perseguir a mi presa se tratase, comencé a correr en su dirección sin importarme nada cegada por el dolor de la pérdida.
-¡Lauren, no lo hagas!.- Pero había sido demasiado tarde. Ambos estaban muertos ahora y yo había cumplido con la profecía de la que era protagonista.
La manada estaba libre de todo cazador.
...
-Lauren, tienes visitas.- Miré a Zack recargado contra la motocicleta a la cual estaba cambiando aceite y limpié mis manos en las piernas del overol atado a mi cintura.
Sabía perfectamente de quién se trataba, pues su hedor había llegado a mí desde hace unos minutos. Una media sonrisa asomó en mis labios cuando vi a Camila de pie cruzada de brazos viendo todo a su alrededor.
-¿En que puedo ayudarla señorita?.- Bromeé mientras me acercaba a ella con una sonrisa.
-Pues estaba buscando a mi novia.- Me siguió el juego acercándose un par de pasos- Ella es realmente irresistible.
-Eso suena bien. Creo que me enamoré sin conocerla.- Golpeó mi hombro riendo a carcajadas. Envolví mis brazos en su cintura atrayéndola contra mi cuerpo.
-No seas idiota.
-Y tú no seas tramposa y dame mi beso.- Murmuré contra sus labios antes de atrapar su boca y comenzar una danza entre nuestras lenguas.
-¿Cómo estás?.- Preguntó una vez que nos separamos y junté nuestras frentes aspirando su exquisito aroma- Ya sabes a lo que me refiero. Anoche has tenido pesadillas otra vez.
-Pues mejor que ayer y peor que mañana. Creo que es un progreso, ya ha pasado tiempo.- Sonreí con tristeza y ella acarició mi mejilla mirándome con algo de compasión.
Ya habían pasado siete meses desde aquella oscura noche. Desde la muerte de mi hermana menor. Cada vez dolía menos pero aún no podía sacar su recuerdo de mi mente por las noches, las pesadillas me atormentan apenas cierro mis ojos. El único refugio que tengo aquí en Nueva York es mi mate, es Camila quien ha estado siempre para mí.