Capítulo 32: Feliz Navidad

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He quedado con Beth para ir de compras navideñas y así contarle lo que sucedió con Darien, que casi nos atrapan nuestros padres y cómo mi madre sospecha que pasa algo entre nosotros.

Salgo corriendo de casa, poniéndome una bufanda, mientras Beth no deja de tocar el claxon de su coche repetidas veces.

—¡Meg, eres una lenta!

—Hola a ti también —saludo con ironía al adentrarme en el coche.

—Cuéntame ya mismo qué ha pasado con Darien, ¡necesito saberlo todo!

Beth conduce mientras le explico todo lo que había pasado desde que se fue la luz de casa hasta terminar teniendo sexo, incluso le cuento algún que otro detalle que hace que no deje de soltar blasfemias.

También le relato cómo esta mañana he tenido que salir corriendo de la habitación de Darien, ya que nos quedamos dormidos y nos hemos despertado al escuchar a nuestros padres llegar a casa.

—¡Joder, Darien es el Dios del sexo!

No lo sabes tú bien...

—Lo único malo es que puede que mi madre sospeche algo —hablo quitándome la bufanda mientras el coche se detiene en un semáforo—. Esto nos ha delatado.

—¡Oh, mierda, Meg! —exclama abriendo los ojos con sorpresa—. ¿No te habías dado cuenta de que llevas un chupetón?

Niego con la cabeza mientras me vuelvo a poner la bufanda y antes de que pueda responder el coche de atrás toca el claxon con mucha persistencia. Beth baja la ventanilla y se asoma por ella.

—¿¡Qué coño te pasa, imbécil!?

—Beth, está en verde —informo señalando el semáforo y cierra la ventanilla.

—Acabo de hacer el ridículo más grande de toda mi vida —afirma volviendo a poner el vehículo en marcha.

—No, tranquila, lo haces siempre.

✧ ✧ ✧

—¡La cena ya está lista! —avisa mi madre desde la cocina, donde lleva todo el día.

Hoy es Nochebuena y mi madre ha preparado una gran variedad de comida deliciosa: pavo asado, puré de patatas, pan de maíz y, por supuesto, su famoso pastel de manzana. ¡Qué ganas de probarlo!

—¿Estoy bien? —pregunto a Beth mientras me observo en el espejo—. ¿No crees que me he pasado con el maquillaje?

—Estás increíble, Meg. Darien va a flipar cuando te vea —asegura apoyada sobre el lavabo con los brazos cruzados—. Vamos ya, por favor, me muero de hambre.

Bajamos al salón y echo un vistazo a la decoración; la mesa está perfecta, el centro de mesa está formado por una guirnalda con toques dorados y flores rojas, junto a unos candelabros, y la cubertería tiene estampados navideños en tonos verdes.

Pero, sin duda, lo que más destaca sobre todo lo demás es el árbol, que está repleto de bolas rojas y doradas, y tiene una gran estrella brillante en lo alto.

¡No puede estar más bonito todo!

Me siento al lado de Darien, que me mira con una sonrisa traviesa, y coloca su mano sobre mi pierna mientras se inclina hacia mí. Dios, qué bien huele...

—Estás preciosa —susurra en mi oído y conduce su mano hasta llegar al dobladillo de mi falda—. No sabes lo que daría ahora mismo por quitarte este vestido.

Mi madre aparece en el salón y nos mira con el ceño fruncido. Darien se separa de mí enseguida y carraspea mientras toma su copa de vino y le da un largo trago.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora