Darien y yo nos encontramos sentados en el sofá, con el aire acondicionado ayudando a no morir de calor, mientras vemos una película y comemos helado, que ya es una costumbre. Estamos en pleno agosto y hace un calor sofocante. El verano ha llegado pisando fuerte este año.
Darien por fin está de vacaciones, aparte de que ya hace más de un mes que acabaron las clases para ambos, pero esta semana le han dado días libres en el trabajo, lo cual es perfecto puesto que en unos días es mi cumpleaños y podremos celebrarlo.
—¿Qué te parece Dylan? —pregunta Darien mientras sigue mirando la película—. Es un buen nombre. Además, se llamaría como tu actor favorito. ¿No sería genial que nuestro hijo se llamase Dylan O'Brien?
Todavía no tenemos decidido el nombre de nuestro hijo, en cambio, sí tenemos el de nuestra hija. Se llamará Emma, en honor a la madre de los gemelos, que se llamaba así. Es un nombre precioso, me gustó desde el primer momento en el que Darien lo propuso y ninguno tuvimos dudas de que ese era el nombre perfecto.
—Era mi actor favorito cuando era una adolescente —puntualizo llevándome una cucharada de helado a la boca—. Pero la verdad es que sí, me gusta Dylan, y sería fantástico que se llamase igual que el actor del que estaba enamoradísima.
¿Quién no ha estado enamorada de Dylan O'Brien durante su adolescencia?
—Así que enamoradísima, ¿eh? —me mira con las cejas muy alzadas y no puedo evitar soltar una pequeña risita—. Ya veo que no puedo competir con un actor de Hollywood que, además, seguro que es millonario.
—Te equivocas, tú estás por encima de él y de cualquier otro —confieso dejando un beso en la comisura de sus labios—. El único O'Brien del que estoy enamoradísima es del idiota de mi hermanastro. ¿Para qué voy a querer yo a un actor de cine?
—Vale, digamos que te creo... —suspira dándose por vencido—. Entonces, ¿está decidido? ¿Lo llamaremos Dylan?
—¡Claro! ¿Por qué no? Dylan y Emma suenan muy bien. ¡Son perfectos!
Darien sonríe ampliamente al ver mi efusividad. Estoy demasiado feliz de que mis hijos tengan nombre al fin. No se me da nada bien elegir nombres, la verdad. Al hámster que tuve con cinco años lo llamé Hámster, así que se puede decir que no tengo mucho talento eligiendo nombres bonitos y originales.
—Sigo sin creer que esto sea real. Nunca hubiese pensado que tú y yo acabaríamos juntos... ¡Y mira! —dice Darien acariciado mi barriga con mirada nostálgica—. Sí que soñaba con estar contigo pero... solo eran sueños. Aunque supongo que siempre tuve la esperanza de que se cumplieran, y como suele decirse: "el que la sigue la consigue".
Mis ojos se han llenado de lágrimas y tengo un gran nudo en la garganta. Con el embarazo tengo las hormonas demasiado revolucionadas y suelo estar más sensible de lo normal, por lo que sus palabras me hacen emocionarme sin pretenderlo.
—Cuando me enteré de que íbamos a ser hermanastros, me asusté —confiesa apoyando la cabeza sobre mi hombro—. Tenía miedo de que me vieras como a un hermano, eso era lo último que quería.
Siento la necesidad de decirle que jamás lo he visto como a un hermano, ya que siempre me sentí atraída por él, a pesar de negarlo constantemente y haber intentado evitarlo por todos los medios, pero no quiero interrumpirlo.
—Hice lo imposible para que no me vieses de esa forma, y aunque no creí de verdad que te enamorarías de mí, para mi sorpresa, lo conseguí. Y no te imaginas lo feliz que soy de tenerte en mi vida.
Lo abrazo escondiendo mi cara repleta de lágrimas en su cuello. No puedo hablar. No sabría qué decirle después de su confesión. Quiero decirle que yo también soy muy feliz por tenerlo a él, que me hace feliz ver cómo se esfuerza día a día conmigo, que a veces siento que si lo quiero un poco más llegaré a explotar...
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Mi peor pesadilla
RomansaImagina que tus peores enemigos se convierten en tus hermanastros, que se mudan a tu casa, y tú no puedes hacer nada para impedirlo. Sería una auténtica pesadilla, ¿no crees? Pues eso es lo que le sucede a la protagonista de esta historia; los gemel...