Capítulo 27: Pase lo que pase

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Tres meses más tarde...

Estoy paseando por South Bank, ya que he quedado con unos amigos de la universalidad para dar un paseo en barco por el río Támesis, cuando mi móvil suena y sonrío al ver quién me está llamado.

—¡Hola, Beth! —saludo—. ¿Qué tal estás? Llevas varías semanas sin llamar, lo cual es raro en ti, ¿a qué se debe?

Desde que me mudé a Londres hablamos casi todos los días, ha sido un gran apoyo para mí, pero estas últimas semanas no ha llamado y tengo la extraña sensación de que sé el motivo de su ausencia.

Aunque yo tampoco la he llamado, ya que he estado bastante ocupada con exámenes y trabajos de la universidad. Magisterio es más duro de lo que imaginaba.

—¡Ya sabía yo que echabas de menos mi preciosa voz! —exclama y no puedo evitar reír—. Respecto a eso... Tengo algo que contarte, no he tenido tiempo de llamar porque alguien me ha tenido ocupada.

—¿Ese alguien es un chico?

—Así es. Meg, estoy saliendo con...

—Jayden —respondo sin dejarla terminar.

—¿¡Cómo lo has sabido!?

—No sé... ¿Intuición? —digo encogiéndome de hombros aunque no pueda verme.

En realidad era demasiado obvio. En verano ya sospechaba que a Jayden le gustaba mi mejor amiga, y por la forma en la que Beth hablaba de él en nuestras últimas llamadas, también sospechaba que a ella le gustaba mi hermanastro.

Maldita sea, mi mejor amiga tiene novio y yo estoy aquí, sola, sin nadie... Sin Darien. ¡Mierda! ¿Por qué demonios cuesta tanto olvidar a alguien? Simplemente quiero que desaparezcan los sentimientos, y que se esfume de mi cabeza para siempre.

¿Acaso pido tanto?

—Tengo que contarte otra cosa...

La sonrisa se me borra en cuanto escucho las palabras de Beth, su tono se ha vuelto serio, lo cual me inquieta.

—Es Darien.

Escuchar su nombre hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo. Dejo de caminar y trago saliva, mirando hacia el London Eye.

—¿Qué pasa? —pregunto intentando contener las lágrimas.

—Está muy mal, Meg. Ya sé que te hizo daño, pero está enamorado de ti...

—¡Mierda, Beth, yo también! —sollozo y suelto un suspiro—. Pero quiero olvidarme de él, y por más que lo intento no logro conseguirlo... —hablo notando cómo las lágrimas caen por mis mejillas—. Porque lo sigo queriendo a pesar de haberme roto el corazón en mil pedazos.

—Te entiendo, pero Darien necesita hablar contigo, Meg —asegura—. Él ya no es el mismo de antes. Está deprimido y...

—¿Acaso es mi culpa? ¡Yo no fui la que apostó enamorarlo, maldita sea!

Respiro profundamente, intentando calmarme, y me aproximo hasta el borde del río, desde donde se ve el puente de Westminster y el Big Ben, y entonces escucho un sollozo.

—¿Beth? ¿Estás llorando?

—Sí, sí... —dice nerviosa—. Es que me he emocionado porque es tan horrible que no podáis estar juntos... Al menos, ¿quieres que le diga algo de tu parte?

—Sí, dile que... Que ya no le quiero, que le he olvidado, pero prometeme algo...

—Te lo prometo —responde.

—Nunca le digas que te lo he dicho llorando —le pido mientras me seco las lágrimas que caen por mis mejillas.

—¡Megan, te amo, joder!

Me quedo paralizada al escuchar la voz de Darien. Su voz está ronca y se nota lo dolido que está, pero no tanto como yo.

Mi corazón empieza a acelerarse y siento que me falta el aire. Mierda, hacía tanto tiempo que no escuchaba su voz...

—¿Beth, me dejas hablar con ella?

—Sí, claro —le responde Beth antes de escuchar cómo una puerta se cierra.

Debería colgar, pero no puedo.

—Sé que nos escuchaste, y... Sí, hicimos una puta apuesta. Pero me arrepiento tanto de eso... Joder, nunca hubiese imaginado que te enamorarías de mí, y te prometo que mis sentimientos han sido reales y nunca he querido hacerte daño... —hace una pausa intentando no llorar—. Sé que he sido un imbécil, pero... Por favor, perdóname...

Mis lágrimas siguen escapando de mis ojos sin control y sé que debo tener un aspecto horrible, con todo el rímel corrido.

—Sabes que te quiero, Megan.

Me quedo en completo silencio, ya que no soy capaz de decirle nada, aparto el móvil de mi oído, y entonces, aunque me duele hacerlo, cuelgo la llamada.

¡A la mierda todo!

Estoy cansada de sufrir por amor. Estoy en un nuevo país, tengo mucho por vivir y experimentar, y voy a disfrutar al máximo de esta experiencia pase lo que pase.

Porque si algo tengo claro es que la vida es demasiado urgente, y no la voy a malgastar llorando por tener el corazón roto.

Ahora Londres es mi nueva vida.

Y, por lo tanto, me toca vivirla.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora