Capítulo 38: Una oportunidad

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Estamos limpiando la cocina, es la última estancia de la casa que nos queda, ya que por fin hemos acabado de limpiar el salón. Después de unas largas y agotadoras horas de trabajo todo ha quedado impoluto.

Darien está metiendo todas las botellas de cristal, latas de cerveza y vasos de plástico en grandes bolsas de basura. No sabía que le fuese todo eso de reciclar pero me sorprendo al verlo organizar las bolsas según el tipo de recipiente.

Siempre descubro cosas nuevas que no sabía de él, y me pregunto cuántas cosas no descubriré, cuántas cosas más me perderé de Darien por no estar juntos.

Cuánto hay que desconozco de él.

Estoy absorta en mis pensamientos cuando mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón, así que dejo la fregona dentro del cubo de agua para poder leer el mensaje.

CONNOR: Hola, preciosa. ¿Qué te parece si cenamos juntos? Necesito verte.

Mi estómago da un vuelco al leer el mensaje de mi amigo. Me siento fatal. Ayer me fui de la fiesta con Darien sin avisar y esta mañana he visto que estuvo llamándome unas cuantas veces.

Dios, soy un completo desastre.

¿Cómo me olvidé de él?

Echo un rápido vistazo a Darien y me muerdo el labio sintiéndome culpable. Mierda. Además de cometer el error de acostarme con él (otra vez), lo antepuse a mi amigo. Connor consiguió que me divirtiera y disfrutara como no lo hacía desde hace tiempo y así se lo pagué.

Necesito compensarlo.

MEGAN: ¡Claro! Si te parece bien podemos cenar en mi casa, pedimos pizzas y vemos una película. Además, puedes quedarte a dormir. ¡¡¡Pijama party!!!

Me muerdo las uñas mientras espero su respuesta y cuando por fin acepta mi propuesta guardo el móvil para seguir fregando el pegajoso suelo de la cocina.

—Connor va a venir a cenar —informo a Darien que se detiene para mirarme con el ceño fruncido—. Así que vamos a darnos prisa que quiero terminar con esto lo más rápido posible.

—¿Va a venir aquí? ¿Otra vez? —gruñe apretando un vaso de plástico con fuerza entre sus dedos—. ¿Es que no tiene casa?

—Sí, y también se quedará a dormir. ¿Pasa algo si viene? ¿Acaso te molesta?

Nos miramos unos segundos, ambos nos fulminamos con la mirada completamente serios. Entonces Darien suspira, dándose por vencido, y rompe la tensa conexión que habíamos creado para seguir despejando la encimera de mármol.

—Un poco, la verdad —responde casi en un susurro pero consigo oírlo.

—Bien, pues no me importa, si te molesta es tu puto problema —digo dándole la espalda y sigo limpiando en silencio.

Acabamos de limpiar una hora más tarde y subo a mi habitación para preparar el sofá cama en el que dormirá Connor. Estoy colocando sábanas limpias en el colchón cuando el timbre suena.

Acabo de colocarlas rápido y bajo a recibir a mi amigo, que lleva una pequeña mochila colgada del hombro donde supongo que llevará el pijama y sus cosas de aseo.

—¡Hola! —saludo dándole un abrazo y me separo para dejarlo pasar—. Vamos a dejar tu mochila en mi habitación.

Asiente y me sigue escaleras arriba. Entramos en mi habitación y lanza su mochila sobre la que durante esta noche será su cama.

—Esto... ¿Estamos solos? —pregunta pasándose una mano por el pelo.

—Mis padres se han ido a casa de unos amigos mientras limpiábamos el desastre de anoche y no sé cuándo volverán, pero para mi desgracia Darien sí está —informo y Connor carraspea con incomodidad.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora