—Eso no es todo... —habla Beth y me quedo paralizada delante de la puerta—. Además de eso también... Besaste a Jayden.
—¡¿Que hice qué?! —exclamo incrédula y cierro la puerta rápidamente para que nadie pueda oír la conversación.
No me lo puedo creer.
Ojalá sea una maldita pesadilla.
—¿Y ahora cómo lo miro a la cara? Me voy a morir, joder... —digo mientras doy vueltas por la habitación con la mano en la frente—. ¿Lo besé yo o me besó él?
—No lo sé. No lo recuerdo bien —dice encogiéndose de hombros—. Solo recuerdo vuestro beso delante de toda la fiesta.
Mierda. Ahora todo el mundo sabrá que besé a Jayden. Aunque con suerte tal vez todos estuviesen tan ebrios que no recuerden absolutamente nada.
—¡Es mi hermanastro!
—Y os odiáis —me recuerda Beth.
Me tiro sobre la cama y empiezo a gritar con frustración tapándome la cara con la almohada. ¡Esto es horrible! No puedo creer que haya hecho eso...
Besar a mi hermanastro. ¿Cómo se me ha podido ocurrir hacer algo así? ¿En qué estaría pensando? Mejor dicho, ¿acaso no pensé lo que hacía?
Definitivamente esta es la última vez que me emborracho en una fiesta. No pienso beber más... Ya he tenido suficiente.
—Meg, conozco a un psicólogo genial que te puede ayudar, ¿sabes? —escucho decir a Beth con burla—. ¿Quieres su número?
—Es al que sueles ir tú, ¿no? —contesto mirándola desafiante—. Creo que es un gran timo, a ti no te ha funcionado.
—¿Por qué no te ahogas con la almohada?
—Eso es lo que pensaba hacer —me vuelvo a tapar la cara pero Beth se aproxima hasta mí y me la quita.
—¡Afronta tus problemas! —exclama golpeándome con la almohada—. ¿Acaso eres una niña pequeña? ¡No, no lo eres!
En realidad, sí me siento como una en este preciso momento...
—¡Así que vas a levantar tu culo de esa cama y vas a afrontar lo que has hecho como una persona adulta! —me ordena Beth sin dejar de golpearme con la dichosa almohada—. ¿Me has entendido?
Me quedo callada y solamente me limito a asentir con la cabeza una y otra vez mientras la miro aterrorizada.
Mi mejor amiga tendría que estar en un manicomio. A veces da tanto miedo...
Sin duda, Beth Sullivan está loca.
Una vez me siento algo más preparada para afrontar cualquier cosa decidimos bajar a desayunar, es entonces cuando nos encontramos la casa hecha un auténtico desastre. Hoy está siendo un día de esos en los que preferiría no haberme levantado de la cama. Quiero desaparecer.
¿Qué es lo que hicimos anoche? ¿Acaso pasó un huracán por el salón? Estoy segura de que si mi madre ve esto no empezaré viva la universidad.
—¿Estás viendo lo mismo que yo?
Me quedo plantada en medio del salón sin saber qué decir, estoy demasiado aturdida para reaccionar de alguna forma. No doy crédito a lo que estoy viendo.
—Mi madre me va a matar —consigo decir llevándome las manos a la cabeza.
—No te preocupes, no es tu culpa, todo fue idea de los gemelos —dice Beth restándole importancia al asunto.
—Ahora mismo no puedo pensar, necesito comer algo —murmuro dirigiéndome a la cocina, la cual está completamente hecha un desastre, al igual que el salón.
Hay botellas, latas de cerveza y vasos de plástico por todas partes. Además, el suelo está pegajoso, como si hubiesen tirado litros de alcohol. ¡Es asqueroso!
—¿Te apetece una taza de vodka con cereales? —pregunta Beth divertida y no puedo evitar reír.
Mejor reír que llorar, ¿no?
—¡Joder, qué resaca! —gruñe Darien mientras entran los dos en la cocina.
Jayden posa sus ojos en mí por unos instantes y mi corazón se acelera más de lo normal. Mierda, estoy perdida. No puedo luchar contra ellos. Esto de vivir con dos adolescentes guapísimos es una tortura. ¿Qué voy a hacer? ¡Tengo ojos en la cara!
—No vuelvo a beber en mi vida —dice apartando la mirada de mí.
—¿Jayden, eres tú? —pregunta Beth irónica sin dejar de reír, mientras despeja la mesa para sentarnos a desayunar.
Preparamos entre todos el desayuno en silencio. Jayden prepara café y Darien prepara tostadas para todos. Beth prepara la mesa y le da tazas a Jayden para servir el café, y yo coloco sobre la mesa mantequilla y mermelada para las tostadas.
Tengo una fuerte obsesión por la mermelada de fresa. ¡Está deliciosa!
Nos sentamos a desayunar y observo que Jayden tiene la mirada perdida en su taza de café, mientras le da vueltas con la cucharilla. ¿En qué estará pensando?
¿Recordará el beso? ¿Por qué yo no me acuerdo de lo que pasó anoche? ¿Me besó él? ¿Lo habré besado yo? ¡Qué vergüenza! ¿Y si Beth iba tan borracha que le pareció ver algo que no era? Aunque me lo ha dicho muy convencida y...
—¡Beth! ¿Por qué me pellizcas? —gruño frotándome el brazo dolorida.
—Te habías quedado embobada mirando a Jayden —murmura subiendo y bajando las cejas con una sonrisa socarrona.
Sin poder evitarlo me muerdo el labio inferior. Me siento muy avergonzada, solo espero que los gemelos no digan nada al respecto para burlarse de mí.
—La casa está hecha un desastre, tenemos que limpiarla antes de que nuestros padres vuelvan —cambia de tema Darien, al cual se lo agradezco.
—Vosotras nos váis a ayudar a limpiar la casa, ¿no? —pregunta Jayden—. No vamos a poder nosotros dos solos, ya habéis visto cómo está todo.
—¡Qué despistada soy! —exclama Beth de una forma muy poco creíble—. Tenía cita en el médico y resulta que llego tarde.
—Tú no te mueves de ahí —le ordena Jayden señalándola con el dedo.
—Pero dijisteis que lo limpiaríais todo vosotros, ese era el trato —gruño de brazos cruzados—. ¿Por qué tenemos que limpiar nosotras también? ¡No es justo!
—Porque vivimos todos aquí —contesta Darien tan arrogante como siempre.
—Yo no vivo aquí —dice Beth levantándose de la mesa—. ¡Así que me voy!
—Pero te pasas la vida aquí —responde Darien con obviedad y no puedo evitar soltar una pequeña carcajada.
Aunque me cueste admitirlo, Darien tiene razón. Beth pasa más tiempo aquí que en su propia casa. No me creo que concuerde con él en algo. Creo que es la primera vez que opinamos igual, y lo más seguro es que también sea la última.
—¡Nada de excusas, todos a trabajar!
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Mi peor pesadilla
RomantizmImagina que tus peores enemigos se convierten en tus hermanastros, que se mudan a tu casa, y tú no puedes hacer nada para impedirlo. Sería una auténtica pesadilla, ¿no crees? Pues eso es lo que le sucede a la protagonista de esta historia; los gemel...