—¡No, no me toquéis! —grito corriendo por el pasillo cuando los gemelos vienen detrás de nosotras cubiertos de pintura.
Estoy convencida de que nuestros padres se van a enfadar mucho cuando vean todo el suelo lleno de huellas verdes. Eso me recuerda a cuando Beth y yo llenamos de pintura y purpurina toda la casa mientras hacíamos unas manualidades para clase. Nunca había visto tan cabreada a mi madre como aquel día.
—¡Nos la váis a pagar!
—¿Por qué no os miráis en el espejo? Hay que ver qué mal sientan los años... —dice Beth con una enorme sonrisa burlona.
Los gemelos se adentran rápidamente en el baño para mirarse en el espejo y abren los ojos sorprendidos al descubrir todo lo que hemos dibujado en sus rostros. No les ha hecho tanta gracia como a nosotras a juzgar por sus expresiones.
Sus caras son todo un poema.
—Solo falta que esto sea... —murmura Darien mientras intenta borrar el bigote y el entrecejo que tiene dibujados frotando con frustración.
—Permanente, lo que ibas a decir, has dado justo en el clavo —termino la frase por él y abre los ojos aterrorizado.
—Dime que es una broma —habla Jayden lavándose la cara con agua.
Beth y yo no podemos dejar de reír y los gemelos nos miran furiosos pero con un brillo maléfico en sus ojos. Presiento que algo malo va a pasar. Esas miradas no indican nada bueno, así que lo más probable es que vayan a vengarse.
En un momento, pillándonos totalmente por sorpresa, estamos en sus brazos. Los gemelos nos llevan sobre sus hombros como si fuésemos sacos de patatas y he de confesar que empiezo a tener mucho miedo. ¿Dónde demonios nos llevan?
¡Creo que nos van a matar!
Mierda, soy demasiado joven para morir.
—¡Darien, me estoy mareando! —grito viendo cómo todo a mi alrededor empieza a dar vueltas—. Creo que voy a vomitar. Déjame bajar, por favor. ¡Te lo suplico!
—¡Jayden, me vuelves a tocar el culo y te corto las manos! —gruñe Beth.
—¡Bajadnos, por favor! ¡Solamente era una pequeña broma de bienvenida!
Pataleo como una niña pequeña mientras golpeo en la espalda a Darien con todas mis fuerzas. De verdad que no entiendo cómo es capaz de aguantar con el daño que le debo de estar haciendo.
—¡No, a la piscina no!
—¡Sí, a la piscina sí! —dicen a la vez tirándonos al agua con esa sonrisa que tanto odio.
Cuando saco la cabeza del agua veo a los gemelos riéndose a carcajadas.
Estúpidos gemelos O'Brien...
—Venga, a la ducha —les ordena Beth tirándoles agua con las manos—. ¿O es que pretendéis dormir con eso por encima?
Los gemelos se miran entre ellos, como si se estuviesen leyendo la mente, y en sus caras aparece una extraña sonrisa que hace que se me hiele la sangre.
Madre mía, virgen santísima...
¡Se están quitado la ropa!
Joder, no pensaba que debajo de esas camisetas tan anchas que suelen llevar escondiesen esos abdominales.
Cuando vuelvo de mis pensamientos veo que los gemelos ya no están fuera de la piscina, han saltado al agua. Uno de los dos me coge por la cintura y me hunde bajo el agua, haciendo que me sobresalte.
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Mi peor pesadilla
RomanceImagina que tus peores enemigos se convierten en tus hermanastros, que se mudan a tu casa, y tú no puedes hacer nada para impedirlo. Sería una auténtica pesadilla, ¿no crees? Pues eso es lo que le sucede a la protagonista de esta historia; los gemel...