—Ya está —informo cuando salgo del baño sosteniendo el test de embarazo.
Tras estar toda la noche sin dormir y sin dejar de darle vueltas al asunto, y tras tener náuseas varias veces en lo que llevo de día, he decido afrontar la situación. No puedo esperar más, he de saber cuanto antes si estoy embarazada.
Así que después de una larga ducha, y muchas lágrimas derramadas, he llamado a mi mejor amiga, la cual se ha presentado de inmediato en mi casa con la caja del test que muy bien prometió guardar.
—¿Qué ha salido? —pregunta Beth mordiéndose las uñas con nerviosismo.
—Todavía nada, hay que esperar un poco. Esto lleva su tiempo —respondo con la voz entrecortada mientras me siento sobre la cama con las manos temblorosas.
Mientras esperamos la puerta de mi habitación se abre y aparece Jayden. Entra tan rápido que por poco no me da tiempo a esconder el test bajo la almohada. Abro los ojos con sorpresa esperando saber por qué demonios está él aquí.
—Quiero saber si voy a ser tío —explica encogiéndose de hombros al ver mi cara.
Volteo hacia Beth con las cejas alzadas esperando una muy buena explicación. Se suponía que nadie debía saberlo. ¡Incluso ella misma fue la que propuso guardarlo para que nadie lo viese! Debí imaginar que se lo contaría a Jayden, entre ellos no hay secretos, se lo cuentan todo.
—¿Por qué se lo has dicho?
—Te juro que no se lo iba a decir, pero encontró el test y el idiota pensó que era mío —explica fulminando a Jayden con la mirada—. ¡Se puso pálido al ver la caja! Así que no me quedó más remedio que decirle la verdad. Era eso o matarlo del susto.
—Tranquila, Meg, no se lo voy a decir a nadie. Ni siquiera a mi hermano, eso es cosa tuya —me asegura Jayden posando sus manos sobre mis hombros—. Voy a ser una tumba, confía en mí, ¿de acuerdo?
Asiento con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazo con fuerza. Por el rabillo del ojo veo que Beth se acerca para sacar el test de debajo de mi almohada y pega un grito que hace que nos separemos de inmediato.
—¡Oh, Dios! ¡Ya está el resultado!
Mierda. No puedo verlo.
Jayden se aproxima a su novia y mira por encima de su hombro. Observo con detenimiento las reacciones tan contrarias de ambos; Beth está perpleja pero en su cara se empieza a formar una pequeña sonrisa, en cambio Jayden tiene el ceño fruncido y se pasa la mano por la nuca.
Mis nervios van aumentando, y al verlos ahí parados mirando el test hace que sea más consciente de lo que está sucediendo. Ya está hecho. No hay vuelta atrás. Este es el momento en el que sabré la respuesta. Y aunque sigo sin estar preparada sé que es lo correcto. No podía posponerlo más.
—¿Dos líneas? —pregunta Jayden con gran confusión—. ¿Eso qué significa?
Oh, no...
—¡Meg, estás embarazada!
No. Imposible. No puede ser...
¡Joder! ¡Mierda! ¡Joder!
Sabía que cabía la posibilidad, pero tenía la esperanza de que no iba a ser verdad. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, ¿no? Pues yo ya lo he dado todo por perdido, no me quedada nada de eso.
Al escuchar las palabras de Beth me quedo inmóvil, siento que mi cuerpo no es capaz de responder, mi vista se ha nublado y creo que no puedo respirar. Noto mis mejillas húmedas, sé que estoy envuelta en un mar de lágrimas pero sigo sin poder moverme.
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Mi peor pesadilla
RomansaImagina que tus peores enemigos se convierten en tus hermanastros, que se mudan a tu casa, y tú no puedes hacer nada para impedirlo. Sería una auténtica pesadilla, ¿no crees? Pues eso es lo que le sucede a la protagonista de esta historia; los gemel...