Capítulo 13: Doctor O'Brien

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Por más que intento dejar de pensar en lo que pasó ayer entre Darien y yo me es imposible, no puedo evitarlo.

No solo no puedo dejar de pensar en eso desierta, también me traicionan mis sueños haciendo que vuelva a revivir de nuevo nuestro momento en el baño.

Cuando me he despertado estaba completamente sudada y con el corazón latiendo a toda velocidad. Mierda. Tan solo quiero olvidarlo y seguir viviendo como si nada hubiese pasado. ¿Tan difícil es?

¿Por qué no dejo de pensar en él?

Decido salir a correr para concentrarme en algo no sea Darien. Supongo que será bueno para distraer mi mente. Así que me pongo ropa deportiva, me recojo el pelo y cojo mi móvil y auriculares para poder escuchar música.

Bajo las escaleras rápidamente y entro en la cocina para coger una botella de agua antes de irme, pero para mi sorpresa me encuentro con Jayden.

—¿Dónde vas? —pregunta dándole un sorbo a su taza de café.

Me acerco a la nevera para coger una botella de agua fría y volteo a mirar a Jayden, que está sentado observándome mientras desayuna.

—Voy a salir a correr —explico y me acerco hasta él—. ¿Te apetece venir?

Asiente sonriendo y se levanta de la mesa para dejar la taza de café en el fregadero y desaparece de la cocina. En apenas unos minutos aparece con ropa deportiva y salimos de casa.

Empezamos a correr en silencio y dejo que todos mis pensamientos desaparezcan de mi caótica mente concentrándome en mi respiración y en «Cruel Summer» de Taylor Swift que suena en mis auriculares.

Esto es lo que necesitaba, desconectar de todo. Por un momento siento que todas mis preocupaciones desaparecen, como si nunca hubiesen existido...

Hasta que Jayden habla.

—¿Por qué pegó Darien a ese tío?

Había conseguido olvidarme de Darien durante unos instantes hasta que Jayden ha decidido mencionar su nombre.

¡Maldito idiota!

—Porque estaba siendo un auténtico imbécil conmigo —contesto respirando con dificultad y de reojo lo veo asentir no muy convencido—. ¿Cómo lleva el labio?

—Todavía lo tiene hinchado, pero por suerte no ha sido nada grave —responde respirando también con dificultad.

Jayden tiene razón, ha tenido suerte de que no fuese algo mucho peor. Viendo la pinta de aquel chico, que era mucho más grande que Darien, podría haberlo enviado al hospital de inmediato.

Sé que lo hizo para defenderme, pero aún así fue un error por su parte.

Acelero y noto cómo a Jayden le cuesta seguirme el ritmo y se queda un poco atrás de mí. Giro la cabeza para verlo con una gran sonrisa de orgullo y al instante mi tobillo se tuerce y caigo al suelo.

—¡Ah! Me duele mucho... —digo intentando contener mis lágrimas y Jayden se acerca rápidamente a mí con preocupación.

Examina mi tobillo y me coge en brazos para llevarme hasta uno de los bancos que hay en un pequeño parque cerca de donde nos encontramos.

Me sienta con mucho cuidado y observa mejor mi tobillo, que se está empezando a hinchar. Me quita la zapatilla y hace un masaje en la zona inflamada.

Maldita sea... ¿Por qué siempre me tienen que pasar estas cosas a mí?

—¿Estás mejor? —pregunta sonriendo y asiento devolviéndole una sonrisa.

—Gracias, Jayden —murmuro antes de rodearlo con mis brazos.

—No tienes que darlas, para eso estamos los hermanos —sonríe devolviéndome el abrazo con más fuerza.

Cuando quiere es un auténtico amor, me gusta esa parte de él, cuando deja de lado las bromas y estupideces, y simplemente es un chico simpático y agradable.

Aunque pocas veces pasa eso, ya que siempre intenta de alguna forma ser el centro de atención con sus tonterías.

Los gemelos O'Brien llaman la atención allá donde van, no solo por su físico, sino por sus personalidades.

Aunque son muy diferentes en todos los sentidos. Aunque físicamente los dos son iguales, llevan el corte de pelo distinto, lo que hace que no sean tan parecidos.

Jayden lleva el pelo más largo que su hermano, y le da un aspecto más juvenil. 

Además, en cuanto a personalidad Jayden es mucho más gracioso y simpático, o al menos lo intenta, y Darien simplemente no puede evitar llamar la atención con su fachada de chico duro y misterioso.

Y tiene todo el tiempo esa estúpida sonrisa prepotente que me vuelve loca...

Quiero decir, que odio.

—¿Nos vamos? —pregunto rompiendo nuestro abrazo y miro mi tobillo—. Creo que será mejor que me ponga hielo...

Jayden observa mi tobillo, que ahora está morado, y hace una mueca. Se levanta de un salto y me ayuda a apoyarme en su hombro caminando con dificultad.

Me duele como mil demonios...

—Espera, así mucho mejor —me coge en brazos y comienza a caminar.

—Jayden, bájame... Así parezco una niña pequeña. ¡Qué vergüenza! —digo tapándome la cara con ambas manos mientras río avergonzada.

—No vas a ir cojeando —niega frunciendo el ceño y sigue caminando.

—¡Qué cabezota que eres!

—Y también sexy —murmura mirándome con una sonrisa y me guiña un ojo.

Es Jayden... ¿Qué le vamos a hacer?

Después de un largo camino llegamos a casa y Jayden entra al salón, todavía conmigo en brazos, y me deja en el sofá para ir a por hielo.

Enseguida vuelve sosteniendo una bolsa de hielo en una mano y una crema para la inflamación en la otra, y se acerca a mí colocando la bolsa sobre mi tobillo.

—Gracias, doctor O'Brien —le agradezco guiñándole un ojo y una pequeña risa se escapa de sus labios.

Cuando acabe el verano Jayden cursará su primer año de enfermería, aunque en realidad quería estudiar medicina pero sus notas no eran lo suficientemente altas para acceder a esa carrera.

Aún así, creo que será un buen enfermero.

—De nada, lo que haga falta por mi paciente favorita —dice formando una enorme sonrisa.

Tengo que admitir que ahora ya no lo odio tanto, incluso he empezado a cogerle cariño. Además, después de haber sido hija única toda mi vida, me alegro de poder tener un hermano por fin.

Espero que no haya nada que me haga cambiar de opinión.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora