Capítulo 26: Un nuevo comienzo

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—Llámame cuando llegues —ordena mi madre intentando contenerse.

Anthony guarda mi maleta en el maletero del taxi mientras me despido de mi madre. La abrazo con fuerza y no logro contener mis lágrimas, que escapan sin control.

La voy a echar tanto de menos...

—Te quiero, mamá.

—Yo también, hija —susurra mientras una pequeña lágrima cae por su mejilla, que inmediatamente limpia—. Te voy a echar muchísimo de menos.

—Prométeme que estarás bien, sabes que yo lo estaré —intento sonreír—. Papá cuidará bien de mí, no te preocupes.

—Te lo prometo, Megan. Estaré bien mientras tú lo estés, y no me cabe duda que estarás bien allí —asegura acunando mi cara mientras forma una sonrisa.

Yo también creo que estaré bien. No tengo dudas, porque, a pesar de no tener a mi madre o a mi mejor amiga, sé que tendré a mi padre y que conoceré a gente nueva. Londres es un nuevo lugar lleno de posibilidades para mí.

Pero, sobre todo, me tengo a mí misma.

Y será una buena forma de resetear mi vida y poder conocerme mejor. Empezar de nuevo, pasar tiempo con mi padre, vivir nuevas experiencias...

Y, quién sabe, incluso arreglar mi corazón.

Abrazo de nuevo a mi madre, intentando guardar este momento para siempre en mi memoria, ya que pasará mucho tiempo hasta que la abrace otra vez, así que quiero poder recordarlo.

—¿No te despides de los chicos? —pregunta Anthony acercándose hasta nosotras con el ceño fruncido.

Joder, ¿qué le digo? ¿Que no puedo despedirme de ellos porque su hijo es la razón por la que me voy, ya que me ha roto el corazón en mil pedazos y no podría soportar seguir viviendo aquí?

¡Maldita sea, piensa algo, rápido!

—No, no quiero despertarlos —miento agachando la mirada al separarme de mi madre—. Me tengo que ir ya.

Entro en el taxi y miro a través de la ventanilla hacia la casa, las lágrimas caen por mis mejillas en cuanto dirijo la mirada hacia la ventana de la habitación de los gemelos, con la esperanza de que Darien aparezca y me pida que me quede.

Pero no lo hace, porque no le importo.

Sonrío triste a mi madre y Anthony, que están abrazados, mirándome de la misma forma que yo, y el taxi arranca.

—Buen viaje —escucho decir a Anthony despidiéndose con la mano.

Me coloco los auriculares y busco en mi móvil una playlist con canciones tristes. En este momento es lo único que me apetece escuchar, canciones con las que me pueda sentir identificada, letras con las que poder llorar y desahogarme.

La primera canción que aparece en la playlist es «i hate u, i love u» y mi corazón se encoje al escuchar la melodía. Describe a la perfección mis sentimientos, como si estuviese hecha para mí.

"Feeling used but I'm still missing you.

And I can't see the end of this.

Just wanna feel your kiss against my lips."

Varias canciones después, muchas lágrimas y bastantes pañuelos usados, por fin el taxi se detiene en la entrada del aeropuerto. Pago al taxista, saco mi maleta y me dirijo rápidamente a la puerta de embarque, ya que mi vuelo sale en unos minutos.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora