Capítulo 33: Se ha acabado

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Estamos desayunando todos juntos ya que es la mañana de Navidad y Anthony ha decidido preparar el desayuno favorito de sus hijos: chocolate caliente con "marshmallows". ¡Está delicioso!

Miro a Darien, que está frente a mí, y me percato de que lleva puesta la pulsera que le he regalado. Su mirada atrapa la mía y la baja un momento hasta mi cuello, donde está el collar con nuestras iniciales, y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

Ambos sonreímos al darnos cuenta de que llevamos puesto nuestros regalos, pero la sonrisa de Darien desaparece enseguida y baja la mirada a su taza de chocolate.

Volteo hacia mi madre, que está sentada a mi lado, y observo cómo lo está mirando con un gesto de molestia. Darien carraspea incomodo mientras se levanta de la mesa y después de dejar su taza en el fregadero sale de la cocina sin decir nada.

—Voy al baño, ahora vuelvo —me excuso levantándome para ir tras Darien.

Salgo de la cocina y subo las escaleras rápidamente, me dirijo a la habitación de los gemelos y entro en ella sin llamar.

—¿Puedes parar? —pregunto de inmediato cruzándome de brazos frente a él.

—¿Parar de qué?

—De ignorarme —respondo dando un paso hacia delante—. ¿Por qué no me hablas?

—Lo estoy haciendo ahora, ¿no?

—Darien, mi madre te dijo que no quería vernos juntos, ¿no es así? —interrogo y noto cómo su mandíbula se tensa.

¡Lo sabía! Beth tenía razón, Darien solo está fingiendo porque mi madre le habrá dicho que no quiere que estemos juntos. Por esa razón no me habla y me evita en todo momento, por ese estúpido motivo se ha marchado de la cocina cuando mi madre lo ha pillado mirándome.

—¿Por qué no te callas? —gruñe molesto mientras da un paso al frente.

—¿Por qué no dejas ya de fingir?

—¡Dios! Eres tan insoportable cuando te lo propones... —exclama formando una mueca y dejo caer mis brazos a cada lado de mi cuerpo apretando mis puños.

—¡Y tú un completo idiota!

—Será mejor que te calles y te vayas.

—¡No! No quiero —niego con firmeza y Darien da otro paso hacia mí, sé que intenta que me sienta amenazada.

Por un momento siento que el ambiente entre nosotros dos está cambiando y lo que había empezado siendo una discusión normal se está convirtiendo en una extraña discusión cargada de tensión sexual.

—¡Megan, cállate y vete!

—¿O sino qué? —pregunto dando otro paso mientras quedamos a escasos centímetros de distancia y casi puedo notar su fuerte respiración—. ¿Me vas a obligar?

Darien no responde y me mira fijamente con una expresión de enfado. Hasta de esa forma está guapo, con la mandíbula apretada y los ojos con un brillo oscuro.

Abro la boca y antes de que pueda decir algo más Darien me agarra de la cintura con fuerza, atrayéndome hacia él, y me hace callar con un beso.

Enredo mis manos en su nuca y profundiza el beso con más intensidad. No es un beso salvaje ni desesperado pero tampoco suave ni dulce, es una mezcla entre la necesidad y el enfado, como si intentara calmarse devorando mis labios.

Nos separamos con las respiraciones agitadas y Darien apoya su frente sobre la mía sin dejar de mirarme y con sus manos todavía aferradas a mi cintura.

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora