Esa noche tuve pesadillas en donde Alexander me golpeaba una y otra vez por lo que le hice a Ximena, al día siguiente me levanté temprano y escuché ruidos en la cocina, era Alexander.
-¿Gretel?. Preguntó y entré a la cocina, tenía un aspecto pacífico con una taza de café en la mano y el móvil en la otra, tenía puesta una camiseta celeste y unos jeans de mezclilla.
-Tienes veinte minutos para bañarte e iremos al centro comercial, así que date prisa por favor, tengo muchas cosas por hacer."Por favor". Esta vez sonaba verdadero, era una palabra que nunca había utilizado para hablar conmigo, siempre me da órdenes, sin preguntar mi opinión.
¿Sabe lo que hice? ¿Y dónde está Ximena?
Me metí bajo la regadera para aclarar un poco mis pensamientos, tal vez y nunca hice nada, solo fue un sueño, quizás el líquido no era tóxico, con suerte solo le dio un dolor de estómago y está en casa descansando.
Salí de la ducha y decidí usar una falda rosa con una blusa blanca y unos zapatos blancos de lentejuelas, cepille mí cabello y salí a la cocina en donde Alexander y yo salimos de la casa y subimos al jeep para soportar cuatro horas de camino hasta llegar a la sucursal más cercana de una cadena de ropa y víveres.
-No tengo que repetir de nuevo lo que haré si intentas escapar o si tratas de pedir ayuda ¿De acuerdo?. Dijo sacando de la guantera del coche un arma, yo sólo asentí, justo antes de entrar me dio un pequeño tirón de cabello sólo para demostrarme que él tiene el control.
La tienda no era muy grande, solo contaba con tres o cuatro empleadas que nos sonreían amistosamente en cuánto nos miraban.
-Sonríe, parece como si hubieras matado a alguien. Me dijo Alexander dándome un no muy amistoso apretón en el hombro y un escalofrío me recorrió el cuerpo, él lo sabía y me haría pagar las consecuencias.
Traté de demorar mucho tiempo escogiendo ropa para evitar volver a casa pero tras dos horas en la sucursal, Alexander aparentaba un aspecto aburrido y cansado. Se encuentra sentado en una silla frente a los vestidores con prendas en las manos que me había probado. Incluso las empleadas parecían no prestarnos atención.
-¿Qué te parece?. Le pregunté saliendo del vestidor con un vestido rojo de encaje, en lo general no me gustaban los vestidos pero casi me había probado todo en la tienda.
-¿Podemos ir nos ya? ¡Gretel! hemos estado aquí casi tres horas, te has probado decenas de vestidos, estoy hambriento.
-Lo siento... Es que aún no me decido si me gusta más este vestido en rojo o azul. Dije sonriendo de forma inocente.
-Te compraré ambos pero ya vámonos. Dijo poniéndose de pie y podía ver el enojo en sus ojos, se acercó un poco más y esta vez habló mucho más bajo sin antes echar un vistazo a los empleados para asegurar se que no existieran miradas sobre nosotros. -Me quiero largar ¡ya! así que apúrate o te sacaré a empujones del vestidor y te llevaré a rastras al estacionamiento, será peor para ti, así que no compliques más las cosas. Murmuró y tragué saliva.
Corrí asustada al vestidor para quitarme el vestido y buscando mi ropa quizás podía pedir ayuda a los empleados, bueno era un señor entrado en años y dos chicas, tres contra uno... Mejor dicho tres contra un chico maniático y con un arma.
Pensé en gritar. Pedir ayuda.
Probablemente Alexander nos dispararía a todas antes de siquiera poder cruzar la puerta de salida.
Había llegado mi fin, no tenía por qué esperar soñando con una esperanza que no existía, tan solo fue una ilusión que ahora mismo se desvanecía ante mis ojos.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
SachbücherNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...