Capitulo 1 Kassandra

8.7K 599 19
                                    

Hoy mi nombre es Kassandra, cada seis meses tengo un nombre distinto, un hogar nuevo en una ciudad a cientos de kilómetros pero la historia siempre es la misma una y otra vez.

Mis padres murieron hace ocho años en un accidente automovilístico, desde entonces vivo con mi hermano mayor, Alexander.

El hermano perfecto que se hizo cargo de su pobre hermana huérfana, el chico que tiene un buen empleo y una casa bonita, el hombre joven que ayuda a las vecinas a pintar sus casas, y regala dulces a los niños del vecindario, el dulce ángel apuesto de cabello negro y ojos grises, que asiste a la iglesia todos los domingos, el chico perfecto con el que todos quieren estar.

Pero nadie sabe lo que hay detrás de una cara bonita, cuando la puerta se cierra con seguro y nadie está poniendo atención.

Estúpidas personas, no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor o simplemente no tienen el valor suficiente para aceptar la realidad del mundo en el que viven, prefieren vivir en un mundo de fantasía.

Por ejemplo, la señora pelirroja con un bebé en los brazos que la arrulla con paciencia a pesar que dentro de unos años su hija crecerá y la dejará de querer la por ir a vivir a otro lado, o la pareja joven que esta pagando en la caja unas latas de comida, apuesto a que la chica no se da cuenta que su novio no deja de ver a la cajera y le sonríe coquetamente.

-¿Dónde has estado? Te he estado buscando por todo el súper mercado Kass. Dice Alex frente a mí, luce molesto aunque trata de disimular, empuja un carrito de compras con cereales, latas, leche, fruta y otros artículos para la casa, antes de que pueda hacer algo para lastimarme, una pequeña niña con un vestido rosa con motas celestes choca con el cayendo al suelo y rompiendo a llorar.

Él la levanta entre sus brazos mientras sonríe y trata de consolarla, detrás de ellos hay una mujer castaña que luce preocupada y corre hacia ellos gritando el nombre de la pequeña "Renata", después de dar le las gracias a Alexander por encontrar a su hija, se marcha.

Alex y yo caminamos por los pasillos para terminar de hacer las compras y desde que salimos de la casa a hablado muy poco, eso no debe de ser bueno. Luego de entrar en el pasillo de lácteos y congelados entramos al pasillo de Salud y cosméticos en donde Alexander toma pastillas básicas para el dolor de cabeza y gripe, para colocarlas dentro del carrito, más adelante se detiene frente un estante con lápices labiales y otros productos, veo como sin prestar atención toma varios artículos y los arroja dentro del carrito de compras como siempre lo hace, solo que esta vez en lugar de caminar hacia la caja se voltea a mí y hace una seña para que me formé en la fila para pagar, así que sin más remedio camino hacia allá con las compras.

Me colocó en la caja número seis atendida por una mujer entrada en años que usa unas gafas rosadas, hay tres personas adelante de mí, así que decidí echar un vistazo a los dulces del estante a unos pasos de mi, desearía tener uno, Alex nunca me deja comer una golosina, dice que no son buenas para mí pero él se la pasa comiendo dulces y chocolates en casa.

Giro la cabeza para ver a Alexander en la farmacia hablando con una mujer que empaca unas cajas en una bolsa de plástico y descaradamente muestra su escote, trata de parecer interesado pero se lo que piensa:

"Zorra patética".

Vuelvo a la fila antes de que Alex regresé y se moleste por distraerme viendo los dulces y la fila ha avanzado quedando solo una mujer regordeta comprando pañales y mamilas para un bebé, cuando veo que la mujer que estaba como cajera al parecer a cambiado de turno pues en su lugar esta un chico castaño con acento latino, observo el número de caja para ver si me he equivocado de caja pero no, sigue siendo la caja número seis. Trato de salir de la fila antes que Alexander me vea pero es demasiado tarde, está justo detrás de mi sonriendo como si le hubieran contado un buen chiste, me hace a un lado para pasar y colocar todos los artículos del carrito en una cinta trasportadora para que el cajero las pase por el verificador de precios.

Después de pagar, nos dirigimos con un carrito de compras y bolsas ecológicas hacia el estacionamiento, Alexander presiona un botón en las llaves para que se abra la parte trasera del coche negro y sube las compras mientras que yo abordo el asiento del copiloto y abrochó el cinturón de seguridad, minutos después Alexander conduce en medio de la carretera a 45 minutos aproximadamente de casa, la mayoría de las ocasiones espero que un coche se estrellé contra nosotros y jamás volver a casa con él.

Pero lamentablemente eso sueño, solo se queda como fantasía.

-Lo siento. Digo en un susurro y él me mira un momento para luego sonreír y volver la vista al frente. Justo cuando pienso que va a explotar, rebusca en la guantera con una de sus manos mientras que la otra sostiene el volante hasta sacar una barra de chocolate y tendérmela.

¿Un chocolate? Si hace semanas robé un poco de los que hay en casa y se puso furioso.

-Debes tener hambre, come esto y cuando lleguemos a casa prepararé algo para cenar. Por un segundo dudo, podría estar envenenada pero finalmente la tomó y le doy un gran mordisco.

Da igual morir o no.

Son las cinco en punto, tal vez pueda dormir antes de llegar al departamento en el que vivimos así que me recargo en la ventanilla y cierro los ojos dejando que la oscuridad me absorba un rato.

● ● ●

Cuando despierto los rayos del sol me arden en los ojos y estoy mareada, me levanto para dar me cuenta que estoy en mi habitación pero ahora en vez de usar unos jeans y una vieja camiseta de Alexander, llevo puesto un vestido blanco hasta la rodilla, me levanto de la cama y camino lentamente hasta la cocina, él esta ahí hablando por teléfono pero en cuanto me ve, cuelga y guarda el móvil en uno de sus bolsillos.

-Me alegro que estés despierta, por un momento creí que había usado demasiado somnífero. Me estaba preocupando. ¡Wow! realmente te queda genial ese cambio de look. Dice sacando una gran caja del refrigerador. - Feliz cumpleaños Kass.

¿Mi cumpleaños? Por supuesto que no, hoy es el día en que hace ocho años se derrumbó mi mundo, se acabó mi vida y empecé con esta pesadilla.

Un pastel, eso es la caja un pastel.

Un momento... ¿cambio de look?.

Corrí hasta el baño sin preocuparme por cerrar la puerta tras de mi, de todas formas el tiene una copia de cada llave, así que no tengo la más mínima privacidad. Frente a el espejo observé que mi cabello rubio tenía tonalidades rosas en las puntas, estaba completamente depilada y me habían maquillado.

Él estaba recostado en el marco de la puerta sonriendo, orgulloso de su creación mientras que yo ardía de furia, no tenía ningún derecho de hacer eso, lo odiaba por tratarme como una mascota y por más que me fuera arrepentir, no permitiría que me tratara de esa forma. Yo no era una muñeca que podían manipular a su antojo.

Rebusqué entre los cajones del mueble del sanitario hasta que finalmente encontré unas tijeras.

Quizás no podía librarme del infierno pero podía dar dolores de cabeza al demonio.

No pude hacer gran cosa, solo cortar unos mechones rosados de mi cabello cuando ya estaba en el suelo con un golpe en la mejilla y Alexander furioso con las tijeras en las manos. Por un momento pensé que me las encajaría.

Grité.

Todo fue tan rápido, sentía los puños de Alexander enterrándose en mi estómago y en mis piernas, gritaba cosas.

Cosas malas, pero no lograba entender ni una palabra, la vista se me nublaba, me llevó a rastras a mi habitación tomándome por el cabello hasta que me soltó y comenzó a destrozar el armario hasta encontrar una maleta y lanzármela.

"Mañana nos largamos a California"

Fueron sus últimas palabras antes de dar un portazo y marcharse.

Mi vida era esto, yo no era más que el juguete de Alexander que cada vez que trataba de desafiar terminaba en el suelo, con golpes que tras varias horas se convertirían en moratones y aunque las palizas cada vez eran más fuertes, valía la pena hacerle saber que no me dejaría arrebatar mi dignidad tan fácilmente.

Solo deseaba que alguno de los dos muriera, aunque probablemente sería yo la que terminaría bajo tierra.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora