-No tienes porque acompañarnos a desayunar si no quieres. Dijo Alexander sentado a un lado de la cama.-Estoy bien ¿Cuántas veces tengo que repetirlo para que me creas?. Dije a secas levantándome de la cama para ponerme ropa seca.
-De acuerdo... Lo siento. Pronunció cabizbajo.
-Deja de repetir eso, estoy cansada de que te disculpes y siempre pase lo mismo. Contesté bruscamente mientras cepillaba mi cabello y en su cara pude ver como mis palabras le afectaban pero antes de que pudiera disculparme nuevamente unos toques en la puerta nos avisaron que Wendy había llegado. -Baja tú, en un momento los alcanzó. Sentencie y acepto sin decir nada saliendo de la habitación.
Miré el reloj, 8:37 de la mañana y ya había tenido la primera discusión con Alexander. Lancé un suspiro y busqué un par de pendientes para usar y encontré unos perfectos de color verde, así que salí de la habitación y caminé por el pasillo hasta llegar a la cocina en donde encima de la barra reposaba un pastel de chocolate, me acerqué para verlo mejor, tenía muy buena pinta hasta que una nota me causó aversión.
《Con amor, Wendy》. Eran las palabras escritas en letra cursiva sobre un trozo de papel de color rosa.
¿Amor? ¿Qué va a saber ella de amor? si solo es una mujer en busca de una aventura, arrugue la nota a la vez que una risa tonta sonaba a mi espalda acompañada de el sonido de pasos en el suelo, inmeditamente me giré escondiendo el papel atrás mi espalda al momento que Alexander y la psicológa entraban por las puertas y no pudo esconder su sorpresa al verme.
¿Quedarse a solas con Alex? No, gracias, eso jamás lo iba a permitir.
-¡Paola! Qué bueno verte, pensé que estabas dormida o algo por el estilo. Dijo dejando su bolso en la barra, se encontrabá vestida con un vestido ajustado de color azul acompañado de un perfecto alaciado de cabello.
-No lo creo. Contesté dirigiendo mi mirada a Alexander que me miraba como analizando la situación... ¿Acaso cree que lo acusaré de violación como se lo he dicho?.
-¿Podemos pasar al comedor?. Pregunté con una sonrisa para sentarme en una de las sillas del comedor, en donde la mujer hizo lo mismo con una silla frente a mí mientras Alexander servía hot cakes y huevos revueltos acompañado de jugo de naranja para luego sentarse a mi lado.
-¿Y cómo lo llevas?. Dijo haciendo referencia a la ausencia de Alexa.
-Bien... Lucy estuvo aquí después que usted se fuera y me ayudo mucho. Contesté derramando un poco de miel sobre mi desayuno mientras la mujer soltaba una risa burlona.
-No creo que te debas de relacionar con ella... digo creo que lo mejor para tí es estar con personas que no tengan que ver con personas violentas como su novio. Dijo comenzando a comer.
-¿Lo mejor para mí? ¿desde cuando usted sabe que es lo mejor para mí?. Dije con ironía.
-Bueno yo... Trató de decir algo la mujer pero la interrumpí.
-¿Sabe? No creo que lo mejor para mí es que usted este aquí, no la necesitamos ni Alexander ni yo, así que lo mejor sería que se largará de nuestra casa y dejarse de insinuar como una...
-¡BASTA!. Gritó Alexander golpeando la mesa con la mano mientras la mujer parecía confundida ante lo que había dicho.
-¿Cómo puedes defender la? ¡Es una desconocida!. Dije desafiando lo con la mirada. Sus ojos parecían estar a punto de comerme viva pero su cuerpo se controlaba. -¿Acaso te gusta?
-Disculpate por favor, Wendy no a hecho otra cosa más que tratar de ayudarnos a pasar este mal momento y no tienes porque tratarla así. Dijo Alexander en un tono de voz sereno.
-Primero muerta. Pronuncié lanzando el plato hacía enfrente, directo al ridículo vestido de la mujer. -¿Por qué no le hablas de lo que pasó antes de que ella llegará?. ¿Porqué no le cuentas quién es LUCY?. Dile lo que le hiciste. Cuestioné sin esperar respuesta y salí corriendo de la cocina y encerrarme en la habitación de Alexander.
Molesta era poco para describir lo que sentía por esa horrible mujer, no tenía por que estar aquí, si este no era su lugar y no importará cuanto Alexander me repitiera que solo quería ayudar, yo sabía que solo era una zorra tratando de quedarse con lo mío.
○●○●○●
No podía dejar de pensar en que si había hecho bien al dejarlos solos, habían pasado casi dos horas y Alexander no había vuelto a la habitación, no podía escuchar nada del otro lado de la puerta, los nervios me estaban consumiendo por dentro.¿Y si....?
No eso era imposible, Alexander jamás me cambiaría por ella ¿cierto?.
No pude soportar más el desespero y abrí la puerta para encontrarme el pasillo completamente despejado, avancé con mucha cautela hasta llegar a abrir las puertas de la cocina, nada no había rastro. Revisé la estancia pero también estaba vacía y con el televisor apagado ¿estarían arriba o se fueron a otro lugar? ¿Sería tan descarado como para llevarla al mismo lugar en el que estuvimos hace unas horas? Abrí la puerta principal para encontrar el jeep estacionado siendo empapado por la lluvia, estaba descalza pero solo iba a echar un vistazo.
No tuve que esperar demasiado para encontrar a Alexander sin camiseta y con unos jeans azules con una cubeta con agua en la mano y una esponja en la otra, lavando el Jeep en medio de la lluvia y de su cabello salían pequeñas gotas de agua debido a lo empapado que estaba.
Podría burlarme de su ironía, de lavar un auto bajo la lluvia pero preferí fregar con otra cosa.
-¿Ya se fué tu zorra?. Pregunté cruzando me de brazos pero no obtuve respuesta alguna, así que caminé hasta él para volver a repetir la misma pregunta, esta vez, él dejó caer la cubeta en el suelo así que me sobresalte.
-¿Qué quieres?. Preguntó enfrentándome.
-Quiero que nos larguemos de aquí y no vuelvas a hablar con Wendy. Pronuncié y el rió.
-No puedes comportarte así, esa es la actitud de una niña caprichosa que me trata como un juguete. Contestó apretando mi quijada con su mano para después rodearme. -¿Tienes miedo que te cambié por ella? ¿Qué la toqué?. Cuestionó en un susurro cerca de mi oreja, inmeditamente me aparte.
-Si, tengo miedo. Admití con toda la sinceridad del mundo.
-¿Crees que poniéndote en plan de niña mimada me detendras?. Dijo sonriente. -En caso que yo la quisiera a ella no te pediría permiso, pero no es así. Nunca te he dado motivos para que me trates como un infiel, entiende esto: no soy de tu propiedad. Agregó besándome a la fuerza mientras que trataba de empujarlo. -Dime ¿qué es lo que quieres? Pero ten cuidado porque será para ambos lo que tu digas, corazón. Estoy dispuesto a encerrarme contigo de por vida pero no sería justo que tu no hicieras nada a cambio ¿verdad?.
-¿Qué tengo que hacer para qué ella no vuelva a pisar esta casa?. Pregunté midiendo sus palabras.
-Demuestra que ya no eres una niña.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
Non-FictionNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...