Capítulo 31 No me hables

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-Quédate aquí, volveré en un instante. Pronuncié soltando la mano de Lucía y haciendo que guarde un lugar en la fila  de  la carnicería. Jamás imaginé que habría tanta gente en el centro comercial pero al menos tuve la idea de ir a cenar primero y después pasar a hacer las compras.

Camino por el pasillo de frutas y verduras tomando varias bolsas plásticas para introducir en ellas  algunas manzanas verdes, lechuga y tomates, por suerte he obtenido las últimas manzanas que quedaban en los estantes antes de que estuvieran agotadas y las coloco a un lado junto con la bolsa de los tomates para tomar la lechuga mientras miró de reojo a Lucy quién se encuentra parada detrás de una señora de bolso rojo, no me doy cuenta de cuanto tiempo me he quedado mirando hacía la carnicería hasta que la bolsa de manzanas se me ha caído por lo que algunas ruedan por el suelo, rápidamente trato de capturar todas para meterlas en la bolsa. Odio las manzanas rojas, prefiero las verdes son más deliciosas.

Debo tener más cuidado.

Justo cuando extiendo mi mano para tomar la última manzana alguien más hace lo mismo tomándola primero que yo, levantó la vista para ver que es una chica, unos años más joven que yo pero el maquillaje que trae puesto la hace parecer un poco mayor de la edad que seguramente tiene... algunos ¿15?.

Ambos nos incorporamos mientras ella pasa la manzana de una mano a otra constantemente.

-Esa es mi manzana y agradecería mucho que no juegues con ella. Digo un tanto serio pero tratando de ser amable.

-No creo que te pertenezca, la encontré en el suelo. Contesta sin dejar de hacer pequeños malabares con la manzana.

-Se me cayó. Comento con bufa sin dejar de ver la manzana que pasa de su mano izquierda a derecha y viceversa.

-¿La quieres?. Pregunta alzando una de sus cejas claramente maquilladas, miró a mi alrededor hay mucha gente pero sin embargo nadie parece estar prestando atención a lo que sucede, hay una anciana discutiendo con un empleado por que dice que “los limones están muy amarillos” más adelante hay una madre que trata de controlar a sus pequeños engendros que corren por el pasillo y más allá de ellas, al final del pasillo puedo ver a un trío de chicas que ríen y miran en nuestra dirección e inmeditamente apartan la vista sin suprimir su sonrisa.

-No estaría perdiendo mi tiempo contigo si no la quisiera. Agregué de manera brusca. -¿Por qué no me regresas mi manzana y te vas a pagar la apuesta que seguramente hiciste con tus amigas? Es por eso que te acercaste ¿Cierto?. No eres más que una niñata tratando de jugar a ligarse a tipos mayores que tu para quedar bien frente a tus amigas. Digo tratando de arrebatarle la manzana pero ella da unos pasos hacía atrás.

-¿Sabes? Lo que yo haga o dejé de hacer no es tu problema, no te lo niego eres lindo pero eres un capullo. Murmura dándole una mordida a la manzana para luego dejarla caer pero evidentemente no la recojo y mejor me doy la vuelta para tomar las bolsas que he tomado encima de los estantes.

Menuda tonta ¿Cree que maquillada como una ramera me va a conquistar? Creo que yo mismo le hubiera dado un buen vistazo si no hiciera tal cosa.

Tomé un melón y un ramillete de bananas para dar me la vuelta con todo y colocarlo dentro de el carrito de compras y repasar mentalmente lo que llevo para saber si no me falta nada.

Avanzó aún mirando la compra para dar me cuenta que tengo que comprar galletas. Levanto la vista para ver que la fila en la carnicería ha avanzado pero sin embargo detrás de la señora de bolso rojo ya no esta Lucía así que dejó a un lado el carretón y observo con más atención a mi alrededor.

No hay señales de Lucy.

Me atrevo a preguntar le a la señora de bolso rojo pero ella niega con la cabeza en señal de que no sabe a dónde se fue.

¿Dónde está?.

Estaba justo en la fila hace un segundo.

¿Y si la chica solo me distrajó para que alguien más se la llevará?.

¡NO! Soy un imbécil.

¡Imbécil, imbécil, imbécil!

Tranquilo, piensa.

Avisa a los guardias.

No, si es cierto que se la robaron  la policía comenzará a hacer preguntas y eso no es bueno.

Estoy exagerando.

¿A donde irías si tuvieras la edad de un niño?.

¿Al área de mascotas? No.

¿Dulces? Acaba de cenar, probablemente no tiene hambre.

¿Juguetería? Quizás pero no es su estilo.

Quería ir a la escuela ¿Y sí...?

No lo pienso dos veces y camino hacía el área de artículos escolares empujando a varias personas en el trascurso sin detenerme para pedir disculpas pero finalmente logró estar a unos pasos de dicho pasillo.

Una figurilla de cabellera clara se encuentra sentada en el suelo con una libreta abierta y una crayola en la mano.

Mis instintos me piden a gritos que la castigue ahí mismo pero no puedo.

Tengo que seguir manteniendo la imagen de buen hermano mayor, así que me acerco a ella y me pongo de cuclillas frente a ella.

-¡Mira! Escribí mi nombre. Anuncia felizmente mostrándome la libreta con rayones en color rosa.

-Eres muy mayor para hacer esto. Comento en tono bajo. -Me pudiste haber pedido que te comprará una libreta pero en vez de eso te desapareces como una ladronzuela y vienes a este lugar a tomar cosas que no te pertenecen.

-¡Te dije que quería ir a la escuela y tu no me dejas!. Dice  en voz alta.

-Cállate. Digo mirando alrededor para ver si alguien le ha prestado atención. -Recoge esto que nos vamos y da gracias al cielo que hay muchas personas aquí si no te... dejó la amenaza a medias.

¿Qué se supone que haré?

Obviamente tenía muchas ideas en mente para castigarle pero todas involucraban dejarle alguna huella física y eso estaría mal porque las personas se darían cuenta que algo anda mal con la niña y  además no se vería linda con marcas en su piel blanca.

Tomé a la Lucy por el brazo y caminamos en busca del carro de compras para después pasar por la caja, me dio un poco de pena cuando la cajera paso por el verificador de precios la caja de crayolas y la libreta que Lucy ya había usado pero finalmente pagué el monto total y después de subir las compras arranqué el motor.

-¿Te enojas te? . Pregunta tontamente jugueteando con el cinturón.

-No me hables. Sentencié mordiéndome el interior de la mejilla.

-Lo siento. Susurra con la cabeza baja.

-¿Crees que con eso es suficiente?. Pregunté. -¿Sabes lo estúpida que eres?. Digo mientras escucho un pequeño gimoteo.

-No soy esa palabra. Murmura en voz baja.

-Si yo digo que eres una estúpida, es porque es cierto y ya te he dicho que no me hables, tú y yo nos arreglaremos después.

-Lo siento. Vuelve a decir.

-¡Qué no me hables!. Repetí un poco más alterado pero inmediatamente me siento culpable por eso aunque evito disculparme.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora