Ese mismo día Alex y yo nos quedamos todo el día acostados en el sofá, jugando videojuegos mientras comíamos pizza congelada, no volví a devolver el estómago, además que el departamento tenía una grandiosa calefacción haciendo que pareciera verano. Alexander y yo nos las pasamos hablando de tonterías toda la mañana y parte de la tarde hasta que él comenzó a toquetear mis piernas y yo retiré su mano discretamente pero no lo suficiente para que no se irritará.
-¿Pasa algo?. Preguntó apagando el videojuego mientras yo negaba con la cabeza. -No me voy a enojar, solo quiero que me digas ¿por qué no me dejas tocarte?.
-No tengo ganas. Dije subiendo los pies al sofá mientras el se acercaba a mí. -Recuerdas la última vez que... que yo quería y tu no, ¿Por qué tiene que ser cuando tu dices?
-Esto es absurdo, si no quieres esta bien. No quiero discutir. Dijo sentándose a mi lado.
-No estoy discutiendo solo quiero saber ¿por qué me rechazaste?. Pregunté tocando su brazo.
-¿Eso importa? Olvidemos eso ¿sí? Paso hace mucho tiempo. Pronunció subiendo el volumen del televisor.
-Lo estás haciendo de nuevo. Dije cruzando los brazos.
-¿Hacer qué?.
-Me estás rechazando.
-¡Dios Lucy! Me acabas de decir que no quieres pero dices que te rechazó ¿es una broma?
-No pero... solo olvídalo. Dije poniéndome de pie para ir a la cocina antes que el me tomará por la cintura y obligándome a sentar en sus piernas.
-Lo siento señorita pero usted no va a ningun lado. Pronunció tratando de desabrocharme el short. -Me costó mucho entender tu juego pero te aseguró que te voy a ganar.
-No estoy jugando a nada. Dije mordiéndome el labio inferior para después dar me la vuelta y sentarme en su regazo. -¿Me extrañas te?. Pregunté cruzando mis manos por detrás de su cuello.
-Para nada, tenía a una chica inconsciente en mi cama. Pronunció con una sonrisa cínica y seductora. -No sabes las cosas que le hacía y cuántas veces te hice mía. Dijo en broma.
-Eso es un delito y mereces un castigo. Dije dejándome llevar mientras desabrochaba su cinturón para luego tomar sus manos y atarlas con el cinturón. -No puedes mover las manos, eso es trampa. Advertí poniéndome de pie mientras me quitaba la blusa.
-¡Qué ironía! ¿no? La chica "tímida e inocente" esta a punto de darme una lección. Dijo riendo haciendo comillas en el aire sin desatarse las manos.
-Recuerda que no puedes moverte, eso te costará la vista. Murmuré cubriendo sus ojos con mi blusa, antes de que el pudiera discutir agregué otra condición. -Eres como un maniquí, no te puedes tocar, ni ver y mucho menos hablar porque el juego se acabá y yo gano ¿vale?. Pregunté y sonreí al recibir un pequeño asentimiento de su parte, indecisa de que hacer a continuación decidí comenzar por meter mis manos bajo su camiseta trazando círculos imaginarios sobre su pecho a la vez que mis labios se acercaban a su oreja para dar le una pequeña mordida en el lóbulo izquierdo, sonreí al ver como jadeaba un instante debido a la sorpresa, la segunda vez que lo intenté sólo aprecié en su rostro una sonrisa burlona.
Mis caricias comenzaron a subir de tono, hasta conseguir que tuviera una erección, me sonrojé al sentirla en la parte baja de mi vientre y agradecí el hecho que él no pudiera verme, eso me ayudaba a no sentir pena así que continué con mi labor, apartando el short y mi ropa íntima a un lado para luego bajar su bragueta.
No sabía exactamente lo que estaba haciendo pero según lo que recordaba de las clases de anatomía, estaba en buen camino además que la sonrisa de Alex no era burlona, mejor dicho no tenía expresión alguna hasta que finalmente habló.
-Joder, ya no me hagas esperar. Dijo en un tono desesperado y entonces lo hice...
Me acomodé sobre él, separando mis piernas encima de las suyas de tal manera en que se pudiera colar dentro de mí, inicié deslizándome poco a poco para no lastimarme tanto, hasta que Alexander quedó completamente dentró de mí y espere unos segundos a que el ardor cesará para poder moverme encima de él dando pequeños saltos sobre sus piernas mientras ambos jadeabamos por lo bajo.
Esta vez yo decidía el ritmo en que sucedían las cosas, sin tener miedo a que Alexander me lastimará o me rechazará en la mitad del proceso, por primera vez era yo la que tocaba su cuerpo de la forma que a mí se me diera la gana, con una mayor libertad que las veces anteriores, me resultaba entretenido escuchar su respiración entrecortada y como se tensaba al no poderme tocar, realmente la aproveché hasta que ambos llegamos al extasis de la relación y finalmente me separé de el tumbandome a su lado en el sofá mientras volvía a vestirme mientras que él se quitaba el mal nudo que le había hecho con el cinturón para atarle las muñecas en una simulación.
-¿Sabes algo?. Preguntó apoyando su cabeza sobre mi hombro.
- Sé que gané. Dije con una sonrisa triunfante.
-Claro que no, no me moví y tampoco hablé, así que tu perdiste. Contestó como un niño al cual le haces trampa a la hora de tirar los dados en un juego de mesa.
-Eso no tiene ningún chiste, cualquiera lo puede hacer. Dije volteando me a ver lo para encontrar una sonrisa retante.
-Apuesto lo que quieras que si intercambiamos papeles no evitarías gemir. Dijo arrogantemente.
-¿Lo que yo quiera?. Pregunté alzando las cejas para demostrar que no tenía miedo alguno y el asintió. -Vale, esta noche yo seré el maniquí y mañana a primera hora iremos a ver a Sebastían ¿si?. Dije y el parecía meditar la propuesta unos instantes pero finalmente acepto.
-Trato pero si pierdes... Tendrás que ser mi esclava por toda una semana y me dejarás hacer contigo lo que yo quiera. Sentenció con una pequeña mueca.
Está era mi oportunidad de saber algo de Sebastían... solo esperaba no perder la apuesta.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
Literatura faktuNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...