Capítulo 28 El sonido de un golpe

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Un revoloteo de emociones navegaban en mí desde la  tristeza, indignación, coraje, sentimientos negativos que solo me hacían pensar en una cosa pero el aturdimiento del momento no me dejaba pensar con claridad.  Traté de girarme para quitarlo de encima pero era imposible.

Este es un juego de dos.

-¿Una zorra?. Pregunté con una sonrisa sarcástica. -¿No crees que me ves de esa forma por que eres un maldito violador?. Agregué sin dejar de forcejear con él aunque solo conseguía dañarme pero realmente no me importaba, al contrario ese era mi objetivo, tenía el plan perfecto solo tenía que presionar un poco.

-Tranquila cariño,  aún no llegamos a esa parte. Dijo enterrando su boca en mi cuello.

-No lo digo por mí... ¿qué se siente estar a punto de abusar de otra de tus hermanas?. Pronuncié y se congeló por un momento, lo suficiente para rodarme cayendo al suelo encima de él. -Entraste a la casa de papá, prendiste fuego y luego violaste a una de las niñas porque eres un maldito enfermo. Pronuncié tratando de que soltará mis manos pero fue en vano. -Eso es incesto y es tan asqueroso como el sentir tus manos tocando me, porque todas las veces que dejaba hacerlo sentía náuseas, supongo que ella sintió lo mismo ¿no? ¿Cómo te sentiste tú al abusar de una niña que lleva tu misma sangre? ¿Se sintió bien?.

-No sé de que hablas.

-No te hagas, enfermo. Dime qué se siente ¿Eh? ¿Cómo puedes soportar una mente así? Dije y en su mirada solo deslumbró rabia pura.

-No sabes cuanto disfrutaré que me pidas a gritos que no te haga daño. Contestó sonriente.

¿Eso era una confesión?.

Giramos por el suelo nuevamente pero esta vez yo quedé abajo como la presa. Me besó en la boca y aproveché para morderlo, lo cual lo hizo enojar dándome una bofetada que me provocó soltar un pequeño grito ante lo que él sonrió.

-Pídeme perdón. Dijo en un murmullo silencioso lleno de soberbia.

-No me arrepiento de nada.

-Deberías porque justo ahora te arrepentirás de haber nacido, no puedo creer cuantos años tuve que soportar te, pero ¿Adivina que? Ya no tengo porque soportar te, espero que te quede claro que tú no eres nada, no eres nadie sin mí, eres tan inútil y débil que ni siquiera sabes cocinar algo sin que este intoxicado. Eres una boba por pensar que yo me fijaría en alguien como tu, tan solo mira lo poco que eres. Estoy tan cansado de ti, me das pena...

Dejó de hablar cuando logré darle un golpe bajo mientras trataba de ponerme de pie pero su mano logró alcanzar mi cabello haciéndome gritar, prácticamente me arrastró por el suelo mientras sentía dolor y buscaba algo para sujetarme.

-¡Mira!. Exclamó señalando mi reflejo en el espejo, en el espejo no había más que una chica pálida y delgada con grandes ojeras bajo sus párpados, de cierta manera mis ojos se habían hinchado con el llanto y tenía las mejillas rojas por las bofetadas que había recibido. Mi cuerpo, no parecía mío, más bien el de una chica que había sido golpeada con la camiseta a medio arrancar y un poco de sangre sobre su ropa. -¡Eres una imbécil!. Gritó.

Gritó y yo le creí.

-¡Vete al infierno!. Grité solo para recibir un golpe en el estómago dejándome sin aire, mientras él se incorporaba  para tomarme por el cabello y jalarlo para obligarme a ponerme de rodillas y liberando mis muñecas para abrir el cierre de su pantalón.

Tragué saliva.

De nuevo no, por favor.

-Creo que la que esta a punto de entrar al infierno eres tú, cariño pero escúchame bien, si vuelves a decir eso te voy a golpear tan fuerte que nunca volverás a hablar.

-¡VETE AL INFIERNO!. Repetí una vez más, elevando la voz y por dentro me sentí victoriosa al saber que recibiría una paliza que mañana todos en el colegio verían y podía acusar a Alexander como el responsable para que se pudriera en la cárcel.

Después de tanto tiempo tenía a unos pasos mi libertad.

Sólo esperaba no morir en el intento.

Reí amargamente.

-¿Sabes lo difícil que fue aguantar tus besos y como me tocabas con tus sucias manos debajo de la blusa?. Eres asqueroso, Alexander.

-¿Sí? No dirás eso cuando me estés gimiendo. Contestó sin dejar de forcejear conmigo, aunque lógicamente el iba ganando.

Dejé de dar pelea y por un segundo todo inundó en calma.

-Eres un enfermo. Susurré mirándolo directo a los ojos.

El sonido de un golpe y un gritó.

Pensé que ese había sido mi primer grito ante un golpe pero después me di cuenta que provenía del piso de abajo, ambos dejamos a un lado todo y nos miramos con preocupación y Alexander se fue corriendo en lo que yo me vestía con un suéter de mi armario.

Corrí fuera de la habitación chocando contra la espalda de Alexander quién estaba atento a algo y entonces dirigía la mirada al mismo punto que Alexander estaba observando.

Un pequeño bulto al pie de la escalera sangrando.

Mejor dicho, el pequeño e infantil cuerpo en la escalera con el cuello doblado en un ángulo irregular.

¿Qué había pasado?

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora