Capítulo 29 Sólo para mí

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Sentía el ronroneo del motor y esto provocaba euforia dentro de mí, sólo que ella demostraba cierto temor por lo que la vida estuviera planeando, antes que nada habíamos dejado la carta escrita en un centro de correo con las postales correspondientes para dar inició a mi gran idea.

-Si no estás segura de esto, puedes bajar. Dije reduciendo la velocidad del coche antes de abordar la carretera en medio de la noche y ella negó sonriendo un poco tratando de relajar sus nervios.

-Quiero decirte desde el fondo de mi corazón, espero que después de esto te ahogues en el rincón más oscuro del infierno. Murmuró con indiferencia aunque no presté mucha atención a sus palabras, me  dolieron.

-Yo también espero eso. Contesté siendo incapaz de inventar cualquier gilipollez para bufarme de ella y giré un poco el volante a la derecha para subir la carretera y encendí  las luces tan solo para poder contemplar el camino tan ancho y liso que se mostraba con los señalamientos perfectamente marcados con líneas de pintura blanca y en color fosforescente que brillaban en medio de la oscuridad mientras que Ácsa buscaba alguna canción para relajar el ambiente pero sin embargo las estaciones a esta hora no reproducían nada bueno por lo que tan solo presionaba los botones una y otra vez con nerviosismo.

Me gustaba el silencio, siempre me había encantado.

Un primer auto apareció en mi vista, pequeño en los cuales viajaban una pareja jóven. Dejé que mi pie hiciera un poco más de presión y logré pasar en doble carril hasta dejar lo atrás para dar me cuenta que finalmente ella se había dado por vencida y apagado el radio de una vez por todas, sacando la cabeza por la ventana mientras notaba que se había puesto el cinturón de seguridad lo cuál me resultó un tanto ilógico pero no dije nada, tan solo enfoqué mi mirada al mismo sitio que ella. El cielo.

Probablemente esta sería la última noche en el que mis ojos observarían tan grande incógnita que le quitaba el sueño a muchos pero para mi mala suerte no había mucho para ver, no había estrellas, tan solo un pequeño rayo de luz de luna se deslumbraba entre las nubes opacas en el cielo acompañada uno que otro relámpago, por lo cual no me sorprendió cuando la primera gota de lluvia cayó en el parabrisas. Los faros del coche parecían una burla ante el color negro de la noche, nos rodeaba por doquier.

Oscuridad.

En el cielo se alzaban pequeñas estrellas.  De niño me preguntaba que había allá arriba y poco a poco me fui inundando de las maravillas del espacio, queriendo estar allí.  En la inmensidad de la nada. Anhelaba que mis ojos contemplen la belleza más allá de este mundo. Sentir como mi cuerpo se liberaba de la gravedad terrestre.

Y por un momento las ganas de llorar se asomaron al imaginar algo que nunca tuve, que nunca logré y que hasta cierto punto no es más que un sueño.

El sueño de ir al espacio.

Durante mucho tiempo me pregunté lo mismo una y otra vez, ahora que estoy a punto de vivir una experiencia inigualable me daba cuenta que la escena no es como en las películas. A medida que la velocidad subía mis emociones y los pensamientos se incrementaban aunque tan solo eran fugaces destellos.

El primer pensamiento que vino a mi mente fue el de la chica que vi en el hospital psiquiátrico con sus enormes ojos y su sonrisa fingida. Recordé a Lucy esta mañana y el brillo de sus ojos cuando me volvió a ver. Tragué saliva mirando como los nudillos de la mano en el volante estaban blancos por la fuerza con la cual lo sujetaba pero aún así vi una tienda de autoservicio a mi lado aunque realmente tan solo apreciaba las luces borrosas por la velocidad en la cual conducía. Por un momento mi respiración fue bajando, haciéndose cada vez más profundas y débiles cuando el dolor de cabeza fue apareciendo al igual que la escena en el bar donde conocí a Laila con ese maravilloso vestido rosa pero después mi mente se fue mucho más tiempo atrás.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora