En punto de las ocho de la noche me encontraba sin nada que hacer, Alex aún no llega, preparé pan tostado para cenar e incluso lavé los platos, subí a mi habitación para evitar pelear de nuevo con Alexander por no hacer una maldita tarea del profesor de lenguaje, además él es culpable arruinó mi cuaderno, está completamente ilegible y húmedo debido a la sopa.
Escuché pequeños murmullos en el piso de abajo, sonaban tan infantiles que pensé que era mi imaginación, no era la primera vez que escuchaba cosas raras estando sola, pero luego Alexander también decía algo charlando con una voz infantil como si fuera un niño pequeño.
Bajé las escaleras con precaución para escuchar leves murmullos provenientes de la cocina, no podía escuchar bien así que me asomé a la cocina dándome una gran sorpresa al descubrir una pequeña niña de cinco o seis años con el cabello castaño adornado con una diadema púrpura y un vestido del mismo color a juego.
-¿Entonces qué quieres hacer mañana?. Preguntó Alexander a la niña con una enorme sonrisa mientras le daba un vaso de jugo que la niña tomó inmediatamente y sonrió.
-¿Podemos ir al parque?. Preguntó la niña mordiendo un pastelillo que tenía enfrente de ella.
-Claro pero ahora mismo te voy a enseñar tu habitación y vas a darte un baño antes de dormir ¿de acuerdo?. Mencionó Alexander con una voz muy suave para engatusar a la pequeña mientras que la ayudaba a bajar de la silla para que no se hiciera daño.
Me bloqueé en ese insatante y cuando me di cuenta que me quedé como idiota parada en medio del pasillo intenté esconder me pero ya era demasiado tarde, Alexander y la niña ya habían salido de la cocina y los dos estaban de pie frente a mi tomados de la mano.
-Alexa ella es Lucy, será como una mamá para ti. Dijo Alexander dándole unos suaves empujoncitos para que se acercará a mi y me diera la mano.
-Hola. Me dijo la niña extendiendo su pequeña mano la cual acepté y le dediqué un pequeño abrazo para cargarla entre mis brazos, era tan ligera que parecía una pluma, como una muñeca de plástico en tamaño infantil.
-Lucy ¿por qué no acompañas a Alexa a su habitación y de paso mueves tus cosas a mi... nuestra habitación?. Se corrigió subiendo las escaleras.
¿Mamá? ¿Nuestra habitación?
Eso era una estúpida mentira, esa niña se va a quedar con mi habitación a pesar que hay otras dos habitaciones en la casa en donde puede dormir.
No era justo, me oponía totalmente.
Me quedé anonadada ¿De qué se trataba todo esto?.
-Alex creo que tu y yo deberíamos hablar. Dije aún con la niña en brazos y el alzó una ceja de cuestionamiento ante mí sugerencia.
-¿Qué?. Preguntó y decidí bajar a la niña para acercarme más a el y hablar en voz baja.
-¿Esto es una broma? ¿Quién es esa niña? ¿Por qué dices que dormirá en mi habitación? ¿De dónde diablos salió?
-No me gustan las bromas, ya te he dicho que la niña se llama Alexa y dormirá en tu habitación porque ahora tu dormirás conmigo. ¿De dónde salió? Da igual, ahora seremos una familia.
Familia. Eso es lo que eramos ¿no? Hermano y hermana. No necesitábamos a una niña que viviera con nosotros ¿Quién cuidaría de ella? Yo estaba estudiando y él trabajaba toda la mañana. Era absurdo.
-No creo que sea buena idea que yo...
-¿Terminaste tú tarea?. Preguntó de repente y asentí. -Quiero verla. Ordenó y me sentí acorralada. No había hecho la tarea y él me lo había advertido y no conforme con desobedecer lo también le había mentido, miré a la criatura mover su pie rítmicamente y sentí lástima por ella, por mí, por ambas.
Por el infierno que era vivir con Alexander.
-¿En serio quieres revisar la tarea ahora? Creo que la niña necesita dormir y descansar además que debo mover mis cosas a tu cuarto... ¿Por qué no lo dejamos para mañana? Después que el profesor lo califiqué con un gran diez y así lo puedes colgar en el refrigerador. Dije en broma tratando de correr con suerte para que Alexander aceptará pero negó rotundamente acercándose un poco más.
-No la hiciste ¿verdad?.
Había dicho una mentira y en cuanto Alexander me descubrió me di cuenta que estaba aterrada así que mi voz no se escuchó.
-Alexander por favor...
-Hablaremos de esto a solas. Susurró mirando a la niña y haciendo un asentimiento a su habitación para que me fuera mientras él tomaba a la niña para hacerle caballito mientras subía las escaleras.
Corrí a su habitación.
En cuanto entré me di cuenta que era tan monótona como él pero al mismo tiempo con un aire misterioso.
Me senté en la cama y comencé a contar desde el número mil hacía abajo. Intenté deletrear el alfabeto al revés una y otra vez, hasta que él apareció cerrando la puerta con seguro y tragué saliva.
-Alexander por favor... dije comenzando a gimotear levemente pero de forma taciturna se llevó un dedo a sus labios para indicarme que dejará de hablar.
-No quiero escucharte, ¡eres una mentirosa!. Pronunció mirándome de la forma de siempre, enfadado, con cierto rencor. Se alejó unos pasos para rebuscar en uno de los cajones de color caoba un cinturón de cuero y retrocedí hasta golpear me en la cabecera de la cama.
-Por favor piensa en la niña... Nos escuchará, por favor. Continué mientras que el pánico se apoderaba de mí.
Pensé que iba a gritar pero todo lo contrario me tendió su mano.
-Sabes que hiciste mal, me mentiste y no cumpliste con tu tarea ¿eres consciente de eso?. Preguntó en un tono pacífico pero mi corazón latía aceleradamente. -Es por tu bien.
Negué con la cabeza, ¿Cómo los golpes que estaba a punto de recibir eran por mi bien?.
-Será mejor que vengas aquí, no quieres que yo vaya por ti ¿cierto?. Preguntó dando un paso amenazante y sentí ganas de vomitar.
-No... susurré levemente. -Ya aprendí la lección, lo juro no te volveré a desobedecer. Si la niña te ve...
-Si Alexa ve que te castigo, aprenderá a portarse bien.
-No quiero que me pegues.
-Yo tampoco te quiero pegar pero todo esto es tu culpa.
-Es mí culpa. Repetí en forma de pregunta aunque realmente sonó más que una afirmación y él sonrío tirando el cinturón en el suelo para abrazarme.
Maldito psicópata.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
Non-FictionNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...