Capítulo 33 Lo mejor de mí

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Creo que me quedé dormida porque cuando abrí los ojos nuevamente el cielo empezaba a aclarecer, me giré para ver a Alexander recostado a mi lado con sus brazos bajo su cabeza mirando al cielo pensativo, ausente.

-¿En qué piensas?. Pregunté sonriente, alcanzando el vestido para cubrirme.

-En que me pudriré en el infierno por lo que acabamos de hacer. Contestó sin  mirarme y de cierta manera me hizo sentir culpable, puede que Alexander hubiera dejado de ir a la iglesia como lo hacía antes pero aún así tenía presente sus ideales.

-¿Te arrepientes?. Cuestioné temiendo su respuesta y en ese momento pude ver sus ojos grises, fríos y sin ninguna expresión.

-¿Tu lo haces?... ¿Crees que mamá estaría de acuerdo que me abrieras las piernas?.

-Yo... pensé que tú. Me sentí una estúpida por haberme dejado llevar, sus palabras eran hirientes. -Quizás solo... fue un error. Dije apagando la voz conforme hablaba.

-¿Un error?. Repitió tratando de asimilar mis palabras y de inmediato me di cuenta que me había equivocado. -Supongo que si piensas así, no llegaremos a ningún lado.

-Me estás mal interpretando. Contesté tratando de besarlo pero el se apartó.

-¡Eres una estúpida!. Gritó poniéndose de pie y mirándome con aversión. -¿Cómo puedes decir que esto es un maldito error si para mi fue lo mejor que a pasado?.

-No me digas así... ¿Por qué lo tienes que arruinar siempre? ¡Tan sólo estoy tratando de dar te gusto!. Contesté sintiendo como las lágrimas empezaban a brotar y comencé a ponerme de pie mientras Alexander se acercaba a mí con los ojos rojos y levantó su mano para darme un revés pero en el último instante no lo hizo y me tomó por el antebrazo para obligarme a caminar.

-Hablaremos de esto después, Wendy vendrá a desayunar con nosotros y quiero que te portes bien ¿entiendes?. Dijo aplicando más fuerza en su agarre pero no contesté solo me quedé callada mientras caminabamos de vuelta a casa, él parecía conocer bien el terreno mientras que yo tropezaba en cada paso y él maldecía por lo bajo hasta llegar a la casa.

Él tomó una ducha primero debido a que tenía que preparar el desayuno, cuando salió de la habitación dejé de contenerme.

La tristeza se había convertido en rabia.

Me metí bajo la ducha sin siquiera tomarme la molestia de quitarme el horroroso vestido blanco que Alexander había comprado y apreté mis manos en forma de puños y comencé a darle de golpes a la pared mientras el agua me empapaba hasta que mi respiración estaba agitada, mis nudillos enrojecidos y entonces dejé que mi espalda se deslizará contra la pared hasta quedarme en el suelo y gritar.

Un grito lleno de frustración.

Cuando Alexander entró para encontrarme arruinada en el cuarto de baño abrió los ojos cautelosos, no me importaba sí pensará que estoy loca.

La locura no existe, solo es una actitud que adoptan las personas que han sido heridas, destrozadas.

Se puso de cunclillas diciendo algo que no llegaba a comprender, como cuando bajas por completo el volumen del televisor y solo se queda el aturdimiento del silencio, trató de acercarse hacía mí pero comencé a golpearlo en el pecho para alejarlo, a pesar de eso consiguió abrazarme.

-No puedes hacerme esto. Dije y él me miró fijamente sin entender.

-No te estoy haciendo nada, eres tú la que esta gritando como una loca.

-¿Sabes que ahora te tengo en mis manos no?. Dije con firmeza aunque no tenía la menor idea de lo que salía de mi boca.

-No sabes lo que dices, solo estás molesta por lo que dije pero yo también me dejé llevar y me disculpo por eso.

-Me violaste. Dije sintiendo como estas palabras raspaban mi garganta al salir. -Abusas te de mí y les contaré a todos en el colegio, irás a la cárcel por ser un violador.

Sus pupilas se dilataron con la sorpresa y dolor.

-No lo harás.

-¿Cómo estás tan seguro?.

-No seas boba, piensa mejor las cosas. Estás herida pero no me vas a culpar de algo que no hice y mucho menos porque me amas... Si alguien tiene algo que perder aquí eres tú. ¿De verdad quieres que vaya a la cárcel?.

-Eres un violador, tengo pruebas. Yo soy la mejor prueba, en mi piel están tus marcas.

Rió.

-Mi amor, tú solita me abriste las piernas y te encantó, deja de jugar con eso.

-¡No soy tu amor!. Grité volviendo a sobresaltarme pero colocando me de pie para hacerle frente aunque ni siquiera mi cabeza alcanzaba su hombro. -¡Eres un violador!. Grité pero no se inmutó ni por un instante así que comencé a golpear su pecho rompiendo en llanto nuevamente mientras me rodeaba con sus brazos y suspiraba. -No sé que hacer. Confesé escondiendo mi rostro entre su pecho.

-Deja de actuar como una niñata ardida y asume tus actos. Yo no te viole. Repitió nuevamente y yo asentí. -Dime la verdad.

-Tú no me violaste, yo lo inventé. Lo que hicimos, para mí es hermoso, pero me duele que pienses que lo que pasó es una estupidez, lo siento.

-Yo también lo siento, lo que pasó no es ninguna estupidez, no debo de hablarte así pero tampoco sé que hacer... te juro que me estoy esforzando por darte lo mejor de mí, solo que tu siempre encuentras el modo de despertar lo peor de mí. Susurró encajando su barbilla en mi cabeza.

-No sé como dejar de hacerlo.

-No hace falta que lo hagas.  Me portaré bien, realmente me gustó mucho lo que hicimos, eres tan especial.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora