Capítulo 7 Exhibicionista

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A la mañana siguiente bajé las escaleras y para mi sorpresa el desayuno no estaba listo más bien, los cuatro íbamos a desayunar los restos de la cena de ayer, así que me senté en el comedor a un lado de Alexander frente a Mauricio y a la izquierda de este último se encontraba Enrique, ellos hablaban animosamente mientras que yo solo los escuchaba sin tomar muy en serio su conversación. Alexander tenía la misma camiseta de anoche, solo que esta vez, estaba manchada de lo que parecía ser queso, Mauricio se había dado una ducha pero no tenía la camiseta puesta cuando llegué y en cuanto me miró movió las cejas de forma pícara dejando al descubierto unos brazos marcados por el gimnasio, muy fuertes hasta que Alexander le amenazó con echarlo de la casa si no se cubría, así que solo se enredó en una cobija de rombos grises y negros.

No era que nunca hubiera visto a un chico sin camisa, a veces Alexander salía así de su habitación y parecía no importarle.

Enrique estaba igual que ayer aunque ni siquiera volteó a verme y creo que eso era lo mejor, ya era lo suficientemente incómodo compartir la mesa con Alexander como para ahora estar desayunando con sus dos mejores amigos.

Me costaba pensar que alguien como Alexander pudiera tener amigos.

-La pizza esta fría ¿Me das un poco de tu hamburguesa?. Preguntó Mauricio tratando de tomar la hamburguesa del plato de Enrique pero este le dio un golpe en las manos y ambos comenzaron a insultar se y luchar por la hamburguesa que había sobrado de la noche anterior hasta que Alexander les ganó la jugada, arrebatando la hamburguesa para pasar su lengua a todo el pan y sonrío mientras que ambos lo miraban con odio.

-Bien, ahora ya no tendré que escuchar sus discusiones por que la hamburguesa es mía. Murmuró y Mauricio vociferó un insulto para luego girarse hacía mí.

-Dile algo, Sarah. Pidió y Alexander se giró hacía mí alzando una ceja como preguntándome qué demonios estaba haciendo allí.

-Ella está de mi lado. Dijo finalmente Alexander con una sonrisa cínica.

-Tonterías, eres su hermano, es un complot. Argumentó Mauricio. -Apuesto a que si tuviera la oportunidad, te daría un buen puñetazo.

-Lo dudo, ella siempre ha sido pacifista, además me ama.

-Y tú eres un maldito pasivo - agresivo, tienes suerte que pocas cosas lo sacan de quicio, una vez se enfado tanto con un chico del colegio que casi muere de camino al hospital después que Alexander le diera una golpiza. En verdad no sabes el honor que debes sentir de ser su hermana, además debe ser increíble tener a alguien que te cuide. Dijo y Alexander tosió al escucharlo.

Sí tan solo te dieras cuenta de lo que pasa en verdad...

-¿Por qué no cierras la boca y comes pizza?. Preguntó Alex bebiendo un poco de jugo.

-Sólo quiero que sienta que yo también soy su amigo pero parece mucho más callada que anoche ¿Dormiste bien?. Preguntó Mauricio e involuntariamente volteé a ver a Enrique.

-Anoche una rata se metió en mi cuarto después de darme una ducha.

-¿Una rata?. Preguntó Enrique dirigiéndose hacía mí por primera vez en toda la mañana. -¿Sabes? He escuchado que las ratas siempre están en busca de algo, probablemente dejaste comida o algo en tu habitación y eso la provocó. Debes ser un poco sucia después de todo.

-Enrique tiene razón, tú tienes la culpa, eres una desordenada, no me extrañaría que también hubiera un enjambre de cucarachas bajo tu cama. Comentó Alex.

-Pero... Traté de contestar pero Alexander manipuló su vaso de jugó de tal manera que cayera sobre la mesa y también en mí mientras soltaba un "Ops" lleno de soberbia y salí corriendo al baño mientras escuchaba como Mauricio le decía que era un idiota por haber derramado el jugo, a lo que Alexander contestó que haría juego con el chiquero de mi habitación seguido de risas inevitables por parte de los tres.

Eran unos idiotas y el mayor idiota era Alexander. ¿No le bastaba con golpearme y traer unos intrusos a nuestra casa?

Ahora me humillaba frente a ellos. ¿Qué seguía? ¿Ellos también me iban a golpear y maltratar?. Por un momento la escena se cruzó por mi mente y el estómago me dio un vuelco.

-Sarah ¿Puedes venir un segundo?. Preguntó inocentemente Alexander y salí a su encuentro malhumorada sin ni siquiera tener la oportunidad de haberme cambiado la camiseta que se me ha empapado de jugo, cuando regresé al comedor Alexander estaba de pie y me miró forzando una sonrisa.

-Lo siento, a veces soy un poco torpe pero ¿por qué no te quitas la camiseta?

-Es justo lo que estaba por hacer cuando me llamaste. Dije girando sobre mis talones pero él me tomó de la muñeca obligándome a quedar y lo miré sin entender lo que pretendía, miré a sus amigos los cuales apartaron la vista y reprimieron una risa.

-No lo entiendes, he dicho ¿por qué no te quitas la camiseta?, aquí, ahora. Murmuró Alexander y no pude responder ante sus palabras simplemente porque no podía creer lo que me estaba diciendo.

-¿Qué has dicho?. Pregunté liberando me de su agarre.

-No hay duda chicos, realmente está un poco lenta de aprendizaje. He dicho que te quites la camiseta frente a nosotros ¿No es tan difícil? Ayer lo hiciste para Enrique, así que lo justo será que los tres veamos lo que escondes ¿no?. A final de cuentas  eres mi hermanita. Murmuró con sorna tomando el borde de mi camiseta para subirla mientras que yo trataba de salir corriendo pero a duras penas lograba forcejear un poco con él, hasta que me ha derribado en el suelo del comedor.

-No me hagas esto. Le pedí recordando que cuando me tomaba las fotografías bajo los tirantes de mi vestido hasta mostrar mis pechos.

-¡Vamos, deja de ser tan mojigata!. Continuó tirando de mi camiseta con brusquedad mientras que yo apretaba los bordes de mi camiseta con mis puños para evitar que el la subiera.

Respiraba con dificultad, mientras me percataba que sus amigos miraban todo con detalle, sin perder de vista un solo instante como buenos espectadores y luego vi a Alexander tomando una jarra de agua helada de la mesa y girando la sobre mí.

El frío me hizo gritar y cerrar los ojos mientras que el agua empapaba mi cabello y la parte alta de mi cuerpo para después caer en el suelo y formar una charco con cubitos de hielo alrededor.

-Eres una mosca muerta pero espero que esto te haya servido de lección para aprender a conservar tu ropa frente a mis amigos. Argumentó Alexander.

-¡Él me obligó!. Grité indignada y humillada pero parece que para Alexander aún no era suficiente así que a tirones logró rasgar mi camiseta empapada y me dieron ganas de vomitar al mostrar mi sujetador azul frente a ellos.

Alexander evitaba mirar más allá de mi cuello pero no dejaba de mirarme con asco.

-Quítate todo. Ordenó y solo podía sentir que mis ojos se llenaban de lágrimas.

Mire a nuestros expectadores sintiendo enorme ganas de vomitar.

-No. Susurré más para mí misma que para el, pero aún así logro escucharme y solo cerró su mano en forma de puño para golpearme en la parte alta de la mejilla, casi en el ojo.

-He dicho que te quites la ropa. Pronunció de nuevo pero seguía aturdida por el golpe. Mi rostro ardía y se llenaba de calor, esto dejaría una marca enorme. Intentó tomarme otra vez de la ropa pero está vez decidí morder su mano, lo cual hizo que fracasará en su intentó y me miró con sorpresa.

Evidentemente recibí otro puñetazo.

Alexander entre jalones me puso de pie y me apoyo de espaldas contra la mesa.

-Iremos a desayunar y cuando regresé quiero que todo este limpio. ¿Entiendes? Mi dulce exhibicionista. Preguntó enredando sus dedos entre mi cabello para golpear mi cabeza contra la mesa y después soltarme, ese pequeño acto me provocó un mareo pasajero.

Vi a los tres chicos marcharse y azotar la puerta dejándome encerrada...

Humillada, golpeada, ¿Existía algo peor?.

La respuesta era sí, ojalá no hubiera retado a la vida.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora