Capítulo 34 Dulces Recuerdos

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-Te traje algo de comer. Dije dejando en el suelo la bandeja con un plato de sopa y un vaso de agua, la niña me mira con ojos tristes pero de todas formas no intento acercarse a la comida.

Cerré mis ojos recordando lo que había hecho ayer.

La navaja, su llanto, mi sonrisa y  mis palabras.

-Esto te dolerá de verdad.

Al ver que la niña no comía me acerqué un poco más y  la bandeja se deslizó con el contacto de mi pie pero ella se apartó.

-Tranquila, no te haré nada. Solo estoy tratando que no mueras de hambre. Dije alejándome un poco para que se animará a comer y finalmente dudosa aceptó la comida, tomando el plato con ambas manos e inclinandolo hacía su boca sin utilizar la cuchara pero una considerable porción de la comida se deslizaba por su mejilla. -Oye, deberías utilizar la cuchara. Has tirado más sopa de la que has comido. Aconsejé tomando la cuchara de la bandeja para ofrecer la  y ella miro mi mano con cautela pero la tomó lentamente para después comer con más tranquilidad y me senté en la esquina de la habitación para ver la comer.

No sé, parecía un pequeño animalito indefenso.

Estaba delgada, mucho más desde que había llegado y todo era mi culpa. No la estaba alimentando bien así que tenía un aspecto  pálido y ojeroso además  que tenía cortes en sus brazos de diferentes tamaños.

Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué una pequeña barra de chocolate blanco cubierto con chocolate negro, era el último que me quedaba del paquete que había comprado la semana pasada y era mi chocolate preferido.

-¿Quieres?. Pregunté quitándole la envoltura y ella se detuvo a mirarme.

-¡Chocolate!. Dijo con una voz que nunca había escuchado, una voz animosa y alegre, me hizo sonreír. Y por un momento pensé en que desde que llegó aquí no había probado dulce alguno.

Todos los niños merecen dulces.

-Te lo regalo, es todo tuyo. Dije dejándolo en el suelo y ella se echó a correr para tomarlo y una vez frente a mí agarró el chocolate y jugueteo con él entre sus manos para después darle un gran mordisco y no pude evitar soltar un suspiro.

Adiós a mi último chocolate.

-¡Gracias!. Pronunció acercándose un poco más e inexplicablemente me dio un beso en la mejilla pero la aparte.

-No vuelvas a hacer eso. Dije poniéndome de pie.

-Lo siento. Dijo bajando la mirada y me sentí mal por eso. -¿Quieres?. Preguntó ofreciéndome el chocolate de vuelta y negué con la cabeza.

-Estoy bien... lamento lo de ayer. Susurré mirando sus brazos llenos de pequeñas cortadas. -¿Sabes que yo no te quiero hacer daño? Tienes la culpa, tú me provocaste.

-Lo siento. Repitió nuevamente.

-Me provocas muchas cosas y no sé que hacer al respecto. No sé como controlar lo que siento.

-¿Cosas?. Preguntó dando otro mordisco.

-Cosas, sentimientos son los que obligan a las personas a comportarse de cierta manera y tu provocas mucho de ellos en mí, como cuando te golpeo es porque me fastidias, o cuando te toco es porque eres bonita... Y si te he dado mi chocolate es porque me provocas te una sensación  de afecto, agrado. Dije dudoso y ella sonrió.

Una sonrisa hermosa que nunca volveré a ver si no la encuentro pronto.

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