-Te traje algo de comer. Dije dejando en el suelo la bandeja con un plato de sopa y un vaso de agua, la niña me mira con ojos tristes pero de todas formas no intento acercarse a la comida.
Cerré mis ojos recordando lo que había hecho ayer.
La navaja, su llanto, mi sonrisa y mis palabras.
-Esto te dolerá de verdad.
Al ver que la niña no comía me acerqué un poco más y la bandeja se deslizó con el contacto de mi pie pero ella se apartó.
-Tranquila, no te haré nada. Solo estoy tratando que no mueras de hambre. Dije alejándome un poco para que se animará a comer y finalmente dudosa aceptó la comida, tomando el plato con ambas manos e inclinandolo hacía su boca sin utilizar la cuchara pero una considerable porción de la comida se deslizaba por su mejilla. -Oye, deberías utilizar la cuchara. Has tirado más sopa de la que has comido. Aconsejé tomando la cuchara de la bandeja para ofrecer la y ella miro mi mano con cautela pero la tomó lentamente para después comer con más tranquilidad y me senté en la esquina de la habitación para ver la comer.
No sé, parecía un pequeño animalito indefenso.
Estaba delgada, mucho más desde que había llegado y todo era mi culpa. No la estaba alimentando bien así que tenía un aspecto pálido y ojeroso además que tenía cortes en sus brazos de diferentes tamaños.
Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué una pequeña barra de chocolate blanco cubierto con chocolate negro, era el último que me quedaba del paquete que había comprado la semana pasada y era mi chocolate preferido.
-¿Quieres?. Pregunté quitándole la envoltura y ella se detuvo a mirarme.
-¡Chocolate!. Dijo con una voz que nunca había escuchado, una voz animosa y alegre, me hizo sonreír. Y por un momento pensé en que desde que llegó aquí no había probado dulce alguno.
Todos los niños merecen dulces.
-Te lo regalo, es todo tuyo. Dije dejándolo en el suelo y ella se echó a correr para tomarlo y una vez frente a mí agarró el chocolate y jugueteo con él entre sus manos para después darle un gran mordisco y no pude evitar soltar un suspiro.
Adiós a mi último chocolate.
-¡Gracias!. Pronunció acercándose un poco más e inexplicablemente me dio un beso en la mejilla pero la aparte.
-No vuelvas a hacer eso. Dije poniéndome de pie.
-Lo siento. Dijo bajando la mirada y me sentí mal por eso. -¿Quieres?. Preguntó ofreciéndome el chocolate de vuelta y negué con la cabeza.
-Estoy bien... lamento lo de ayer. Susurré mirando sus brazos llenos de pequeñas cortadas. -¿Sabes que yo no te quiero hacer daño? Tienes la culpa, tú me provocaste.
-Lo siento. Repitió nuevamente.
-Me provocas muchas cosas y no sé que hacer al respecto. No sé como controlar lo que siento.
-¿Cosas?. Preguntó dando otro mordisco.
-Cosas, sentimientos son los que obligan a las personas a comportarse de cierta manera y tu provocas mucho de ellos en mí, como cuando te golpeo es porque me fastidias, o cuando te toco es porque eres bonita... Y si te he dado mi chocolate es porque me provocas te una sensación de afecto, agrado. Dije dudoso y ella sonrió.
Una sonrisa hermosa que nunca volveré a ver si no la encuentro pronto.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
Literatura FaktuNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...