Capítulo 53 Celda (Parte 1)

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Mi vida o mejor dicho lo que quedaba de ella, consistía en estar en el departamento que Sebastían consiguió para mí, era pequeño pero perfecto para mí, el dinero que me había dado sería suficiente para uno o dos meses más pero aún así tenía que buscar un empleo aunque sea limpiando casas o algo por el estilo.

Miré a mi alrededor para encontrar la pequeña sala comedor del departamento de color salmón de igual manera parece muy lindo con todos los muebles a pesar que no disfruto estar encerrada, existe un sentimiento dentro de mí que no me deja tranquila.

Caminé por el diminuto pasillo hasta llegar a el dormitorio, un pequeño cuarto con una cama y armario, suspiró al abrirlo y encontrar solo un par de cambios limpios, tendré que ir a la lavandería pronto si no quiero quedarme sin ropa, solo había gastado un porcentaje muy menor en ropa y ya se estaba terminando, tomé una bolsa de plástico para meter toda la ropa sucia dentro e ir a la lavandería que queda a un par de cuadras del departamento cuando alguien llamó a la puerta, pensé imaginarlo hasta que finalmente abrí la puerta. No tenía idea de quien podría ser ya que solo Sebastían conocía la dirección de la casa y no tenía amigos ni familiares, nunca lo comenté con nadie solo con la policía, puede ser una vecina gorrosa.

Me llevé una gran sorpresa al descubrir a una señora pelirroja de cabello a los hombros y de mediana edad con lindo cuerpo frente a mi, llevaba consigo un maletín de color negro que hacía juego con sus tacones y su collar.

-¿Le puedo ayudar?. Pregunté alzando una ceja.

-Soy la licenciada Nelly Vargas y estoy aquí para ayudarte en representación de Alexander Dinnar. Pronunció la mujer diplomática.

-¿Cómo sabe mi dirección?. Pregunté mientras que la mujer entraba muy campante al departamento como si la hubiera invitado.

-Mira niña, no tengo la intención de perder mi tiempo contigo solo vine a traerte esto. Date por notificada. Dijo sacando un folder de su maletín y tender me lo. -Es la documentación de tu fideicomiso, lo único que tienes que hacer es ir a una notaria cada mes para que te entreguen el dinero mensualmente hasta que seas mayor de edad y puedas hacerlo tu misma. Dijo secamente.

-¿Fideicomiso?. Pregunté anonadada.

-Dinero, es como un banco de ahorro que Alexander guardó para ti.

-Yo no lo quiero, no necesito su dinero. Declaré ofendida.

-Ese no es mi problema, solo vine a traerte la notificación. Dijo caminando hacía la puerta mientras que yo tomaba los papeles que había dejado en el sofá pero cuando quisé decirle algo más la mujer se había marchado.

¿Se supone que con esto iba a mentir en la declaración?. No quería este dinero, estaba mal, por que lo habían conseguido con el sufrimiento de personas inocentes.

No lo pensé dos veces y salí a la calle para pedir un taxi que me llevará al reclusorio.

○●○○●


Al llegar a reclusorio y pedir ver a Alexander me sorprendió que no me pasaran a la misma sala que la vez pasada, esta vez un guardia más o menos de algunos 30 años y con el cabello a rapa me guío por un pasillo estrecho con varias habitaciones con puertas de metal cerradas, en la quinta puerta me indicó que podía pasar, dudé un instante pero finalmente empujé la puerta para entrar y cerrarla tras de mi.

Me llevé una gran sorpresa al ver lo que se suponía era la celda de Alexander, la imaginaba como un lugar solitario y carente de comodidades pero fue todo un error.

La habitación contaba con un pequeño refrigerador, una mesa con una silla de madera para comer y un vaso de cristal a medio beber con un líquido de color morado además de una cama, ducha y sanitario, hasta un pequeño escritorio desorganizado con muchas hojas de papel, me acerqué para tomar una hoja pero al rozarla con mis dedos sentí un escalofrío al sentir la presencia de otra persona en la habitación.

Alexander.

Me giré inmediatamente mientras retrocedía y tropecé con un cesto de basura. Miré a Alexander estaba sonriente pero esta vez no era una sonrisa alegre si no más bien mániatica y desesperada, llevaba el uniforme de recluso pero a pesar de eso lucía igual de apuesto que siempre, su cabello húmedo se pegaba a su frente dándome a entender que se había dado una ducha.

-La zorrita volvió. Cantarruneo haciéndome a un lado para sentarse en la silla cruzando los brazos por detrás de su cuello.

-Vine para decirte que yo no quiero tu dinero. Dije de pie tratando de sonar autoritaria solo que él soltó una carcajada mientras tomaba el vaso de cristal a medio beber y lo giraba levemente con la mano para que el jugo se mezclará dentro del cristal.

-No me interesa si aceptas el dinero o no, mi intención es que volvieras aquí. Pronunció mirando sus pies.

-¿No querías que me alejará de ti?. Pregunté ilusionada acercándome a él y poniéndome en cuclillas para mirarlo a los ojos, ahí estaba mi Alexander el ser perfecto que me enamoró... o por lo menos eso creí.

-¿Cuántas veces necesito repetirte que tu no me interesas?. Dijo carcajeandose cínicamente. -Tienes algo mío y lo quiero. Agregó tomándome bruscamente por los hombros, retrocedí poniéndome de pie pero él también lo hizo para acorralarme contra la pared.

-No sé de que hablas, yo no tengo nada tuyo. Dije asustada tratando se salir corriendo pero él puso sus manos a los lados de mi cabeza.
-Me estas asustando, dejame ir o voy a gritar. Amenacé dándome cuenta que estaba comenzando a temblar mientras el colocaba una mano en mi vientre.

-Te lo voy a quitar, el bebé será solo para mí. Dijo inexpresivo para luego retroceder ahogándose de risa para sentarse en la cama. -¿Entiendes? Te voy a quitar al bebé en cuanto nazca o incluso antes. ¿Has escuchado cuántas chicas embarazadas secuestran y cortan su estómago para sacar al bebé?. Pronunció señalando mi vientre.

-Tú no puedes hacer eso. Dije tragando saliva. -Estas encerrado, no puedes quitarme al bebé siendo un delincuente. Murmuré más para mí misma que para él, nadie me quitaría al bebé.

-¿Crees que me quedaré aquí mucho tiempo? Aunque sea así te voy a demandar para que mi princesa no este al lado de alguien como tú. ¿Acaso no sabes lo que puede hacer el dinero? ¿Sabes cuántas personas importantes me deben favores? Tan solo ve mi "celda". Dijo sonriente haciendo unas comillas imaginarias con sus manos en la última palabra.

Asimilé lo que decía, tenía razón, en cuanto quisiera puede destruirme, no por el hecho que esté encerrado aquí quiere decir que no pueda hacerme daño, las personas son un asco que se venderían por unas migajas de pan.

-Tú sólo le harías daño al igual que a mí ¿para que lo quieres?. Pregunté

-Qué te importa... Es ella o tú. Sentenció mirándome críticamente.

-¿A qué te refieres?

-Quiero que hagas algo por mí y si te niegas te vas a quedar sin hijo ¿qué dices?. Preguntó alzando una ceja.

-No voy a hacer nada que tu me pidas. Dije y él se giró para darme la espalda.

-Como quieras, te favorecía el trato ¿sabes? Lo que yo quiero cualquier otra me lo puede dar pero tú te vas a quedar sin dinero, sin mí bebé, y quizás termines en una contrucción abandonada con la mitad de tus órganos fuera, no sabes lo que has hecho.

-Espera... haré lo que tu quieres pero con dos condiciones. La primera es que nunca jamás me vuelvas a amenazar con quitarme a mi bebé.

-¿Y la segunda?. Preguntó entusiasmado.

-Dime quien es la niña a la que estás buscando y que quieres de ella. Dije dudosa pero él asintió.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora