Una semana después...
Espero sentada frente a una mesa metal mientras la golpeo rítmicamente con las puntas de los dedos, ansiosa. Siete días sin ver Alexander, la primera vez que entrará por una puerta sin estar en pijama o con alguna de sus camisetas. No me podrá tocar ni por accidente porque esta prohibido dentro de la prisión.
Mañana iré a rendir declaración y dentro de tres días dictarán sentencia para ver si Alexander es culpable o no.
Mi corazón da un vuelco cuando la puerta de la pequeña habitación blanca es abierta por uno de los guardías de seguridad quien escolta a Alexander hasta que se siente frente a mí y él guardia se queda en una esquina.
Tengo que admitir que Alexander tiene el mismo aspecto que hace unos días, apuesto y sereno, a pesar que sus manos están esposadas y usa la parte baja de uniforme de color gris al juego de una camiseta sin mangas en tono blanco dejando al descubierto sus brazos, no me mira, como si no quisiera notar mi prescencia.
-Hola. Pronuncié tratando de entablar una conversación. -¿Cómo te va?
-No hay mucho que hacer aquí dentro. Dijo encogiéndose de hombros. -¿A qué vienes?. Preguntó sin más.
Ese era el problema ¿qué estaba haciendo aquí?
-Yo tengo que hacerte una pregunta...¿Por qué?. Cuestioné con la voz oprimida.
-¿Por qué te hice daño? ¿Por qué te mantuve conmigo a pesar que no hay nada que nos una? ¿Por qué te golpeaba hasta mandarte al hospital? ¿Por qué me iba con otras cuando te juraba amor a ti?. Dijo agriamente como si todo lo que hubiéramos pasado entre nosotros no le importará.
-No digas eso, tú me amas y lo que paso con Wendy...
-Lo que pasó con ella fue exactamente lo mismo que pasó contigo, solo quería sexo, ella tenía más experiencia, tú también tenías tu encanto, no puedo negarte que tomarte por primera vez a sido un gran logro. Dijo interrumpiendo me. -Por un momento creí que otro imbécil me iba a ganar la partida.
-Mientes. Dije sintiendo lágrimas brotar de mis ojos.
-Aún no lo entiendes, fuiste solo mi juguete, disfrutaba golpearte, verte suplicar y cuando me aburrí de eso, noté que ya no eras una niña y tu de ilusa caíste como una zorra con dos palabras bonitas abriéndome las piernas. Pronunció mirandome con envilecimiento.
-Te amo. Susurré humillandome aún más.
-Mentira, me traicionaste y estoy aquí por tu culpa.
-Estás aquí por que te equivocaste, Alexander. ¿Sabes lo grave que es vender bebés y prostituir a niñas? Destruiste sus vidas. Cuando salgas de aquí tu y yo podemos olvidar nos de todo esto y empezar de nuevo.
-Eres una arrastrada, quieres estar conmigo a pesar que no quiero a ese maldito engendro que tienes dentro, ¿Sabes cuántas veces imaginé sacartelo yo mismo? Pero después pensé en que sería una forma de tenerte controlada e incluso si era niña podía ser tu sustituta, me imaginaba que tuviera tus ojos. Dijo sonriendo con rabia. -Ella si hubiera sido buena, linda y lo mejor de todo es que sería solo mía, lástima que por tu culpa murió. Contestó con un toque de nostalgia en la mirada.
-No perdí al bebé. Mencioné arrepintiendo me al instante, después de sus amenazas, quizás lo mejor de todo era mantenerlo en secreto. -De hecho deseaba que me ayudarás a elegir un nombre pero veo que no tiene caso. Murmuré dándome por vencida y recogiendo la poca dignidad que aún me quedaba para ponerme de pie y caminar a la salida.
-¡Sky!. Dijo en voz alta y me giré a ver lo, estaba tembloroso tal vez por rabia o frustración. -Si es niña quiero que se llame Skyler. Dijo sonriente mientras que yo solo asentí para salir corriendo por la puerta.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
No FicciónNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...