Capitulo 10 Primer correctivo

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Gracias al cielo he llegado por fin a casa sano y salvo aunque tengo que asumir mi responsabilidad por lo que paso totalmente. Cierro la puerta de la casa con llave y las guardo para dar me la vuelta y encontrar una figura pequeña frente al televisor con una pijama de unicornios  y devorando una bolsa de papas adobadas.

-¿Qué haces en pijama?. Pregunté frunciendo el seño al ver que Lucy me ha desobedecido, sabe perfectamente que después del medio día no puede usar una pijama pero ella está atontada por los dibujos animados del televisor así que decidó buscar el control remoto y apagar su programa animado.

-¡Oye! Yo estaba viendo eso. Reclama poniéndose de pie.

-Y yo te hice una pregunta. Digo arrebatando le la bolsa de papas.
-Apuesto a que ni siquiera has desayunado.

-¿Dónde estabas? Entré a tu habitación está mañana y tú cama estaba hecha así que no dormiste aquí. Dice y a pesar de su corta edad es muy lista aunque en estos momentos la encuentro un tanto desesperante.

-Te he dicho varias veces que NO entres en mi habitación. ¿Qué estabas haciendo?

-He visto cosas en tu laptop. Murmura como si nada caminando hasta la cocina.

-¿Mi laptop? ¿Quién demonios te dio permiso para usar mis cosas?. Pregunté siguiéndole.

-Haz dicho una mala palabra así que tendrás que comprar me un obsequio, esas son las reglas.

Trató de contenerme pero no tengo el humor para seguir con esto así que tomó su antebrazo y la obligó a girarse para que me de la cara.

-Y las reglas también son que no uses la pijama después de las 12, que tomes el desayuno adecuadamente y sobretodo que no entres a mi habitación cuando yo no estoy. Pronuncié y ella calla con una mirada desafiante y antes de que pueda preveer, ella golpea mi rodilla y corre hacía la primera puerta que ve y se encierra en el sanitario.

Carajo, esto era lo último que necesito hoy.

Trato de tranquilizar me antes de golpear suavemente la puerta.

-Pequeña, abre. Pronuncié suavemente pegando mi oreja a la puerta para escuchar sus sollozos al otro lado de la puerta.

-¡VETE!. Gritá y eso sólo me desespera aún más. Odio que las personas me griten, me enoja profundamente.

-Sabes que no me debes desobedecer y que lo que hiciste estuvo muy mal. Digo tranquilo y sus llantos se intensifican aún más.

-¡TÚ TAMBIEN ESTÁS MAL!. Trata de decir pero el llanto hace que su dicción falle.

-¡MALDITA SEA LUCÍA, ESTÁS ACABANDO CON MI PACIENCIA! ¡QUITA EL SEGURO DE UNA BUENA VEZ, JODER! ¡TE VA A IR PEOR SI NO ABRES AHORA MISMO!. Grité sin medir mis palabras y me doy cuenta de lo que estoy haciendo.

Le estoy gritando a una niña que su único error fue quedar se en pijama después de las doce y comer golosinas durante el desyuno, y lo peor de todo es que nunca lo había hecho, al menos jamás le había gritado a ella, tampoco me gusta gritar pero lo hago a menudo, no lo puedo evitar.

La dejó en paz unos minutos y camino a mi habitación para encontrar algunas cosas fuera de su lugar, puede sonar algo obsesivo pero una vez que conoces tu habitación, tus cosas y el sitio a que pertenece cada una de ellas, el más mínimo rastro de desorden te puede causar jaqueca.

Busco mi laptop y está se encuentra encima de mí cama ya no tan acomodada, ni siquiera me molestó en encender la, ya que la ha dejado encendida y cubierta de lo que parece ser chocolate, reviso el historial para dar me cuenta que ha husmeado en mi galería y ha jugado en ella. Entró a la galería para encontrarme con la última fotografía que ella ha visto.

La foto de una chica con el ojo morado, la misma fotografía que yo mismo le he tomado a Analú hace un par de meses, sigo viendo la carpeta sólo para encontrarme más fotografías de ella y yo juntos con golpes en diversas partes del cuerpo.

No soy un cobarde que la golpeaba.

Jamás lo haría.

Simplemente lo nuestro era un acuerdo mutuo y la pasábamos bien e incluso aún tengo la marca del lapicero que me ha encajado en la pierna cuando me descubrió viendo las piernas de otra chica con una minifalda.

Fue mi culpa, lo sé y lo merecía.

Se puede decir que nuestra relación siempre fue algo complicada y hasta un poco posesiva pero sólo un poco.
Apagó mi laptop azul y salgo de la habitación para golpear la puerta del baño con brusquedad.

-No tenías ningún derecho en ver mis álbumes de fotos, ¿por qué lo has hecho?. Preguntó tratando de forzar la manija de la puerta. -Por favor,  es la última vez que te lo pido por las buenas ¡abre la puerta!. Digo y sorpresivamente el chasquido del quite del seguro me permite abrir la puerta.

Sentada en la alfombra y hecha bolita esta Lucía aún en pijama y con los ojos rojos por el llanto.

-¿Me vas a pegar como a la chica de las fotos?. Pregunta sorbiendo por la nariz y me colocó de cuclillas frente a ella.

-Quiero que entiendas algo, yo no he golpeado a esa chica, ella se ha caído y tampoco le he pegado a ninguna otra chica. También tienes que entender que lo que hiciste esta muy mal y no se puede quedar así ¿verdad? Tendré que aplicar te un correctivo por tu bien, pequeña y aunque no lo creas esto me dolerá más a mi que a ti. Digo tendiendo la mano y ella dudosa la toma.

No quiero hacer esto pero ella TIENE que aprender a obedecer me.

Será su primer correctivo.

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