Capítulo 56 Por favor no

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Maldita sea la hora en que Alexander comenzó a preocuparse por lo que me haría daño o no, no era necesario que me tratará de esa forma para que me alejará de él ¿Cómo podría olvidar a alguien que me demostró tantas sensaciones en tan poco tiempo? ¿Cómo olvidar al papá de mi bebé?.

Simplemente era imposible.

Traté de contenerme hasta la hora en que permitían las visitas en el reclusorio pero no pude y en ese preciso instante de la madrugada salí en busca de un taxi para que me llevará, el chofer era un señor de entrada edad y amistoso pero tenía muchas cosas que pensar en el trayecto como para poder escuchar sus pláticas.

Alexander me amaba y todo este tiempo estuvo fingiendo odiarme y aborrecerme, sus palabras me hirieron pero eso ya quedaba en el pasado porque a partir de hoy formaría un futuro con él quiera o no, no me importa tener que visitarlo todos los malditos días de mi vida, cuando yo fui la culpable que él estuviera encerrado ahí, si tan solo no hubiera aceptado la propuesta de Sebastían, ni tampoco el trato con Alexander nada de esto pasaría pero todo estaría bien, no importa que tan larga sea la condena, Alex tiene dinero, puede pagar un buen abogado para que reabra el juicio y salir en libertad o incluso si no lo lograba, dentro de unos años puede salir por su buena conducta dentro de ese lugar.

Aunque no estoy segura que se porte bien ahí adentro, pero  tendría que esforzarse.

Por mí, por su bebé.

Tendríamos a nuestro bebé y si es niña se llamaría Sky como él quería y si era niño elegiría otro nombre, viviríamos en un departamento o en una casa pequeña, Alexander trabajaría en un supermercado o incluso podría terminar la universidad en lo que yo cuidaba a nuestro bebé.

Esta vez las cosas serían diferentes, elegiríamos el camino correcto, aunque sea difícil.

Un par de calles más y bajé pagando lo que indicaba el taxímetro para entrar corriendo a las oficinas del reclusorio, el cual estaba vacío a excepción de un oficial regordete quien devoraba una rosquilla.

-¿Le puedo ayudar señorita?. Preguntó con curiosidad el hombre, supongo que no muchas personas entran corriendo en la madrugada a las oficinas de una cárcel a menos que sean detenidas o víctimas de un crimen.

-Estoy buscando a una persona, necesito ver la, es urgente. Dije sintiendo mi corazón a punto de estallar por la euforia.

-El horario de visitas comienza en un par de horas, los reclusos están dormidos no puedo dejarla pasar. Anunció el oficial dándole otro mordisco a la rosquilla.

-Por favor solo será un momento. Pedí y el negó con la cabeza, el sujeto no me dejaría pasar a menos que... -¡Están asaltando el bar de a lado!. Grité y el hombre pareció sorprendido y confundido a la vez. -¿No me escucho? Dos sujetos armados están asaltando un local. Dije nuevamente y el hombre tomo la radio para pedir refuerzos, lo cual aproveché para correr dentro de los pasillos de la cárcel mientras escuchaba sus gritos para que me detuviera, por suerte era mucho más rápida que él y perdí con fácilidad hasta que en unos segundos una alarma estalló en los pasillos causando alboroto.

Mierda, tendría que dar me prisa si no quería que me detuvieran antes de ver a Alexander, así que seguí corriendo por los pasillos tratando de recordar el trayecto que había seguido para llegar a la celda de Alexander la última vez.

Derecha, derecha, izquierda.

Tres pasillos más y estaría en el lugar de las celdas, tendría que ser cuidadosa para encontrar la forma de robar las llaves de la celda de Alexander sin toparme con otros reclusos. Mi corazón parecía estar a punto de estallar y mis piernas temblaban por el esfuerzo de correr, constantemente me giraba solo para asegurarme que ningún oficial me estaba siguiendo hasta que desgraciadamente tropecé con uno cayendo al suelo.

Abrí los ojos de par en par al ser descubierta por el policía pelirrojo quien escoltaba a un hombre en vata blanca de doctor, quien empujaba una camilla con una bolsa negra encima, tragué saliva.

-¿Qué haces aquí?. Refunfuño el policía anonadado, como pude me puse a gatas para encontrar el equilibrio y ponerme de pie, dirigiendo mi mirada a la bolsa negra o mejor dicho a la etiqueta que colgaba del cierre de esta.

Suprimí un grito al leer el nombre marcado en la etiqueta.

《Alexander Dinnar 21638101》

No puede ser cierto.

Me acerqué más a la camilla cubriendo mi boca mientras sentía mis ojos humedecer se, el guardía me tomó por los hombros pero con un movimiento brusco logré zafarme de su agarre mientras que el doctor parecía estar contemplando la escena a distancia.

-Por favor, no. Susurré a la nada mientras bajaba el cierre de la bolsa para ver el cuerpo.

Su piel estaba más pálida que nunca y pequeñas bolsas bajo sus hermosos ojos cerrados le daban una perspectiva enferma y desganada a pesar que sus labios se unían perfectamente en un pequeña línea recta y rosada y la iluminación de los pasillos hacían brillar su torso desnudo.

Alexander.

-¡No por favor Alex no me hagas esto¡ ¡Te lo suplico, abre los ojos!. Dije sintiendo mi corazón terminar de romperse finalmente.

-Mirame aquí estoy ¡no te puedes ir así!. Dije tomando su rostro con mis manos mientras que el oficial comunicaba algo por la radio, miré a mi alrededor cuando observé al doctor con rabia. -¡¿QUÉ LE HICIERON?!. Grité con todas mis fuerzas. -¡ÉL ERA BUENO!.

-Chica aléjate de él. Dijo el oficial avanzando con cautela hacía mí pero no le presté atención.

-¡SON UNOS MALDITOS! ¿POR QUÉ LO HICIERON?. Grité furiosa

-No hicimos nada, en la última guardía lo encontrarón en su celda sin vida... se suicidó.

《Se suicidó》

Fueron las últimas palabras que me abofetearon mentalmente, me dediqué a mi mirar su rostro, parecía estar   dormido, él no sería capaz de suicidarse, el era valiente y nunca se iría así, bajé más el cierre a la altura de su ombligó tenía que haber algo alguna herida que comprobará que alguien más le hizo daño pero lo único que encontré fueron sus manos cruzadas sobre su pecho, tomé una de ellas solo para convencerme que era verdad lo que el oficial estaba diciendo... pequeñas marcas de cortes verticales se extendían desde sus muñecas hasta el doblez de su brazo. -Te amo. Susurré mientras sentía como alguien me jalaba.

Amor, dos vidas, uno muere y el otro se queda aferrado al vacío en su interior.

Jamás me importó nada realmente, soportaba el hecho de no contar con una familia y ser rechazada en el colegio, golpes, insultos de todo, las personas son fuertes pero cuando realmente amas a alguien y esa persona decide ponerle un fin para siempre, no hay odio o amor sólo un vacío en tu interior.

Ojalá no hubiera deseado que pagarás por todo, es triste ver como condenas a una persona por sus acciones cuando no la conoces realmente, amaba a Alexander, cada centímetro de él con todas sus complejidades y cada uno de sus estados pero ahora ¿Qué se supone que tengo que hacer o sentir? no sé como actuar, me siento culpable, triste, enojada pero en el fondo existe la tranquilidad por saber que a pesar de todo se sacrificó por mi, por nosotros, trató de ahorrarnos un sufrimiento a largo plazo...

Aunque no sé si pueda sobrevivir a lo que esta pasando.

Por favor no me dejes, Alexander. No seré capaz de seguir sin ti.

RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora