Alex y yo fuimos en su nuevo auto de color blanco al supermercado, que a diferencia de la casa anterior esta vez sólo teníamos que pasar por cinco calles para llegar y era casi el doble de grande que los mercados anteriores.
Ya era de noche y el clima estaba bajo por lo que el llevaba un suéter de color azul marino mientras yo usaba una pijama gruesa, estacionamos el auto un poco lejos de la entrada a pesar que el estacionamiento estaba casi vacío y nos dirigimos al área de comida y enlatados.
Alexander tomó un carrito de compras que utilizaba para transportar los productos que tomaba del estante sin analizar un momento que producto es más conveniente comprar, lo seguí sin decir una palabra hasta que él habló.
-¿Por qué no vas por galletas o helado?. Preguntó con una lata de sopa en la mano izquierda y en la derecha una lata de vegetales, ambas las colocó dentro del carrito.
-¿Por qué querría helado cuando afuera casi esta congelando?. Pregunté mientras el empujaba el carrito de compras al siguiente pasillo de cereales.
-No sé, busqué en Internet sobre como es un embarazo y debes de tener antojos, por lo que prefiero gastar dinero en cosas que tal vez ni siquiera comas, que venir a las dos de la mañana por un poco de helado. Dijo bajando un poco la voz para que nadie escuchará la conversación. -Te espero en las cajas, no tardes.
Caminé por los pasillos hasta llegar al pasillo de frituras y comida rápida, pizza congelada, helado, papas fritas, jugos de sabor artificial, bolsas de gominolas y chocolates ocupaban mis brazos después de unos pocos minutos, algunos clientes del lugar me miraban raro pero después volvían a lo suyo. Esta vez hice lo mismo que Alexander, ni siquiera me molesté en leer las etiquetas de valor nutrimental y sólo elegí los productos al azar.
Como pude transporte todo hasta las cajas tirando algunas cosas en el camino, no había señal de Alexander y las cosas pesaban mucho así que tomé una canastilla y dejé caer las cosas dentro, miré el contenido para dar me cuenta que yo quería mermelada de uva, así que tomé la canastilla y regresé paseando por los pasillos hasta que finalmente encontré un gigantesco frasco de mermelada de uva que era el último en el aparador, así que lo tomé dejando un hueco en el estante que me dejaba ver el pasillo de a lado.
Un chico muy conocido tenía entre sus manos un pequeño par de calcetines de color rosa para bebé y los miraba detenidamente con una sonrisa como si fueran lo más asombroso que sus ojos grises contemplarán.
Instantáneamente mi mano tocó por encima de la pijama el lugar en el que mi bebé estaba creciendo. Quizás no era un buen momento para tener un bebé, tal vez sería considerado un pecado o algo precoz entre la sociedad ¿pero que más daba?.
El bebé es mío y solo mío, no importaba que comentarios hicieran las personas, yo lo amaba y a pesar de no estar preparada iba a tratar de darle lo mejor y todo mi amor.
El ruido de unas cajas golpeando el suelo me hicieron salir de mis pensamientos al ver al inicio del pasillo unas cajas de té reposando en el suelo, seguramente se habían caído porque los empleados no las colocaron correctamente y me acerqué para ver las mejor.
Cuatro cajas en total reposaban en el suelo de la tienda, en medio de los estantes perfectamente acomodados, me puse de cuclillas para tomarlas y colocarlas en su lugar cuando observé un pequeño pedazo de tela de color celeste atrapado en el pequeño defecto de los estantes en donde sobresalía un tornillo, tal vez alguien se ganchó y cuando intentó liberarse dio un tiró haciendo que las cajas de cayeran.
-¿Nos vamos?. Preguntó una voz a mi espalda lo cual hizo que me sobresaltará.
-Si. Murmuré dándome la vuelta para ver a Alex empujando el carrito de compras pero después se detuvo para quitarme la canastilla que tenía en la mano.
-No debes cargar cosas pesadas. Murmuró sacando el contenido de la canastilla para amontonar lo en el carretón con las compras de la semana, examiné las cosas que llevaba para dar me cuenta que no tenía intención de comprar las calcetillas rosas que estaba viendo hace unos minutos, en vez de eso llevaba nuevos videojuegos pero aún así caminamos hasta las cajas, pagando casi instantáneamente ya que no había tanta fila en las cajas, la cajera colocó en bolsas todos los productos y Alexander después de dar le el dinero del total cargó las bolsas negandosé rotundamente a que le ayude hasta que me tendió las llaves del coche para poder abrirlo.
El estacionamiento estaba oscuro a excepción de unas farolas que iluminaban cada cierta distancia del terreno, a unos pasos de nosotros oprimí el botón de las llaves para quitar el seguro de las puertas del coche y subí en el asiento del copiloto mientras Alex acomodaba las bolsas en el asiento trasero para luego subir de nuevo y encender el motor.
-¿Por qué nos mudamos de la ciudad?. Pregunté mirando por la ventanilla algunos locales con una considerable cantidad de personas caminando por el arcén a pesar del frío.
-Pensé que sería una buena idea, además que ya no tenemos que conducir una hora hasta la ciudad. Contestó entrando en una pequeña avenida de comida rápida y abriendo la ventanilla en el lugar de atención a clientes para pedir un par de hamburguesas con papas fritas y dos refrescos además de un trozo de tarta de fresas para mí, los cuales nos fueron entregados unos pocos segundos después para volver a conducir a casa.
-¿Por qué vivimos en un departamento?. Cuestioné mirando de lejos el edificio en el que vivimos de cinco plantas con grandes cristales de color negro contrastando con la pintura de color blanca que cubría las paredes.
-¿No te gusta?. Preguntó y yo asentí mientras se estacionaba.
-No lo sé, creo que esta bien mientras el bebé nazca, luego buscaremos una casa mucho más grande para ese y todos los que vienen. Agregó abriendo la puerta y cargando las bolsas.
-¿Todos?. Cuestioné sorprendida. -¿No crees que con uno es suficiente?.
-Definitivamente no pero no te agobies con eso ahora, quizás un par está bien.
Caminé a su lado mientras las puertas automáticas del lugar se abrían y Alexander saludo a la recepcionista para que luego subieramos al elevador y Alex presionara el botón número cuatro para subir a nuestro piso y entrar a nuestro departamento.
El ascensor se detuvo en el pasillo de nuestro departamento y ambos caminamos hasta la puerta, Alex dejó las bolsas en el suelo para poder abrir y miré a la puerta de enfrente en donde vivía la señora Bertha y horneaba sus deliciosas galletas que Alexander no me dejó comer, sentí como mi estómago gruño al pensar en comida. Entré primero al departamento mientras que Alex se quedaba atrás para cerrar con llave y busqué en las bolsas hasta encontrar las hamburguesas que Alexander había comprado en el autoservicio y comencé a comer en la sala mientras el llenaba el refrigerador y la alacena con las cosas que habíamos comprado.
Nos quedamos un momento viendo el televisor sin decir una palabra hasta que me despedí para ir a dormir a la habitación, él dijo que se quedaría un rato más en la sala.
Me dirigí al sanitario para cepillarme los dientes y luego arrastré los pies hasta la cama cerrando la puerta del sanitario tras mí sorprendiéndome al ver a Alex sentado en el borde de la cama.
-Buenas noches. Dije acurrucando me bajo las mantas de la cama y cerrando los ojos escuchando solamente el respirar de ambos hasta que sentí como la cama se hundía ante el peso de él pero aún así no dije nada hasta que sentí como tomaba mi muñeca con delicadeza y en ese momento abrí los ojos para ver como cerraba unas esposas, atando mi muñeca al barandal de la cama.
-¿Qué haces?. Cuestioné dándole jalones a las esposas para tratar de quitarmelas.
-Es solo por seguridad... no quiero que te vayas a buscar a Sebastían mientras estoy dormido. Comentó acostándose a mi lado y abrazando mi cintura.
-Esto no es necesario ¿es un juego cierto?. Dije sin poder creer lo que me decía.
-Solo será un tiempo en lo que te acostumbras de nuevo a que estemos juntos, sólo que esta vez será para siempre... Lindos sueños, amor. Dijo extendiendo su mano para apagar la luz con el interruptor.
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RED Sobreviviendo al Infierno COMPLETA
Non-FictionNuestros padres murieron hace ocho años. Él nunca me haria daño, porque soy su princesa. Él cuida de mi y nos mantiene a salvo. Él es un buen hermano. O por lo menos eso me obliga a decir. Si miras con atención tras la ventana de nuestra casa, sabrá...