Capítulo 20

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Después de colgar me quedé algo intranquila.

-Leah, ¿estás bien? -me pregunto Astrid-

- ¿Qué?, no, la verdad es que estoy preocupada por mi familia. Me acaba de llamar un amigo diciendo que tengo que volver cuando pueda a casa, ya que pronto van a ir a la reserva un grupo de cazadores ilegales para acabar con unos lobos, que son nuestro animal sagrado y debemos impedirlo.

Si me disculpas, voy a buscar un vuelo para el jueves que viene.

-Claro, si quieres te puedo acompañar y os ayudo en lo que pueda-contestó Astrid-

-Gracias por ofrecerte, pero no es necesario y de todas formas...admito que los habitantes de la reserva son algo reacios a la gente de fuera de esta.

-Bueno, pues si necesitas algo en lo que te pueda ayudar, una vez estés allí me dices.

-Gracias Astrid, voy a intentar buscar por el móvil vuelos.

-No hace falta Leah, usa mi portátil tiene internet, es lo bueno de ser hija única-dice guiñándome un ojo-

-Gracias

-De nada y buenas noches.

Después de buscar por tres horas, encontré un billete económico para esa fecha, lo compré y ya sí me fui a dormir.

A las 7 sonó mi despertador, apenas había dormido tres horas. Me desperecé, tomé ropa limpia y fui a darme una ducha, media hora después ya estaba lista, cogí mis cosas y salí de la habitación.

Una vez fuera de la residencia crucé la calle y me dirigí hacia el edificio tres, donde sería mi primer examen, para ello tenía que cruzar las pistas de rugby, atletismo y baloncesto.

Solo me faltaba cruzar la pista de rugby, cuando alguien chocó conmigo, tirando todos mis apuntes al suelo y casi tirándome a mí con ellos, menos mal que al ser un licántropo tengo más fuerza que una chica normal.

-Lo siento, llego tarde-dijo un chico moreno de cuerpo atlético dirección al mismo edificio al que me dirigía-

-Gracias por nada-dije recogiendo mis apuntes-

Una vez lista, salí corriendo directa al salón, no quería llegar tarde.

Y al fin el primer día de exámenes terminó, menos mal que no llegué tarde al primer examen y todo salió perfecto, después de ese tuve otros dos más y también estoy bastante contenta con ellos. En el almuerzo comí con Astrid, su novio Patrick y unos amigos de él que son del equipo de rugby y otros del de baloncesto.

-Leah, ¿Qué tal los exámenes? -me preguntó Astrid-

-Pues bastante bien, aunque al primero un poco más y llego tarde.

-¿Y eso? Si saliste del cuarto antes que yo...

-Nada un idiota, que parecía tener prisa, chocó conmigo y me tiró todos los apuntes al suelo y casi me tira a mí en el proceso.

- ¿No te ayudó?

-No Astrid, solo se disculpó y siguió su camino.

-Aceptémoslo Leah, los chicos son unos idiotas y solo se interesan en nosotras, cuando necesitan algo.

-Ehhh, no somos idiotas-se quejaron los chicos, mientras miraban hacia unas chicas que entraban por la puerta del comedor-

-No, solo sois idiotas sin cerebro y que solo pensáis con lo que yo me sé-susurró Astrid-

- ¿Qué dices? -contestaron al unísono-

-Nada, que por mucho que los años y épocas pasen, los hombres sois unos trogloditas, que solo piensan en sí mismos y que piensan que las mujeres solo sirven para dos cosas, usarlas y tirarlas-contesté masticando una patata-

Tanto Astrid como los chicos, se quedaron mirándome, ellos con el ceño fruncido y Astrid con una sonrisa enorme en la cara.


Mi vida patas arriba, la historia de Leah ClearwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora