Capítulo 25

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Resignada resoplé y decidí acercarme a los nuevos chicos de la manada.

-Hola chicos, soy Leah Clearwater y junto a Jake os ayudaré con este cambio que estáis sufriendo-dije observando a todos esos chicos de entre 10 y 13 años-

-Pero, tú...eres una chica-dijo uno de ellos-

-Así es, soy la única mujer lobo de la reserva. Bien empecemos, quiero que todos entréis en fase, quiero veros-dije apoyándome en un árbol-

-Esto...¿podrías darte la vuelta?-preguntaron todos sonrojados-

-Escucharme, sé que en un principio os va a dar vergüenza desnudaros delante de los demás, pero no pasa nada, porque una vez entréis en fase todos vuestros pensamientos los verán el resto de la manada, poco a poco os iréis acostumbrando.

-Ese no es nuestro caso, con Jake no hay problema, ni con ninguno de los demás-dijo uno de los más grandes, sonrojándose-

Ohh vamos, les da vergüenza desnudarse delante de mí, intenté no reírme y me di la vuelta para que entrasen en fase.

Cuando creí que ya todos habían entrado en fase, me giré y justo allí estaban los ocho lobos de diferentes colores y tamaños.

-Bien chicos, enseñarme que sabéis hacer

Nada más decir eso, se dividieron en dos grupos y empezaron a correr en diferentes direcciones, sin pensar por dónde querían ir, chocando unos con otros.

-Chicos calma......, chicos-grité-

Una vez todos se calmaron hablé

-A ver necesitáis concentraros, sé que es difícil al estar escuchando en vuestra cabeza las voces de todos, pero tenéis que seleccionar la información más importante. Intentadlo otra vez, id todos hasta el límite con el acantilado, nadie debe sobre pasar el límite y que os vean, ¿entendido? Bien empezar, yo os sigo.

Esta vez parece que la cosa salió mejor sin contar a dos o tres que decidieron ir al mismo sitio a la vez.

Una hora después terminamos el entrenamiento.

-Bueno chicos, es suficiente por hoy, iros a casa a descansar, mañana seguiremos.

-¿Cuándo te veremos cómo loba?-pregunto uno de ellos-

-Todo a su tiempo-dije algo tensa-

-Bueno, hasta mañana Leah

Una vez se marcharon, decidí correr por el bosque a ver si de alguna manera, podía entrar en fase.

Cerré los ojos, escuché a mi alrededor y sentí la naturaleza en todo su esplendor, comencé a correr como si no hubiera un mañana. Cuando abrí los ojos estaba en el filo del acantilado, el aire se estrelló en mi cara, haciendo que mi pelo diese en ella, sonreí y salté, una vez en el agua nadé dirección a aquella pequeña isla, una vez allí me recosté en la orilla y sonreí.

Antes de ocultarse el sol, decidí volver a casa, cenar algo rápido y descansar.


Mi vida patas arriba, la historia de Leah ClearwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora