Capitulo 01

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Aun recuero el día que nos conocimos….

“Flash back”

Era verano, y como siempre estaba ayudando a mamá a cuidar de Seth, estábamos jugando tranquilos cerca del mar, cuando un chico bastante guapo corrió cerca de donde estábamos y destrozó el castillo que tanto trabajo nos había costado hacer a Seth y a mí, cabreada me levanté de la arena y  le grité.

-¿Eres idiota o qué te pasa? Has destrozado nuestro castillo y apunto de pisar a mi hermano-dije furiosa-

-Leah déjalo, estoy bien-dijo Seth-

-Ves él lo ha dicho está bien-dijo con una pequeña sonrisa en la cara-

-Claro, de milagro, ten cuidado la próxima vez o te aseguro que te las verás conmigo-dije apuntándole con mi dedo en el pecho-vámonos Seth.

-Pero Leah…-se quejó mi hermano-

-Leah nada, vamos-dije tirando de su brazo-

Esa noche mi padre lo invitó a cenar para mi mala suerte y luego coincidimos en el instituto, los primeros días era insoportable no dejaba de molestarme y me irritaba nada más verlo, hasta que después de dos meses  me pidió una cita por una apuesta. Después de esa cita descubrimos que éramos muy parecidos y empezamos a ir juntos a cualquier sitio, ya fuese para saltar por el acantilado, a las fogatas del consejo por las noches, o al cine, un mes después de esa primera cita empezamos de novios hasta hoy.

“Fin Flash Back”

-Leah esta noche ¿quieres que vayamos al cine?-preguntó Sam-

-Claro, llevamos tiempo sin ir-dije abrazándolo-

-Entonces nos vemos a las seis, adiós-dijo besándome-

-Vale, te quiero-dije sonriente-

-Yo también te quiero Leah, hasta luego.

Entré en casa, saludé a todos con un beso y un abrazo, y subí a ponerme ropa más cómoda. Comimos hablando de nuestro día y después nos fuimos a hacer nuestras tareas, a las cinco y media, me cambié de ropa y me maquillé algo, tomé mi bolso y bajé abajo para esperar a que llegara Sam.

A las seis en punto llegó a mi casa y después de saludar a mis padres, fuimos hacia su coche para ir hasta Port Ángeles.

Cuando llegamos al cine elegimos una película de suspense, relacionada con los experimentos de científicos en el hombre, hasta que dieron con la forma de que esos humanos se transformasen en monstruos.

-Que imaginación ha tenido el que ha escrito el guión-le susurré a Sam-mitad hombres mitad toro, hombres lobo, mujer medio escorpión….teníamos que haber elegido otra película.

Sam no me contestó lo que me extrañó.

-Sam….¿estás bien?-dije al verlo con cara de sufrimiento-

-No Leah, lo siento, volvamos a casa-dijo levantándose algo sudado-

-Está bien, pero dime ¿qué te pasa?-dije tomando su brazo, el cual hervía de calor-

-Estás ardiendo-dije ahora tocando su frente- vamos al coche, yo conduciré.

-Leah puedo conducir-se quejó-

-Estás loco si piensas que te voy a dejar conducir en ese estado, conque no protestes-dije enfadada-

-Está bien, pero ve con cuidado.

-Por favor Sam, sé conducir-protesté-tu solo cierra los ojos y descansa.

Sam ya no contestó, conduje algo rápido, aprovechando que Sam tenía los ojos cerrados, y en poco tiempo estaba aparcando delante de la casa de Sam.

-Ya hemos llegado, vamos-dije abriéndole la puerta del coche-déjame que te ayude.

-No hace falta Leah, márchate a casa ya-dijo en la puerta de su casa-

-Sam, estás enfermo, no te voy a dejar solo-dije en su dirección-

-Estoy diciendo que te largues Leah-gruñó, algo que nunca antes me había hecho-

-Pero Sam…

-Largo de una maldita vez-gritó-

Yo salté en el sitio por el grito, algo asustada.

-Lo si..sien..to-dije asustada-

-Perdona Leah, no quería asustarte-dijo apretando los puños-solo vete, estaré bien.

-Vale, vendré mañana a ver cómo estás-dije acercándome para abrazarlo-

-Vete ya-dijo, antes de que llegara a él cerrando la puerta en mi cara-

Aun en shock, me alejé de su casa, aún pensando en todo lo ocurrido, la vista se me nubló por retener las lágrimas, y al final tuve que parar cerca de un árbol para desahogarme antes de llegar a casa.

Con tantas lágrimas como había derramado, me quedé dormida, al abrir los ojos, algo desconcertada, me levanté de un salto del suelo, estiré las piernas y fui a casa, seguramente mis padres estarían preocupados por no haber avisado de que no volvía a casa.

Mi vida patas arriba, la historia de Leah ClearwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora