Capitulo 07

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El decir esas palabras en alto me desgarraron por dentro.

-Lee-Lee –dijo tomándome del brazo-

-Suéltame, no me toques nunca más-dije intentando soltarme-

-Lee-Lee, tenemos que hablar.

-No me vuelvas a llamar así en tu vida, y no hay nada de qué hablar, ya me lo dejasteis bien claro ayer.

-Leah…… lo siento de verdad, no era mi intención lastimarte, de verdad.

-No, no lo sientes, si lo sintieses no llevarías dañándome durante tanto tiempo.

-Leah…de verdad….

-Ya cállate, me das dolor de cabeza-contesté entrando en casa-

Una vez dentro, me lavé los restos de sangre de las manos, respiré hondo y fui a la cocina a desayunar con el resto.

-Buenos días Leah, ¿qué te ha pasado en las manos?-preguntó mi padre preocupado-

-Nada papá solo son rasguños, salí a dar una vuelta temprano por el bosque y me caí.

-¿El bosque?, Leah no quiero que vuelvas a ir tú sola al bosque, es peligroso.

-¿Bromeas?, papá conozco este bosque como la palma de mi mano, no pasará nada-dije tomando algo de beber-

-Leah, el bosque ahora no es seguro, no vayas y menos sola-dijo de pronto Sam-

-Lárgate de aquí ahora-dije cabreada-

-No me pienso ir, hasta que prometas no ir al bosque.

-No pienso prometerte nada.

-Leah, basta, no iras al bosque y punto.

-Tú ya no me mandas, así que cállate.

-Siempre lo supe, eres una cría.

-Pues felicidades, porque a esta cría no la volverás a ver más. Ya te lo he dicho, desaparece de mi vida-dije saliendo de casa otra vez-

Lo odiaba cuando se ponía mandón.

Los siguientes días fueron lo mismo, no nos dejaban ir a ningún sitio, según mi padre y el cabeza dura de Sam, había lobos salvajes por el bosque y no era seguro, por lo que nadie podía ir al bosque.

Por las noches los hombres junto a Sam hacían guardia para que los lobos no entrasen en la reserva.

Y muchas noches se escuchaban disparos por cada sitio. Las cosas con Sam y Emily no iban bien, parece ser que todo el mundo ha aceptado a ella como la nueva pareja de Sam sin rechistar y eso me dolía demasiado. Entre eso y el no poder ir a ninguna parte, me tenía agobiada, necesitaba tomar aire fresco.

Una noche sin hacer ruido salí de casa, y me interné en el bosque, una vez adentrada en la profundidad, comencé a caminar sin un rumbo fijo, me quité las zapatillas y noté el frescor de la hierba entre mis dedos, después me recogí el pelo en una coleta y empecé a correr.

Estar al fin así me hizo sentir liberada, el ruido de las hojas bajo mis pies, el aire fresco rozando mi cara y agitando mi pelo….lo había echado tanto de menos. Cerré los ojos e inspiré el aroma del bosque.

Cuando volví a abrir los ojos un enorme lobo negro estaba en frente de mí, intenté mantener la calma, pero realmente estaba asustada; con cuidado empecé a caminar de espalda lo más lejos posible.

La espesura empezó a desaparecer a mi alrededor, y el lobo estaba lo suficientemente lejos, como para empezar a correr, por lo tanto conté hasta tres y corrí como si no hubiera un mañana.

Sin darme cuenta llegué hasta el acantilado más alto, paré de forma brusca y miré a mí alrededor, el gruñido del lobo me hizo tensarme y saltar sin mirar atrás; una mala idea estando el mar revuelto.

Antes de llegar al agua, creí escuchar a Sam llamarme.

Mi vida patas arriba, la historia de Leah ClearwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora