La feria de ciencias sale inesperadamente mal. "Edward"

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Si crees que los que tú llamas cerebritos y nerds, lo único que hacemos es estudiar todo el tiempo, estás equivocado. Si piensas que los que obtienen excelentes calificaciones y trabajan en sus proyectos de ciencias arduamente, nunca se meten en problemas, estás en un gran error amigo mío.

Mi nombre es Edward John Fitzgerald II y vivo en Nueva York con mi padre, Edward Fitzgerald, en un departamento que se encuentra en Hell's Kitchen, Manhattan. Hace tres años nos mudamos desde Cardiff, Gales a Estados Unidos por qué a mi padre le ofrecieron un empleo en La Universidad de Nueva York.

Mi padre es ingeniero químico. Es un hombre simpático que disfruta de un buen domingo viendo películas con su hijo, pero a la vez se tomaba muy en serio su trabajo. Trabaja durante diez horas seguidas en la universidad, llega a casa a preparar la cena y después sigue con sus investigaciones. Los sábados duerme todo el día y sólo se levanta de vez en cuando por un bocadillo. El domingo es nuestro día especial: escogemos algunas películas clásicas, preparamos palomitas de maíz y nos sentamos a verlas todo el día. Mis favoritas son El Padrino y todas las de James Bond.

Soy un buen estudiante, si me permiten decirlo; tengo un buen promedio, que suele oscilar entre A- y B+, debido a mi dislexia. Mi padre suele darme consejos para la feria de ciencias que se realiza cada año en mi escuela y siempre construyo un proyecto que tiene que ver con alguna película o libro de mi agrado.

Una vez hice un modelo de una granja con un molino que funcionaba con gas metano de los residuos orgánicos. Hice los animales de granja con tela, rodeando a los granjeros como si estuvieran rebelándose, un guiño a uno de mis libros favoritos "Rebelión en la granja". Gané el primer lugar, siempre lo hacía; la feria de ciencias era mi especialidad, podía fallar en la escuela porque tengo dislexia, pero al momento de construir un proyecto y usar mis hábiles manos, nadie era mejor que yo.

Claro que siendo un chico inteligente los bravucones te ven como un objetivo fácil. Fui víctima de lentes pisoteados, me encerraron dentro de un casillero, tiraron y pisaron mis libros, me hicieron calzón chino y el típico "dame tu almuerzo o te daré una paliza", pero casi siempre ideaba la forma de evitarlos.

Obviamente no era ningún imán de chicas, o tal vez sí, ya que las chicas parecían tener la misma polaridad que yo y por lo tanto, eran repelidas. Había una chica en especial que me gustaba, una chica que llegó de intercambio de Italia, todos los días la veía caminar por el pasillo y cuando coincidíamos al momento de ir a clase de gimnasia, yo entraba y ella salía.

Era muy amable, me saludaba y sonreía, revelando unos dientes blancos con frenos que no hacían nada para disminuir su belleza. Hablaba inglés perfectamente con un adorable acento italiano. Tenía una piel clara como la leche, un cabello sedoso color castaño dorado y unos hermosos ojos color avellana. Era perfecta en todos los aspectos (excepto tal vez sus calificaciones), lo único que me impedía hablarle era mi extrema timidez, me temblaban las rodillas y mi lengua se enredaba cada vez que la veía, eso y que tenía un novio de secundaria muy alto y fornido de trece años.

***

El día que todo salió mal fue en la feria de ciencias. Todos se habían reunido en el gimnasio, como cada año y cada uno de los estudiantes tenía un espacio para su proyecto de ciencias. Los padres y estudiantes de otras escuelas eran invitados para que vieran los distintos proyectos, gracias a mi anterior participación exitosa, yo tenía un lugar especial en el centro del gimnasio para que la gente siempre se acercara a mi proyecto. Todo parecía marchar bien ese día, pero no fue así.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora