Envían al chico nuevo a su inminente muerte, probablemente "Edward"

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No era justo, yo había pedido la oportunidad de salir de misión muchas veces desde que llegué, y al chico nuevo, Perseus Jackson, ya le habían asignado una y eso que solo llevaba unos cuatro días, consciente, en el campamento.

Yo quería demostrarle mi valor a la chica que me gustaba, que yo también podía ser valiente y fuerte. Tal vez así se daría cuenta de que Erik, hijo de Tetis, no era mejor que Edward Fitzgerald II, hijo de Atenea. Pero ese no es el asunto importante, lo que me tenía más molesto fue lo que sucedió inmediatamente después de que ganamos en capturar la bandera y reconocieran a Perseus.

Quirón nos había convocado a una junta importante después de la cena, en la fogata. En la mesa de Atenea nos poníamos a discutir sobre los libros que más nos gustaban, los más populares eran La Ilíada y la Odisea, pero también había otros, algunos disfrutaban de la literatura de William Shakespeare, otros la de Miguel de Cervantes. A mí me gustaban las novelas de Sherlock Holmes, pero no muchos de mis hermanos compartían mi gusto.

Antes de comenzar a cenar, arrojé una parte de mi comida al fuego de los braseros, carne molida con verdura, a mi madre Atenea. Recé para que pronto me diera la oportunidad de participar en una misión para poder demostrar mi valor.

Digamos que lo que me hizo hacer Annabeth el día de hoy no fue muy valeroso que digamos: patrulla fronteriza con James y Perseus; además, nos usó de carnada. Ella sabía que Clarisse iría por el chico que la humilló en los baños y dejaría su bandera desprotegida.

Quise enfrentar a Clarisse directamente, algo que nadie había hecho antes, fue un grave error. Ella solo necesitó un golpe de su lanza eléctrica en mi pecho para dejarme fuera de combate. Gracias a los dioses Tanya no estaba ahí para verme derrotado y humillado.

La fogata fue algo deprimente, comparada con las otras veces. Asábamos malvaviscos o salchichas y cantábamos canciones de fogata, cortesía de los hijos de Apolo. También solíamos hacer interpretaciones de obras y/o películas y a veces contábamos historias de terror. Todo eso mantenía la llama de la fogata de color naranja vivo. La llama de la fogata cambiaba de color dependiendo del estado de ánimo de los campistas durante la fogata: cuando había tristeza, el fuego era azul; cuando estaba lleno de actividad y vida, era verde; cuando había mucha felicidad por algún acontecimiento, era amarilla; cuando ardía el deseo de venganza era roja y cuando había miedo o preocupación, era morada.

Esa noche la fogata estaba morada, después de que Perseus fue reconocido y que Quirón nos convocara a todos a una junta, los campistas estaban asustados y preocupados por lo que pudiera pasar a continuación. Nos sentamos alrededor de la fogata, lo bueno es que no teníamos que sentarnos por cabaña y puede sentarme con mis amigos: Joshua, James, Harington y las señoritas Mary y Gabrielle.

— ¡Bien héroes!— anunció Quirón con su gran voz de orador—. Se preguntarán qué hacemos aquí. Como ya saben algunos, algo fue robado en el Olimpo, un objeto muy importante y muy poderoso; el invierno anterior fue robado del Monte Olimpo, el rayo maestro de Zeus.

Hubo murmullos y gritos ahogados de todas partes. Parecía algo imposible que el arma más poderosa de todo el mundo hubiera sido robada del Monte Olimpo así como así.

— ¿Esto tiene que ver con la gran profecía?— preguntó Silena Beauregard, capitana de la cabaña de Afrodita y hermana de Tanya.

—No, Silena— respondió Annabeth—. Él aún no está ni cerca de los dieciséis...

—Cómo decía— continuó Quirón—. Zeus culpa a Poseidón por el robo de su rayo maestro. La aparición de Percy y que Poseidón lo haya reconocido no ha hecho más que empeorar la situación y el humor de Zeus. Sin ofender Percy.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora