El Campamento Mestizo va a la guerra. Tengo miedo. "Gabrielle"

101 9 2
                                    

Después de la pelea que libraron los chicos, Lorraine se llevó a James a la enfermería y yo me quedé con Lury. Lo ayudé a levantarse y nos quedamos parados frente a frente. Él hacia lo posible por desviar la mirada mientras yo tenía mis ojos fijos sobre él.

- ¿Te encuentras bien?- le pregunté-. ¿No tienes rotas las costillas o algo así?

Él negó con la cabeza y miró hacia cualquier otro sitio, menos a mis ojos.

- ¿Quieres que vayamos e intentemos convencer a Clarisse de pelear?- él se volvió a negar.

Desde que volvimos de Europa parecía sentirse triste al estar conmigo-. Escucha, cuando dije eso de que no tienes tanta suerte para ser mi novio, sólo estaba jugando. En realidad... ¿Por qué no me miras? ¡Mírame!

Lo tomé de la barbilla y lo obligué a verme a los ojos. Sus ojos verdes, aún apagados, eran muy bonitos pero seguían intentando evitar mi mirada. Lo obligué a acercar su rostro hasta que nuestras narices casi se tocaron.
-Odio que no me mires a los ojos cuando te estoy hablando- dije-. ¿Por qué, Tártaros, no lo haces?

Por fin posó sus ojos sobre los míos.

-Si de verdad quieres saber, me da miedo.

Creí que estaba bromeando. Es cierto que a veces no puedo controlar mi temperamento y ahuyento a las personas, sin embargo, él me conoce mejor que nadie, no parecía lógico que él tuviera miedo.

Esperé a que se riera, pero no lo hizo.

-Me da miedo que si te miro a los ojos me vuelva loco- continuó-. Y no debido a tus poderes, sino loco de amor. Podría enfrentar a miles de monstruos sin dudar ni un solo segundo. Podría retar a Cronos a un combate singular sin sudar una gota. Pero si me miras a los ojos, pongo mi espada a tus pies y me arrodillo ante ti. Esos ojos tienen poder sobre mí y es por eso que los evito. Si no lo hago, seré tuyo para siempre.

Lo atraje hacia mí y lo besé. Esta vez no sentí culpa, no sentí tristeza ni confusión. Ahora fue real. Sentí un cosquilleo en mi estómago y una corriente eléctrica que recorría mi espalda, no escuché nada
más que el sonido de su respiración y la mía, cuando cerré los ojos sólo aparecía él y nadie más.

Pero no fue mutuo. Sus labios empezaron a temblar y las lágrimas de sus ojos cayeron en mis mejillas. Me apartó como si mis labios lo quemaran y volvió a bajar la cabeza, estaba llorando y supe de inmediato que no era de felicidad.

- ¡Hey! ¿Qué sucede?- pregunté muy confundida-. Creí que... creí que tú estabas enamorado de... mí.

Decir aquello en voz alta me resultó difícil. Ya no era un enamoramiento de niños pequeños, ambos habíamos crecido y madurado. Claro, no éramos adultos, pero la vida de semidiós de enseña a crecer
rápido o morir. Creo que ambos somos capaces de distinguir nuestros sentimientos.

-Lo estoy- respondió él, sollozando-. Y siempre lo estaré. Nada podrá cambiar mis sentimientos por ti. Lo que no puedo evitar es que existe algo que se interpone entre nosotros.

- ¿De qué hablas? Estamos aquí, solos. Te estoy besando y tú me apartas como si fuera una gorgona. Si algo se interpone en este momento, ese eres tú.

-No lo entiendes- dijo él-. Tú y yo no estamos destinados a estar juntos ahora que me han obligado a salvar a Aldo de su juramento a Cronos.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora