Ares nos salva de ser devorados. "James"

100 11 1
                                    

No sé qué me asustó más: la jauría de licántropos o el llanto de Lury, quien se lamentaba junto al montón de hojas de sauce por la pérdida de su amiga.

Creo que voy por la segunda opción, jamás había visto a mi amigo así. Nadie se atrevió a convencerlo de regresar al campamento, sus gritos de dolor asustaban casi igual que el escudo de Thalia. Se quedó toda la noche junto a su fallecida amiga ninfa. No pude pegar el ojo en toda la noche, preocupado de que los lobos volvieran y atacaran a mi amigo.

Joshua y yo llevamos a Keila a la enfermería. Temí que estuviera muerta, se había golpeado muy fuerte contra el árbol. Afortunadamente, cuando llegamos a la enfermería, noté que estaba respirando. Quería cantar y tocar con mi guitarra para curarla, pero me encontraba muy débil, si la curaba podía morirme por usar demasiada energía. Así que la dejé en las capaces manos de nuestro director de actividades.

— ¿Y Lury?— preguntó Gabrielle en cuanto salí de la enfermería—. ¿Está también en la enfermería?

—No— respondí y negué con la cabeza—. Sigue en el bosque.

— ¿Por qué? ¿Se encuentra bien?— preguntó muy preocupada. Me tomó de los hombros y empezó a sacudirme—. No habrá muerto ¿o sí?

—Tranquila. Primero que nada, suéltame.

Ella lo hizo. Entonces comencé a explicarle lo que pasó. Cuando terminé, ella dejó escapar un llanto

—Wylla se sacrificó por Lury— dije.

—No puede ser... no puedo creer que...

No pudo terminar ninguna de sus frases. No entendí por qué ella estaba triste, si ella nunca había conocido a la ninfa. Sólo conocíamos su nombre, Wylla, pero de ahí en fuera, Lury jamás nos había presentado con ella.

Regresé a mi cabaña, muy cansado y con la intención de dormir tres días. Luchar con licántropos y ser capitán temporal de la cabaña de Apolo era realmente agotador.

Al entrar, encontré a mi reciente reconocida hermana, Alexa Wilson, a la que le gustaba teñirse las puntas de su cabello. Días atrás, intentamos practicar con sus talentos que Apolo pudo haberle heredado.

Con la arquería habíamos fracasado rotundamente cuando ella le disparó accidentalmente a su amigo Sebastian. Intentamos con la medicina, pero al intentar entablillar la pierna rota de un hijo de Ares, lo único que hizo fue dejarlo peor, así que tuve que curar al chico con mi canto mágico. Seguimos con la poesía, resultó que Alexa era buena escribiendo versos y finalmente mostró un gran talento para la música al cantar y a tocar muy bien la batería que teníamos en la cabaña.

Así fue como la encontré dentro de la cabaña. Éramos los únicos que la habitaban por ahora, así que no había nadie a quien molestar con su música. Ella me vio entrar y me saludó con la mano.

—Hola hermano— dijo ella con una baqueta en la mano—. Estaba tocando un poco porque no podía dormir. ¿Cómo estás?

—Agotado. Pasó algo terrible hace rato.

— ¿Qué sucedió? ¿Estás bien?

Ella dejó sus baquetas y se acercó. No me abrazó, ella no era de las que suelen hacer contacto físico con los demás.

—Sí, estamos bien. También mis amigos y mi novia fueron víctimas.

A veces me costaba creer que tenía una novia. Anna era una chica inusual, pero también podía ser dulce y cariñosa.

Le conté lo sucedido a Alexa. Cuando terminé ella sólo me miró inexpresiva.

—No imagino lo que debe estar sintiendo tu amigo— dijo ella con voz sería—. Yo jamás he perdido a alguien. Mi madre está viva, trabajando en Philadelphia y mis abuelos ya habían fallecido cuando yo nací. Quisiera darle mi apoyo, pero no creo que sirva de nada ¿o sí?

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora