Cometemos un acto terrorista. "Lorraine"

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Lurygon salió de la Casa Grande con la cara pálida y la mirada perdida, sus manos temblaban como aquella vez que se besó con Gabrielle en la fiesta de Navidad. Todos lo esperábamos sentados en el suelo junto al porche. Ares, Dionisio y Quirón estaban de pie y de brazos cruzados. El maestro centauro se acercó a Lury y le tocó el hombro.

— ¿Estás bien muchacho?— le preguntó, Lury asintió, pero no dijo nada—. Bien. ¿Qué dijo el Oráculo?

—"Cinco irán al norte, a la ciudad nevada. La Niebla los ocultará del hijo de la tierra, pero acabará disipada."— recitó, su voz era entrecortada y sus manos seguían temblando—. "A un extraño en peligro, salvarás. Enfrentarás solo al Miedo y al Terror y los vencerás".

Lurygon bajó la mirada y dejó de hablar. Al parecer el siguiente, o siguientes versos le provocaban conflicto.

— ¿Eso es todo?— preguntó Quirón.

Lury negó con la cabeza y tragó saliva.

—"Siete regresarán al Campamento. Y aquel...aquel extraño, te causará un...un...un enorme sufrimiento." Eso es todo.

—Bueno, es la segunda misión que ordena el Oráculo donde tienen que ir más de tres— comentó Silena Beauregard, la capitana de la cabaña diez.

—Y ya sabemos cómo terminó eso— añadió Connor Stoll—. Dos de ellos murieron.

Zoë Nightshade y Bianca di Angelo, la hermana de mi amigo desaparecido, Nico, habían muerto hace poco durante la misión para rescatar a Artemisa. Ahora, el Oráculo había ordenado una misión con la misma cantidad de integrantes. Nadie parecía muy ansioso de formar parte de esos cinco.

—Eso no importa ahora. Ya pasó— dijo Ares—. Es momento de elegir a tus acompañantes, hijo. Sólo voluntarios, no lo olvides.

— ¡Iremos contigo!— gritaron James y Gabrielle al unísono.

Los dos se levantaron y corrieron al frente con su amigo.

—Estamos contigo siempre, amigo— dijo James y rodeó el cuello de Lurygon con su brazo.

—Sin importar nada— agregó Gabrielle—. La mejor tríada de semidioses, ¿recuerdas?

Ella tomó su mano.

—Correcto, gracias amigos— dijo él, James y Gabrielle parecieron devolverle la confianza. Luego se dirigió al resto de los campistas—. ¿Alguien más?

Nadie habló ni se movió, ni siquiera Joshua y Mary que también eran sus amigos. No podía creer que nadie quisiera ayudar, me levanté furiosa.

— ¡Yo también iré!— exclamé, completamente segura de mi decisión—. Sé que llevó poco tiempo de conocerlos, pero quiero ayudarlos.

—Pero Lorraine...— dijo Lurygon—. ¿Estás segura? Sólo llevas unas semanas en el Campamento, deberías entrenar y...

— ¡Cierra la boca!— le espeté—. Iré y no puedes impedirlo.

Él no dijo nada más y asintió. Ahora sólo faltaba un mestizo para poder partir a rescatar a Edward y detener a esos dioses renegados.

— ¿Y bien?— dijo Ares—. ¿No hay nadie más que quiera traer orgullo y gloria a su cabaña?

Silencio. Nadie se levantó ni habló. Ni siquiera la hermana de Lury, Anna, se ofreció. Ares miró a todos sus hijos con desdén y sacudió la cabeza.

—Bueno, supongo que sólo serán ustedes cuatro. Tal vez se encuentren al quinto por ahí— sacó un rollo de billetes verdes de su bolsillo y se lo entregó a su hijo—. ¿Alguna idea de a dónde irán?

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora