Funerales. Mi oportunidad de ir a casa. "Sebastian"

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Estuve con Alexa durante la fase final de la batalla. La mayoría de la refriega estuve en la línea frontal matando monstruos, había olvidado lo mucho que me gustaba luchar.

Al principio use la técnica romana: Bloquear con el escudo y apuñalar con mi gladius. Pero al ver pelear a los hijos de Marte... quiero decir, Ares, totalmente desorganizados y con su propio estilo, sentí que no tenía que ser tan cuadrado y menos en el combate. Empuñé mi arma de oro imperial y ataqué a los monstruos de forma aleatoria, alternando entre jabalina y espada según lo demandara la situación.

Después de la derrota del monstruo Campê, encontré a Alexa disparando flechas a los monstruos que quedaban. Estaba llorando.

— ¡Sebastian!— me abrazó muy fuerte. Sentí que su abrazo renovaba mis fuerzas—. Gracias a Apolo estás vivo.

—Por ahora— dije—. Pero no lo estaremos si estos monstruos continúan aquí. ¡Prepárate!

Levanté mi espada, listo para enfrentarme a la horda de monstruos y semidioses enemigos que venían hacia nosotros. Pero el horrible sonido que emitió Grover Underwood, el sátiro, los hizo huir con la cola entre las patas.

—Bien, supongo que no será hoy cuando iremos al Inframundo— dije.

—Qué bueno, odiaría pasar la eternidad contigo en los Elíseos— bromeó ella.

Mi brazo rodeó su cintura y caminamos juntos a ayudar a los heridos.

***

Nadie de la Cabaña de Afrodita murió, gracias a los dioses. Silena Beauregard apoyaba al líder de la cabaña de Vulcano, que había perdido un hermano: Joshua Turner. No lo había conocido bien, pero era un chico agradable. Junto a él, Mary Jane Campbell, su mejor amiga, ayudaba a tejer su manto. Era de hilo de bronce y plata, con detalles en forma de yunque y martillo, el símbolo de su padre.

Otro semidiós llamado Cástor, hijo de Baco, falleció. Su gemelo, Póllux, y su hermana Gabrielle Tournesols, tejían un manto morado oscuro, con vainas de vid bordadas alrededor.

Lee Fletcher era hermano de Alexa. Ella me dijo que murió salvándolos a ella y a su hermano James. Los hijos de Apolo tejían un manto dorado sin adornos para él.

La fogata del Campamento Mestizo, ardía de color azul apagado y las llamas eran muy bajas. En el Campamento Júpiter no había nada igual. No tejíamos mantos para nuestros muertos. Los incinerábamos y sepultábamos o simplemente los sepultábamos (según decidieran las personas más cercanas al difunto) y les hacíamos una lápida con las siglas D.M.S (Dis Manibus Sacrum) y le escribíamos su nombre y edad. También le poníamos dos monedas sobre los ojos al estilo griego, como pago al barquero Caronte.

Todos nos reunimos en el Anfiteatro para los funerales. Murieron unos diez semidioses de los ochenta que había. Parece poco, pero de no ser por el sátiro Grover y su horrible sonido de pánico, hubiera habido ocho veces más bajas.

Los discursos se dijeron en el orden numérico de las cabañas. El líder correspondiente de la cabaña y dos de sus hermanos decían algo y prendían la pira funeraria.

Los primeros fueron los hijos de Ares que murieron en la batalla. Dos chicos y dos chicas. Clarisse La Rue, Anna Spades y Lurygon Harington se encargaron de hablar de sus hermanos fallecidos.

—Estos chicos fueron valientes en todo momento— dijo Clarisse—. En ningún momento flaquearon ni mostraron miedo ante el enemigo. A pesar de que nos superaban en número, ellos no huyeron y se mantuvieron firmes hasta el final. Ahora descansan.

Lurygon y Anna colocaron dos monedas de plata sobre los ojos de sus hermanos y encendieron sus piras funerarias.

A continuación fue la cabaña de Atenea. Uno de los chicos había muerto por flechas enemigas. Annabeth Chase, la líder, y sus hermanos, Malcolm Pace y Edward Fitzgerald, le hicieron los honores. Pero el que dijo el discurso fue Edward, debido a que Annabeth y Malcolm no habían presenciado la muerte de sus hermanos.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora