Se me mete una cabra a la boca, con todo respeto. "Lurygon"

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Antes odiaba a Luke más que a nadie (quizás no tanto como a Aldo), pero ahora me sentía triste por él.

Aunque haya intentado matarnos en varias ocasiones, me había recibido cálidamente en su cabaña cuando llegué al Campamento y fue muy amable conmigo cuando me enseñó esgrima. Además, ser el títere de un titán es algo que no le deseo a nadie, por más despreciable y malvado que sea (ni siquiera a Aldo).

Corrimos hasta quedar exhaustos. Rachel nos guiaba y esquivábamos las trampas que nos ponía el Laberinto gracias a su clarividencia dentro del mismo. Después de mucho tiempo de huir, llegamos a una cueva de roca blanca y húmeda. Me desplomé sobre el suelo y forme un charco de sudor bajo mi cabeza. Esa experiencia de la gelatina me iba a dejar traumatizado de por vida.

Rachel se dejó caer y se llevó las manos al pecho, esforzándose por respirar. Annabeth se sentó, puso la cabeza entre sus piernas y empezó a sollozar desconsoladamente.

Nico se desplomó junto a Percy y tiró su espada al suelo. Ni siquiera con la carrera dejaba de tener el rostro pálido.

—Vaya porquería— dijo Nico.

Iba a reprenderlo por su lenguaje, pero no tenía la energía para hacerlo.

—Nos salvaste la vida— dije—. Muchas gracias.

Nico pareció sonrojarse un poco aunque con aquella luz era difícil decirlo.

—Puedes agradecer a las chicas y a Percy— dijo Nico—. Ellos insistieron en que harías algo estúpido. Por cierto, lamento que Minos te haya hecho esa cicatriz, aunque se te ve... genial.

—Ja, sí. Los monstruos y espectros sólo hacen que mi cara se vea más cool— dije bromeando.

Nico pareció sonreír un poco, era un inicio.

—Pero te acabas de delatar Nico— señaló Percy—. Esa gran columna de roca... Si Cronos no sabía quién eres, ahora lo sabe. Un hijo del Inframundo.

— ¡Qué más da!— dijo Nico.

Annabeth levantó la vista, sus ojos estaban enrojecidos e hinchados.

— ¿Qué...qué le pasó a Luke? ¿Qué fue lo que le hicieron?

Les conté todo lo que había visto en el sarcófago y cómo Ethan había influido para que Cronos despertara.

—No— replicó Annabeth—. No puede ser verdad. Él no podría...

—Se ha entregado a Cronos— dijo Percy—. Lo siento Annabeth, pero Luke se ha ido.

— ¡No!— insistió ella—. Tú lo viste cuando Rachel lo golpeó.

Miramos a Rachel.

—Le diste al Señor de los Titanes con un cepillo para el cabello— comenté—. ¡Genial!

—Era lo que tenía a la mano— dijo ella con modestia.

—Pero lo vieron— insistió Annabeth—. Por un momento estaba aturdido. Había vuelto en sí.

—Tal vez Cronos no estaba completamente asentado en el cuerpo— sugirió Percy—. Eso no significa que Luke haya tenido el control.

—Tú quieres que sea malvado, ¿no es así?— gritó ella—. ¡No lo conocías antes, Percy! ¡Yo sí!

—Wow. Tranquila Annabeth— dije.

— ¿Qué te pasa?— preguntó Percy—. ¿Por qué lo sigues defendiendo?

— ¡Hey, ustedes dos!— dijo Rachel—. ¡Es suficiente!

— ¡No te metas en esto, chica mortal!— le espetó Annabeth—. Si no hubiera sido por ti...

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora