Pilotamos un avión de lujo y nos disparan. "Keila"

96 11 2
                                    

Nos quedamos atrapados todo el día en el emporio de Daniel. Los resortes del sofá nos apretaban más fuerte si intentábamos liberarnos.

Daniel abrió su tienda. Los mortales iban y venían, pasando junto a nosotros sin notarnos. No pudimos pedir ayuda por qué el despiadado hijo de Hécate nos amordazó, mientras Lurygon se la pasó durmiendo todo el día plácidamente en el sofá de psicólogo. Fue muy raro la forma en que quedó inconsciente. Daniel le puso el amuleto mágico alrededor del cuello, lo envolvió un remolino de niebla verde y cayó dormido, como si fuera gas para dormir.

Al cabo de un rato, Daniel salió a tomar el almuerzo y colgó sobre la puerta de entrada un letrero que leía: "Salí a comer. Regreso en una hora".

James intentó liberarse, pero los resortes lo presionaron más fuerte; Lorraine estaba sentada tranquilamente mirando el horizonte, como si estuviera concentrada; Gabrielle miraba fijamente a Lurygon, las lágrimas corrían por sus mejillas. Supongo que eran por la impotencia de no poder ayudar a su amigo. Puse mis ojos en blanco, no podía creer que estuviera preocupada por un chico y menos por uno tan tonto que había lanzado una granada dentro de un avión en pleno vuelo.

Daniel regresó con comida china para todos. La dejó sobre el escritorio del mostrador, fue a la parte de atrás y regresó empuñando un cuchillo de bronce celestial. Se puso en cuclillas frente a mí.

-Les he traído algo de comer- dijo-. Les soltaré los brazos y les quitaré las mordazas para que puedan comer. ¿Prometen ser buenos?

Yo asentí, pero Gabrielle comenzó a decirle muchas cosas en francés que no parecían muy amistosas.

-Bien, lo pondré de esta forma- continuó Daniel, le apuntó a Gabrielle en la garganta con la punta del cuchillo-. Se van comportar o de lo contrario, mataré al hijo de Ares. Ustedes eligen.

Gabrielle se calmó y una lágrima corrió por su mejilla. James lanzó una mirada asesina a Daniel y apretó los puños. Lorraine seguía igual de calmada y concentrada.

Nuestro captor retiró las mordazas y puso una caja de comida china sobre las piernas de cada uno. Después tomó el cuchillo y se sentó junto a Lurygon, chasqueó los dedos y los resortes soltaron nuestros brazos. Aunque no quería admitirlo, en verdad disfruté y agradecí la comida, no habíamos comido nada desde que salimos del Campamento Mestizo y ya me estaba muriendo de hambre, ni siquiera me importó que fuera comida rápida.

- ¿Lo ven? Todo es más sencillo si cooperan- dijo Daniel aún con el cuchillo en la mano-. Así será solamente por una semana, después todo acabará. El plan de mi madre consiste únicamente en que esta misión fracase, no tiene necesidad alguna de matarlos, yo tampoco. Claro que si me obligan, no tendré más elección.

Lo que pasó después fue algo muy extraño y algo fugaz.

Daniel se llevó los empaques vaciós al bote de basura en la parte de atrás. En cuanto se fue, los resortes volvieron a atraparnos y las mordazas volvieron solas a taparnos la boca. Miré al inconsciente Lurygon, un escudo negro estaba ahora sobre su brazo, estaba segura de que no estaba ahí antes. Él se levantó de golpe y se sobresaltó al vernos atrapados por un sofá.

- ¿Qué sucede?- preguntó, pero obviamente nadie le respondió porque seguíamos amordazados.

Nos quitó las mordazas uno por uno, a mí me dejo al final.

- ¿Están bien todos? ¿Nadie está herido?

-Estaremos bien cuando nos liberes- dije-. Corta los resortes ya.

Me dedicó una mirada de irritación, pero se apresuró a hacer lo que le dije. Sacó su arma y la convirtió en una espada, con mucho cuidado corto los resortes como si fueran tiras de papel y unos minutos después éramos libres. James y Gabrielle se apresuraron a atrapar a su amigo en un abrazo.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora