Artemisa nos da una mano o pezuña. "Keila"

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James ya les describió lo que se siente ser congelado. Ahora déjenme decirles que: ¡no tiene ni idea! Es algo de verdad horrible.

Primero, te sientes restringida por completo, no puedes mover ni siquiera los ojos. Después sientes como tu temperatura desciende rápidamente y tu sangre circula más y más lento, pierdes la sensibilidad a tal grado que ya no sientes que tienes cuerpo. Al final comienza a quemar (lo sé, es ridículo pero así se siente), te quema tanto que deseas morir en ese momento para que se termine el dolor. Así es básicamente un congelamiento.

Me perdí de toda la acción. James se las arregló para vencer a los dos gigantes hiperbóreos sin ayuda de nadie y después nos descongeló. Hizo junto a Aldo una gran hoguera y derritió poco a poco el hielo que nos aprisionaba. Yo habría querido ser descongelada de golpe, pero eso habría sido muy peligroso.

Cuando por fin pude moverme, por poco caigo en las llamas de la hoguera, esto fue porque antes de ser congelada había intentado correr de los gigantes. Por suerte me detuve a pocos centímetros del fuego. Aldo me puso una manta cálida en la espalda y me ayudó a sentarme, después me pasó una taza con una bebida caliente.

—Es un té especial para elevar tu temperatura— dijo James, se veía realmente cansado—. Lo endulcé con un poco de néctar.

—G-g-gracias James— tartamudeé.

Le di un sorbo a mi té. Lurygon y Gabrielle ya estaban descongelados y bebiendo el té de James.

Lo cierto es que Canadá, durante el invierno, es terrible para unas vacaciones o una misión de rescate. Ojalá los lobos se hubieran llevado a Edward a Miami o algo así.

—Muy bien, hay algo que debemos discutir— dijo Lury.

—Si es sobre Aldo, ya sabemos que no te agrada— interrumpí—. Pero ha demostrado ser un miembro valioso del grupo (aun siendo un chico). Así que no te conviene expulsarlo.

— ¡No es eso, Keila!— replicó él—. Hablo de que se nos acaba el tiempo. Los gigantes hiperbóreos nos dijeron que pasamos casi dos días en la guarida de Anteo, o sea que hoy es diez de enero, tenemos dos días para encontrar a los dioses renegados y detenerlos.

Escupí el té, por suerte fue hacia la hoguera. No podía ser posible, no habría forma humana en que pudiéramos encontrarlos sin ninguna pista.

—Exactamente, sólo nos quedan dos días— continuó Lurygon-. Sólo tengo una pista, algo que me ha dado vueltas en la cabeza desde que caímos en la guarida de Anteo. Los supuestos dioses dijeron en mi sueño: "Tu amigo estará fuera".

— ¿Y? — preguntamos los demás.

— ¿Qué no lo entienden?— preguntó Lurygon, incrédulo—. Sólo un chico fanático de cierto deporte haría una referencia como esa. Sabemos que son dioses menores. Tal vez hijos de uno de los Olímpicos. Me di cuenta que son aficionados del baseball, lo sé porque a mí también me gusta y a veces hago referencias de ese tipo. Lo que quiere decir que están ocultos en el estadio de baseball profesional más cercano.

Todos lo miramos sorprendidos. Yo había dudado cuando nos dijo que era descendiente de la diosa Atenea, pero ahora parecía tener sentido. Haber deducido todo eso con tan sólo una frase que le dijeron en un sueño era bastante impresionante, sobre todo para un hijo de Ares.

— ¿Estás seguro?— preguntó Gabrielle.

—Pues...bastante— dijo él, aunque en un tono que indicaba lo opuesto—. Estoy seguro en un setenta por ciento.

—Entonces no podemos desaprovechar esa probabilidad— dijo James—. Pongamos rumbo a...a ¿dónde? ¿Cuál es el estadio de baseball más cercano?

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora