Nos atrapa un vendedor de amuletos. "Gabrielle"

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Si hubiera sabido que Lury se volvería loco y arrojaría una granada dentro del avión, habría empacado paracaídas para todos.

— ¡Amigo! ¡Eso fue peligroso!— exclamó James—. ¿Por qué lanzaste una granada dentro del avión?

Lury se encogió de hombros, como si no hubiera sido algo grave. Sujetaba con fuerza el gorro de Bianca sobre su cabeza. Eso me molestaba un poco.

—Creí que sería la mejor opción— dijo él—. Ya saben, el vacío y eso para que fueran expulsadas del avión.

— ¿Y ahora qué haremos?— preguntó Lorraine—. No podemos aterrizar este avión ni aunque no estuviera averiado.

—Pues...pues... no pensé en eso. ¿Qué hacemos?

Keila puso los ojos en blanco y susurró "Chicos". James sacudió la cabeza y suspiró. Mi cabello volaba y me tapaba la cara. Sólo se me ocurría una solución para salvarnos.

—Creo que todos sabemos que hay que hacer— dije para romper el silencio—. Pero nadie quiere decirlo.

Todos intercambiamos miradas y asentimos, bueno todos excepto Lury, que negó rápidamente con la cabeza y se sentó en el asiento de la ventana, lo más lejos posible del agujero que el mismo había hecho.

—No, no, no, no, no— dijo él—. ¡Todo menos eso! Si hay que saltar, prefiero quedarme en el avión.

—No puedes quedarte y morir aquí— le dijo James—. Es tú misión. La ordenó el mismo Ares, tu padre. No puedes quedarte.

—Es cierto— convino Keila—. Demuéstrame que los chicos son valientes. Si no lo haces, pensaré que eres un cobarde y te recordaré como un cobarde cuando mueras.

— ¡Cállate Cazadora!— le espeté—. Esa no es manera de motivarlo a que salte con nosotros.

Me acerqué y me senté junto a él. Pude ver en sus ojos que tenía mucho miedo, sabía que las alturas y el agua no eran de su agrado, y ahora mismo le estábamos pidiendo que enfrentara ambo miedos.

—Lury— le tomé el rostro con mis manos y le di un beso en la frente—. Si tú no saltas, yo no salto.

—Gab, no puedes...yo...me da miedo...lo sabes...

—No balbucees. Yo sé que tienes miedo y si no estás dispuesto a enfrentarlo, yo no iré a ningún lado. No te dejaré solo.

—No te dejaré morir por mi culpa. Lo haré— se puso su mochila en la espalda y se levantó.

Noté que todo el cuerpo le temblaba, así que lo tomé la mano para darle apoyo.

—Me alegro que vayamos a saltar juntos. No te soltaré si no quieres— dije.

Él me sonrió y me agradeció, su mano dejó de temblar un poco.

Miré a nuestros amigos, Lorraine tenía mirada soñadora, James tenía una sonrisa burlona y Keila una mirada de decepción (no me importó, ya no planeaba unirme a ellas).

Todos se colocaron sus mochilas en la espalda y aseguraron cualquier cosa que podía caerse. James tenso un poco la cuerda de su arco y este se encogió y se convirtió en un ukelele, lo guardó en su estuche y lo amarró a su mochila. Lorraine guardó su espada en su bolsa de dormir y se colgó su escudo al estilo del Capitán América, Keila amarró sus flechas de manera que no se salieran del carcaj.

Los cinco nos acercamos al agujero, sujetándonos de donde podíamos para no ser absorbidos por el vacío. Aún salía humo de ahí donde había explotado la granada.

Ya estábamos a casi nada de caer al océano y además nos alejábamos de la costa. Aún sujetaba la mano de Lury, quien no paraba de temblar conforme nos acercábamos al borde.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora