Me mandan mensajes románticos en sueños. "Gabrielle"

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¡Finalmente habíamos llegado! Después de todo lo que pasamos en sólo seis días, sentía que había vivido toda una vida de aventura.

Claro que dos de mis amigos fueron dados por muertos en algún momento y el resto también estuvimos en peligro mortal todo el tiempo, pero eso no le quitó la diversión a la misión.

Después del espectacular rescate del pegaso de James y que Lury hizo un nuevo amigo emplumado, fuimos a la Casa Grande para dar el reporte de la misión y sobre todo avisar que estábamos vivos.

— ¿Quién va a tocar la puerta?— preguntó Lury—. Yo creo que debería hacerlo Gabrielle, después de todo no creo que su padre la convierta en delfín por despertarlo.

— ¡Qué?!— exclamé tan fuerte que creo que habría despertado a Peleo, el dragón, de haber estado ahí—. Estas idio... digo, loco, si crees que yo voy a despertarlo. Tú eres el líder, tú das el reporte y tú los despiertas.

Todos estuvieron de acuerdo con mi último argumento, incluso Aldo. Lury nos miró con furia, pero como lo superábamos en número, no discutió. Subió las escaleras del porche y se detuvo frente a la entrada, suspiró y llamó a la puerta.

— ¡Señor D! ¡Quirón!— llamó Lurygon—. ¡Hemos llegado!

Unas vainas de vid se enredaron en los pies de mi amigo y lo levantaron de cabeza. Lury gritó y pidió ayuda, pero nadie se movió. La puerta se abrió y el señor D, mi padre, salió con una bata y un gorro de dormir con estampado de leopardo, tras él salió Quirón en su silla de ruedas y bostezando.

— ¿Qué significa este escándalo?— preguntó mi padre, muy irritado. No parecía posible que lo hayamos visto hace tan sólo una o dos horas y ya estuviera profundamente dormido—. Oh, ya volvieron.

Las vainas soltaron a Lury sobre el porche. Cayó con un golpe seco y de cabeza.

—Qué bueno que regresaron, héroes míos— dijo Quirón, abrió los brazos como si quisiera abrazarnos a todos—. Supongo que su misión fue un éxito. Pero lo mejor es que nos cuenten todo mañana, puedo ver que están agotados.

— ¿Quién es el nuevo?— preguntó mi padre—. ¿Por determinar?

—Me largo— dijo Lurygon.

Tomó sus cosas y se fue a la cabaña cinco.

Estuve a punto de detenerlo, pero supuse que no querría hablarme ahora. No importa, ya se calmaría y hablaríamos en otra ocasión.

—Uh... no señor— respondió Aldo—. Mi nombre es Aldo Bolton, como el cantante, soy hijo de Hypnos. Lo conocí hace un rato en el Olimpo.

— ¿De verdad? No lo recuerdo.

—No hemos tenido un hijo de Hypnos en años— dijo Quirón—. Bueno, uno reconocido.

—Yo lo guiaré a la cabaña once, Quirón— ofreció Lorraine—. Les dire a Connor y a Travis que le den un saco de dormir y lo instalen.

—Gracias, querida. Ahora vayan a dormir, héroes. Estoy ansioso por escuchar sobre su misión.

—Pero hasta el amanecer— dijo mi padre, después bostezó—. Ahora retírense.

Los directores del campamento volvieron a sus dulces sueños y nosotros nos dirigimos a las cabañas.

—Yo creí que eras hija de Hécate— le dijo Aldo a Lorraine—. ¿Por qué dormiríamos en la misma cabaña?

—Es por que Hypnos y Hécate no tienen cabaña honorífica— respondió ella—. Los no reconocidos y los hijos de dioses menores se quedan en la cabaña de Hermes.

No es fácil ser un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora